Una jornada llena de rock fue la que se vivió el domingo en el Estadio Santa Laura en el marco del Masters of Rock, festival que contó con verdaderos íconos de nivel internacional.

Pese a que se había pronosticado chubascos en la capital, afortunadamente el clima acompañó la velada sin que fuera necesario usar capas impermeables en el recinto deportivo ubicado en Plaza Chacabuco.

La banda encargada de abrir los fuegos del evento fue Cleaver, la que entregó una buena dosis de rock ante los asistentes que ya comenzaban a llegar a eso de las 13 horas. Los 12 años de trayectoria y los tres discos de los chilenos se notaron sobre el escenario, en el que mostraron una solidez fruto de su experiencia.

Posteriormente fue el turno del conjunto nacional Queen Milk, quienes tienen ocho años cultivando un hard rock que los ha llevado incluso a presentarse en Estados Unidos. En alrededor de treinta minutos entregaron lo mejor de su repertorio, ganándose los aplausos del respetable. Sin duda ambas bandas dejaron muy bien puesto el nombre del rock chileno.

Skid Row luciéndose con su nuevo vocalista

Con una puntualidad que se agradece, Skid Row fue la primera banda internacional en subirse al escenario, entregando un potente repertorio que comenzó con el tema Slave to the Grind del disco homónimo de 1991.

De inmediato los norteamericanos prendieron al público no sólo por el renombre que tienen sino que además por el carisma y talento de su frontman, Erik Grönwall, quien pese a llevar poco tiempo en la alineación ha sabido ganarse el respeto de la audiencia.

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Un setlist compuesto por temas de su época más clásica, como The Threat y Big Guns, así como otras más modernas, como Time Bomb y The Gang’s All Here, dieron un buen equilibrio para un show que era largamente esperado por los fans.

Como no podía ser de otra forma, 18 and Life y I Remember You llegaron para el deleite de todos, ésta última con un problema técnico incluido que provocó la inmediata reacción del público, el que siguió coreando la canción. La banda concluyó su show con Youth Gone Wild, desatando los aplausos de los asistentes que ya comenzaban a llenar el recinto.

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Helloween: un show intenso de principio a fin

Luego fue el turno de Helloween, banda alemana que sentó las bases de lo que hoy en día conocemos como Power Metal. Pese a que no contaron con el tiempo del que generalmente gozan cuando vienen a Chile, de igual manera se las arreglaron para ofrecer un poderoso y energético repertorio.

Dr. Stein y Eagle Fly Free fueron las elegidas por los europeos para no dejar espacio a duda sobre su capacidad para derrochar potencia en el escenario. La ventaja de contar con sus tres cantantes es que juegan entre temas de diferentes épocas, lo que además le da mayor frescura al sonido. De esto se explayó más el baterista, Daniel Löble, hace unos días en conversación con BioBioChile, entrevista que puedes leer en este enlace.

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Ride The Sky y Heavy Metal is the Law fueron las siguientes en sonar para luego dar espacio a la balada Forever and One. If I Could Fly del álbum The Dark Ride fue ejecutada a la perfección seguida por Best Time, la única canción que tocaron de su más reciente disco llamado Helloween, lanzado en 2021. Future World y I Want Out fueron las que cerraron la presentación, con los infaltables globos gigantes que lanzaron al público.

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Se agradece que una banda de esta trayectoria venga tan asiduamente a Chile, considerando que hace sólo seis meses había sido su última visita a Santiago. Incluso, Andi Deris bromeó con comprarse una casa acá, desatando la risa de los fans.

Deep Purple y su pulcritud a toda prueba

Pasadas las 18:00 horas llegó el momento de Deep Purple, sin duda uno de los momentos más esperados por el respetable.

Apenas comenzó a sonar Highway Star los 25 mil asistentes se entregaron por completo a Ian Gillan y compañía, quienes demostraron que la edad no es un obstáculo para seguir rockeando.

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Pictures of Home, No Need to Shout e Into the Fire sonaron posteriormente con una pulcritud a toda prueba, sello de garantía de los británicos quienes ayudaron a fundar los cimientos para el hard rock y heavy metal.

En este momento llegó el turno de un solo de Simon McBride, quien al ser mucho más joven que sus compañeros le ha entregado una cuota de frescura a la agrupación, luciéndose en las seis cuerdas con su habilidad.

Pero él no sería el único en tener su momento estelar ya que el tecladista Don Airey también hizo lo propio. Lo emotivo fue que durante su solo incluyó fragmentos de Gracias a la vida de Violeta Parra, ganándose los aplausos de los presentes.

Perfect Strangers, Smoke on the Water, Hush y Black Night fueron otros de los temas con los que Deep Purple volvió a demostrar por qué están en el olimpo del estilo, derrochando calidad.

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Scorpions: más vigentes que nunca

Después de un receso necesario para recargar energías llegó el momento de Scorpions, legendaria banda alemana que tiene una energía incombustible y que a pesar de los años se han mantenido siempre al pie del cañón.

Con un nuevo disco bajo el brazo, llamado Rock Believer, los liderados por Klaus Meine vinieron a demostrar que no se quedarán en sus viejos hits sino que tienen todas las intenciones de dejar huella con su nuevo material. De hecho, Gas in the Tank fue la que dio el puntapié inicial a su show, un tema ganchero que lleva el sello de Scorpions.

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Seventh Sun y Peacemaker fueron otras de su más reciente trabajo, las que pese a no contar con la popularidad de otros icónicos cortes del conjunto de igual manera prendieron a los presentes.

Send Me an Angel fue sin duda uno de los momentos más emotivos de la jornada dominical, con miles de celulares y sus linternas entregando una bella postal. Otro momento cumbre llegó con Wind of Change, la que estuvo dedicada a Ucrania por su compleja situación debido a la guerra.

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Mikkey Dee tuvo su momento de lucimiento con un espectacular solo de batería que nos recordó por qué estuvo a cargo de la percusión en Motorhead. Y aunque en un segundo se le cayó una baqueta no una sino que dos veces, se las arregló para continuar con su performance sin que se notará en demasía. Crack.

Big City Nights, Still Loving You y Rock You Like a Hurricane cerraron la presentación de Scorpions quienes se despidieron con un masivo aplauso tras una hora y media de show. Bien por los alemanes, a quienes esperamos ver pronto nuevamente en Santiago.

Kiss y el broche perfecto

Hasta que finalmente fue el momento de Kiss, agrupación a la que la mayoría de los asistentes fue a ver. Cuando el reloj marcaba las 22:40 horas, y mientras el frío ya comenzaba a hacerse notar, Gene Simmons, Paul Stanley junto a Tommy Thayer irrumpieron en el escenario sobre tres plataformas para dar inicio a su show en el que simplemente hicieron lo que quisieron.

Detroit Rock City, Shout It Out Loud y Deuce fue el trío de temas con el que los norteamericanos comenzaron a dejar en claro que ellos serían los reyes de la noche. Con un gran juego de luces y llamas, la banda hizo un recorrido por lo mejor de su trayectoria.

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Paul Stanley es un frontman que sabe cómo ganarse al público, y aunque no domina el español, de igual manera se las arregló para interactuar en todo momento con los chilenos. Esa excesiva entrega de energía, eso sí, hizo que sufriera un lapsus y confundiera Santiago con San Diego, lo que rápidamente trató de corregir con explicaciones.

Fuera de eso, la presentación prosiguió con War Machine, Heaven’s on Fire, I Love It Loud y la pegajosa Say Yeah. Muchos podrán criticar el desgaste evidente en algunos de sus miembros, especialmente en la voz de Paul, pero lo cierto es que la banda suple estos detalles con una performance que te mantiene concentrado y expectante en todo momento, especialmente si es primera vez que los ves en directo.

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Gene escupiendo fuego o con sangre en la boca, luego verlo tocando God of Thunder a varios metros de altura, el solo de Eric Singer en una plataforma que se eleva y Stanley cruzando por los aires el sector de cancha preferencial son momentos que quedan en la memoria, más aún con todo lo que conlleva un show de Kiss: el maquillaje, las estatuas gigantes de los integrantes a los costados del escenario o el papel picado.

Psycho Circus, I Was Made for Lovin’ You y Black Diamond fueron otros de los hits que se hicieron sentir en el estadio, tras lo cual llegó el momento del encore con Eric interpretando Beth en las voces y el piano, cerrando el show finalmente con Do You Love Me y Rock and Roll All Nite.

A estas alturas parece una anécdota la pregunta sobre si efectivamente será el último tour de Kiss, como tantas veces lo han asegurado. Lo cierto es que lo del domingo fue una jornada memorable. Sólo queda esperar a que se repita.

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