El festival Lollapalooza 2024 tuvo en su jornada de cierre a Sam Smith, SZA, Phoenix, Chencho Corleone, y un show secreto de Arcade Fire para el público del sector vip.
El tercer día de Lollapalooza 2024 dejó en relieve la faceta multicultural del evento que este año celebró su duodécima versión en Chile. El contraste de los acordeones mexicanos del Grupo Frontera con la neo-nostalgia británica de Sam Smith y el carisma sutil de SZA (estrella de la última reencarnación alternativa del R&B; criada bajo enseñanza musulmana en Estados Unidos), fueron algunas de las tantas muestras de diversidad que marcaron la jornada de cierre del festival capitalino, que este fin de semana recibió en el Parque Cerrillos a más de 210 mil personas según datos de los organizadores.
La música chilena, por su parte, marcó presencia desde el inicio: Nicole, Denise Rosenthal, Chystemc y Gonzalo Yáñez fueron los encargados de recibir a los espectadores que a media tarde ya formaban masas homogéneas alrededor de los 7 escenarios.
De los locales, el número más esperado era el de Jere Klein, el chileno más escuchado en Spotify, que en la tarima principal deleitó por 45 minutos a quienes necesitaran una dosis de música urbana de alto volumen.
La rapera más importante de Chile, Ana Tijoux, que este año publicó su primer disco de estudio en una década, y la legendaria banda Congreso (55 años de carrera), también fueron parte del cartel, aunque en escenarios menores.
Lollapalooza Día 3: El festival secreto de Arcade Fire
Cuando la explanada principal vibraba con Jere Klein ya entrada la tarde, al interior del Lolla Lounge, el espacio vip de Lollapalooza, Win Butler y su esposa Régine Chassagne comandaron un grupo de avanzada de Arcade Fire que ofreció un DJ set sorpresa, para seguir la tónica cosmopolita del día 3, con evidente tono latinoamericano.
El archi citado sampler de “El rey y yo” de Los Ángeles Negros, mixeado hasta nuestros días en el continente, fue el comienzo de un espectáculo que desde un improvisado balcón, con idas y venidas de Régine a la festiva multitud del primer piso (se vende alcohol en Lolla Lounge), se extendió en total por más de 1 hora y 15 minutos.
Samba, cumbia colombiana (Andrés Cepeda), bossa nova, una versión alternativa e indie de “Culiquitaca” y la aparición por segunda vez de Javiera Parra, ahora para el clásico “Arauco tiene una pena” de su abuela Violeta Parra, fueron algunas de las postales del carnaval secreto que incluyó “trencitos” con Régine e integrantes de la banda, canciones y hits del propio catálogo de Arcade Fire y un invitado de lujo como oyente: Tom DeLonge de Blink 182, quien acompañó a los canadienses desde el balcón.
SZA y las dos almas de Sam Smith
El show de Sam Smith, uno de los cabeza de cartel del evento, hizo convivir radicales emociones en un mismo set. El alegre homenaje al ítalo-disco de Giorgio Moroder con “I feel love” no opacó los momentos de introspección con tintes eclesiásticos del final de la presentación, que dispersó al público en dos direcciones: entre quienes querían seguir la huella morodiana de la discoteca, y los que buscaban algún tipo de templo, acaso para esquivar el frío, cuando el Parque Cerrillos ya estaba a oscuras.
Estos últimos encontraron en SZA el refugio perfecto. El combo pop, R&B, hip hop, soul trap e inquieto de la artista que más nominaciones recibio en los Grammy 2024, causó que parte de la audiencia que iba rumbo a la salida se quedara unos minutos más para escucharla cantar en su tarima de dos niveles, o melancólica sobre un escalón mientras contaba una historia.
Mientras varios optaron por ver el show sentados, incluso al momento de la efusiva “All the Stars”, el hit de la banda sonora de “Black Panther” que grabó con Kendrick Lamar, otros fueron a reservar sus lugares al postergado show de Chencho Corleone, que en origen iba a presentarse ayer también como fin de fiesta.
Un broche simbólico para un festival que este 2024 hizo su propia transición, y que por primera vez en 14 años ejecutó dos modificaciones estructurales que al parecer llegan para quedarse: la implementación de un número de cierre (y de peso) por cada noche, como norma estándar, y el multitudinario debut de su primer escenario techado y al aire libre.