“Don Sebastián está equivocado. El Minvu debe supeditarse a los dictámenes de la Contraloría”, afirma el Presidente de la Fundación Defendamos la Ciudad, sosteniendo que la Contraloría vela por la legalidad del actuar de las instituciones públicas, y que ellas deben obedecer sus resoluciones.
“Hay una cultura de la trampa”, dice Patricio Herman, mientras relata el caso del edificio ubicado en El Bosque Norte con Isidora Goyenechea, comuna de Las Condes, donde las tablas para calcular superficies posibles de construir y coeficientes de constructibilidad fueron mal aplicadas, se acogió a la figura de “conjunto armónico” en forma casi ridícula y a beneficio por soterrar cables, lo que la Contraloría ha rechazado en diversos dictámenes.
Este edificio, construido por Banco Santander y comprado por Angelini por ciento cinco millones de dólares, representa la cultura de un grupo ínfimo de la población pero con un gran poder económico que, están convencidos, pueden hacer lo que quieren.
El caso pudo llevarlo a Tribunales la Fundación Defendamos la Ciudad gracias a una denuncia que les hizo llegar una pyme proveedora de la empresa constructora del edificio, a la cual no le habían cancelado unas facturas. Si no hubiese existido mora, la operación habría pasado desapercibido.