La banda estadounidense regresó al país en el marco del “End of the Road Tour”, su última gira mundial que la noche de este miércoles tendrá un segundo concierto en Movistar Arena.
Con localidades agotadas y otras que no alcanzaron a vender sus tickets, Kiss concretó anoche su regreso a Chile en el marco de su gira de despedida de los escenarios, el “End of the Road Tour”, que la noche de este miércoles tiene pactado un segundo show en Movistar Arena.
Tras una aplaudida y más que correcta presentación del dúo local Frank’s White Canvas, Paul Stanley (guitarra y voz), Gene Simmons (bajo), Eric Singer (batería) y Tommy Thayer (guitarra) descendieron literalmente desde las alturas del escenario para dar por inaugurado un show que no escatimó esfuerzos de espectacularidad y jolgorio, y que mantuvo un halo carnavalesco de comienzo a fin.
“Detroit Rock City”, “Shout It Out Loud”, “Deuce” y “War Machine” fueron los primeros hits que remecieron el Arena, esta vez equipado con plataformas, lanzallamas, un sofisticado juego de lásers y cámaras y pantallas con transmisión en directo. El cuarteto, por su parte, lució los acorazados atuendos de siempre, y el maquillaje que los convirtió en una de las leyendas más reconocibles e influyentes del rock.
En escena, Gene Simmons y Paul Stanley fueron motores protagonistas de un concierto que se extendió por dos horas, y que tuvo expectante a su transversal fanaticada: desde veteranos fans de los setenta y ochenta hasta niños acompañados por padres y hermanos, parejas longevas y romances recientes, todos en su mayoría vestidos de negro y uno que otro caracterizado con las icónicas máscaras de tinta.
Uno de los momentos más aplaudidos de la cita ocurrió en la previa de “I Was Made for Lovin’ You” (la respuesta de Kiss a la música disco de los setenta), cuando Stanley se trasladó enganchado a un arnés hasta una plataforma ubicada al medio de la explanada del recinto (sector canchas). “Quiero verlos cerca”, gritó antes del arribo que dividió el Arena en dos polos.
Antes, Simmons tuvo su propio momento en las alturas botando líquidos rojos por la boca, mientras que Singer también apostó al arrojo: ejecutó un largo solo cuando su batería tomaba varios metros de altura sobre el escenario.
La faceta romántica del grupo, expresada en “Beth”, también tuvo espacio en la lista de canciones con Singer al piano, casi al final del show.
Como era de esperar, la histórica “Do You Love Me” (homenajeada alguna vez por Nirvana y centenares de bandas influidas por Kiss) y la emblemática “Rock and Roll All Nite” a todo volumen, entre globos gigantes y una lluvia copiosa de papeles picados, fueron el adiós definitivo de una velada electrizante y explosiva, festiva y desmadrada, tal como dicta el manual de las buenas despedidas.