Alrededor de 12 mil personas se reunieron anoche en Movistar Arena en el primero de 3 conciertos que Alejandro Sanz ofrecerá en Chile esta semana: dos en el recinto del Parque O’Higgins (el segundo es este 27 de abril) y otro en Gran Arena Monticello, agendado para este sábado 29 de abril.
Las luces se apagaron alrededor de las 21:05 horas, momento en que el español arribó a escena presidido de imágenes en blanco y negro de él mismo semidesnudo, y de una bulla ambiente que reaccionó efervescente a las postales ofrecidas. Tras esto, Alejandro Sanz en carne y hueso: envuelto en un traje rojo escarlata y lentes cuadrados gigantes que se caían y nunca supieron ajustarse a su rostro, y la primera canción de la noche: “No es lo mismo”.
Aquel hit planetario que ya cumple 20 años será uno de los pocos que se escuchen de principio a fin en la Arena capitalina. En esta gira, “Sanz en vivo”, la amplia mayoría de los clásicos del repertorio están reducidos a la figura del medley (el “popurrí de canciones”), que en el show ocupa tres secciones del setlist
Lo anterior ocurre con temas como “El alma al aire”, “Amiga mía”, “Regálame la silla donde te esperé”, “He sido tan feliz contigo”, “Hay un universo de pequeñas cosas”, y hasta con “Y ¿si fuera ella?”. En cierta medida, también pasa lo mismo con “La fuerza del corazón” y “El tren de los momentos”, que se conectan a otras canciones de la lista.
Tal como dicta el título de la gira, Sanz apela a todas las herramientas de interpretación en vivo que domina: desde sus cantos y fraseos de evocación flamenca hasta sus dotes como guitarrista y pianista, pero sobre todo a cierta sobriedad que ha convertido en estampa personal. En cuatro pantallas gigantes, las imágenes de apoyo que priman son paisajes y atardeceres, los que apenas mutan a lenguas de fuego en los pasajes más intensos del show.
Acompañado de una banda donde destaca la presencia femenina (elogios aparte a su baterista y bajista), el cantautor se apoya constantemente en sus músicos, quienes son liderados desde las sombras por Chris Hierro, tecladista y corista que ya acumula 15 años acompañando al madrileño.
“Cuando nadie me ve”, “La fuerza del corazón”, “Contigo” (el cover de Joaquín Sabina) y “Corazón Partío”, que cerró la primera parte del show, fueron algunos de los coros multitudinarios del show, que contó con un bis tan acontecido como ecléctico.
En “Viviendo deprisa”, Sanz detuvo el show para dar espacio a un hombre que pidió matrimonio a su novia, todo esto ante los alaridos del Arena. “En frente de mi amor platónico, con tu permiso Alejandro…”, contestó ella antes de dar el sí. “Permiso concedido”, respondió Sanz al final, sin prever lo que venía. “Dame un hijo”, le gritaron luego desde el público, mientras el micrófono pasaba de uno en uno. “Voy a ver si tengo alguno en cartera, ¿vale?”, esbozó el músico entre risas, pero no quedó ahí. “Alejandro, a mí dame trillizos”, pidió otra fan.
Tras la secuencia, vino la penúltima de la noche, “Lo ves”, y, cómo no, un medley final con “Mi soledad y yo”, “Y, ¿si fuera ella?” y “Ese último momento”. En total, un show de hora y media que repasa diversas capas de la carrera de Alejandro Sanz, aunque veces demasiado sintéticas, demasiado cortas y demasiado sobrias.