“¡Humos al norte!”, fue el grito del vigía de la goleta Covadonga, un 21 de mayo de 1879, que alertó a los marinos del avistamiento de dos grandes buques peruanos, el Huáscar y el Independencia, frente a la costa de Iquique, en Perú.
Eran cerca de las 6:30 AM y el comandante Carlos Condell, capitán de la goleta, alertaba a las dos naves chilenas que lo acompañaban: la fragata Esmeralda y el transporte Lamar.
En la fragata, el capitán Arturo Prat se vestía velozmente mientras, fuerte, clamaba: “seguir mis aguas”, “reforzar las cargas” y “venir al habla”.
“Muchachos. La contienda es desigual, pero ánimo y valor. Nunca se ha arriado nuestra bandera ante el enemigo y espero que no sea esta la ocasión de hacerlo. Por mi parte, os aseguro que, mientras yo viva, esa bandera flameará en su lugar y, si yo muero, mis oficiales sabrán cumplir con su deber”, cuenta la historia que dijo.
Luego de una hora del toque de “romper el fuego” y “al ataque”, los buques no presentaban daños considerables. En tanto, en la rudimentaria nave de Prat reventaban las desgastadas calderas debido a la sobreexigencia.
El combate se subdividió en dos: el Independencia combatía con la Covadonga y la Esmeralda intentaba no darse por vencida con el Huáscar.
Pero la situación para la fragata chilena se tornó insostenible, si incluso desde tierra le disparaban cañonazos. Encima, Miguel Grau, capitán del Huáscar, decide realizar una maniobra decisiva: chocar la Esmeralda.
“¡Al abordaje muchachos!”, cuenta la historia que fue el último grito de Prat en su nave. En la bulla, sólo el sargento Aldea y el marinero Ugarte lo habrían acompañado.
Tras el salto, una bala alcanzó al héroe nacional, lo que habría hecho que cayera de rodillas y resultara acribillado por un marino peruano.
Los chilenos, sin ánimos de rendirse, continuaron batallando. Pero nuevos ataques del Huáscar produjeron que, a eso de las 12 del mediodía, sonara el último cañonazo de la Esmeralda y, diez minutos más tarde, esta fragata se hundiera.
En fin. En -no tan- resumidas cuentas, esa es la historia que todos conocemos. ¿No es así? Pero… ¿qué hay más allá?
Cañones, muertes, héroes y “contiendas desiguales”, son algunas de las historias que rondan estas batallas y que te contamos a continuación:
La muerte de Prat
El capitán de fragata, Arturo Prat, murió en medio de lo que se considera un valiente acto por la patria. Luego de su salto desde la Esmeralda al Huáscar, habría recibido un balazo que lo dejó arrodillado y, en esa postura, le dispararon en su frente.
Grau escribiría 7 días más tarde a su cuñada, comentándole el deceso del capitán. “El valiente comandante de la Esmeralda murió como un héroe en la cubierta de este buque, en momentos en que emprendió un abordaje temerario”, sostuvo.
Luego de casi dos semanas, el mismo Grau escribiría a Carmela Carvajal, la viuda de Prat, que “deplorando sinceramente tan infausto acontecimiento y acompañándola en su duelo, cumplo con el penoso deber de enviarle las, para usted, inestimables prendas que se encontraron en su poder y que son las que figuran en la lista adjunta”.
Así, le envía las posesiones que pudo rescatar del capitán chileno. Hoy, su espada y la campana de su corbeta se encuentran en posesión de la Escuela Naval, en Valparaíso.
Carvajal le respondería dos meses después, manifestando que “no puedo menos de expresar a usted que es altamente consolador (…) presenciar el grandioso despliegue de sentimientos magnánimos y luchas inmortales que hacen revivir en esta América las escenas y los hombres de la epopeya antigua”.
En el actual museo Huáscar, está demarcada la zona en que Prat habría caído de rodillas y, posteriormente, recibido el disparo en la cabeza. Allí se lee que “en este sitio cayó Arturo Prat el 21 de mayo de 1879”.
Al día siguiente del combate, el diario peruano El Comercio de Iquique publicó la historia sobre la hazaña del capitán y que, luego de eso, “un marinero acertó a Prat un tiro de fusil Comblain en la frente, destapándole completamente el cráneo, cuyos sesos quedaron desparramados sobre cubierta”.
El acta de exhumación del cuerpo detalla que “el cráneo estaba partido, casi destrozado, la mandíbula inferior caída y cubierta por el cabello de barba. El cuerpo tenía una camisa, sujeta a la cintura con una cinta blanca, en la que se leía claramente: ‘Arturo Prat, mayo 22′”.
Los cañones
En 1997 la Municipalidad de Valparaíso y la sociedad Estacionamientos Subterráneos Valparaíso S.A. firmaron un contrato para construir parquímetros bajo la plaza Sotomayor, en pleno centro porteño.
En las excavaciones encontraron diversos objetos de valor histórico, relacionados con la marina: el primer muelle de la ciudad y una serie de cañones que, en la actualidad, se ubican en la Plaza de Los Héroes de la Base Naval de Talcahuano.
Entre ellos se encuentran los dos cañones Armstrong, originales del monitor Huáscar. De acuerdo a la información de suboficial Manuel Barra, “eran capaces de disparar proyectiles de, aproximadamente, 132 kilos y, cada cañón, pesa 12 toneladas”.
Las armas, hoy en desuso, llegaron a Talcahuano en 2006, luego que en 2005, el ministro de Educación de la época manifestara su interés de que estos descansaran junto a la brisa marina chorera.
En el monitor Huáscar, éstos estaban ubicados en la actual Torre Coles, de 6,7 metros de diámetro y unas 36 toneladas de peso. Justo donde muestra la siguiente imagen:
La captura del Huáscar: “La contienda es desigual”
El navío perteneció a Perú desde enero de 1866, hasta el 8 de octubre de 1879, momento en que, durante la Batalla de Angamos, fue capturado por 6 navíos chilenos.
La contienda, nuevamente, era desigual.
En ella participaron los navíos Loa y Covadonga, además de los blindados Cochrane y Blanco. Éstos persiguieron al Huáscar, que iba acompañado del buque Unión, por varias millas en las costas de Angamos. Encima, estuvieron involucrados los barcos chilenos Matías Cousiño y el O’Higgins.
Según cuenta la historia, cerca de las 10 AM de ese día, el monitor peruano, comandado por Miguel Grau, abrió fuego contra la comisión chilena, siendo respondido rápidamente por el Cochrane, estando a una distancia cercana a los mil metros.
Las municiones que llegaron al Huáscar quedaron marcadas y hoy, a más de 100 años de la batalla, todavía se pueden apreciar.
Minutos después de la respuesta chilena, Grau murió por la explosión de una granada en las cercanías del mando.
Debido a los daños, el segundo al mando en el Huáscar decidió hundir el barco, momento que los marinos chilenos aprovecharon para abordarlo y tomarlo como botín de guerra.
Esta sería la primera bandera chilena que izaron en el buque:
La muerte de Grau
El comandante Miguel Grau murió producto de la explosión de una granada lanzada desde el blindado Cochrane, durante la misma Batalla Naval de Angamos.
De acuerdo al suboficial Barra, se percataron de su deceso luego que, en el Huáscar, se encontraran “los restos de una pierna”. “La reconocieron porque él era blanco y velludo”, dijo.
Tal como ocurre con la muerte de Prat, para este comandante también existe un homenaje en la cubierta del Huáscar. En él se lee “Homenaje de la Armada de Chile al almirante peruano don Miguel Grau, caído en defensa de su patria el 8 de octubre de 1879”.
Además, en el actual Huáscar aún se conserva su dormitorio, que puedes ver a continuación:
¿De dónde viene el Huáscar?
En septiembre de 1865 inició la guerra de Perú, Chile, Ecuador y Bolivia contra España, por lo que, a sabiendas de la situación crítica, un año antes el gobierno peruano mandó a construir el barco al astillero Laird & Brothers, en Reino Unido.
De acuerdo a los dichos del suboficial Barra, desde que zarpó de Europa, llegó a Valparaíso y “estuvo por cerca de un año y ocho meses” en ese puerto. Y es que claro, en esos tiempos no se pensaba en que, 14 años más tarde, sería Chile y Perú quienes se enfrentarían.
Debido a una revuelta interna en el país vecino, las autoridades ordenan que el Huáscar arribe en mar peruano, llegando a El Callao recién en febrero de 1868.
Tras su llegada, el nuevo gobierno de Perú nombra a Miguel Grau como comandante del navío.
¿Qué es de él hoy?
En 2010, comenzó una seria polémica por la eventual devolución del Huáscar al pueblo peruano. De hecho, el entonces vicepresidente de Perú, Luis Giampietri, propuso “hundir” el barco para acabar con el problema.
Desde Chile, el exministro de Defensa, en el mismo año, dejó abierta la posibilidad de entregar el navío a la administración del país vecino. Ésta fue fervientemente apoyada por la presidenta del Partido por la Democracia (PPD) de la fecha, Carolina Tohá.
Ella, reconociendo que la propuesta no era popular, sustuvo en su Twitter que “aunque me saquen la mugre, devolver el Huáscar a Perú no me parece mala idea”.
Aunque me saquen la mugre, devolver el Huáscar a Perú no me parece mala idea
— Carolina Tohá (@Carolina_Toha) August 18, 2010
En fin, el buque continúa en Chile, apostado en la costa de la Base Naval de Talcahuano. Hoy es un museo que puede ser visitado por cualquier persona pagando $1000 por concepto de entrada. Aunque niños y adultos mayores cancelan $500.
“El Huáscar iba a ser vendido como chatarra. Generalmente todos estos buques en desuso se van a la India y allá los desarman”, comentó el comandante Jorge Salvo. Por suerte, esto no sucedió y, como pocos patrimonios de la región del Bío Bío, se restauró.