Desde la primera semana de enero estará disponible en el mercado “Historia del Trap en Chile (edición aumentada)” (Alquimia, 2021), continuación del trabajo realizado por el reportero Ignacio Molina (1983) a raíz del boom del género musical en el país.
De las 200 páginas iniciales, ahora el libro cuenta con 310, una portada actualizada en tonos verdes y más de 15 capítulos nuevos que ponen en contexto importantes hitos del año.
“Esta nueva edición digital busca reforzar historias, con otras miradas, y también representar a parte de los talentos que irrumpieron este 2020”, cuenta el autor a BioBioChile.
Entre las novedades, destaca la aparición de voces prácticamente debutantes en la escena y la “explosión” de otras no tan difundidas en medios tradicionales. Quizás el caso más representativo se grafica en las páginas dedicadas a Killua97, músico de La Pintana que acaba de colaborar con Ceaese y Augusto Schuster en una canción que aún no ve la luz.
“Killua97 es la revelación del año. No solamente porque tiene talento musical, sino también por su carisma: aparece en la escena como una figura que atraviesa memes y redes sociales, y que no sólo muestra canciones”, reflexiona Molina.
Pero Killua97 no es el único. El chileno radicado en Nueva York, Julianno Sosa; el multirreproducciones AK 4:20; la propuesta narcótica de Yung Represalia ; el fenómeno viral de Harry Nach y las rimas punzantes de Cheska Liz, por ejemplo, son otras de las glorias de la edición 2021, ahora disponible sólo en formato digital.
“Recibí amenazas de parte de personas que no aparecieron en el primer libro”, confiesa Molina sobre “Historia del Trap en Chile”, cuyo lanzamiento debió lidiar con las restricciones comerciales de la pandemia a inicios de marzo.
“Y a varios de esos que mandaron audios o mensajes por Instagram, como C.A.S.O (ex Nación Triizy, que incluso aparece en el libro), les propuse que nos juntáramos a conversar en persona. Pero no lo hicieron. Algunos me bloquearon en Instagram y siguieron publicando historias contra mí y el libro. Al final me causó gracia esa actitud”, agrega.
De la lectura de esta segunda edición, uno de los capítulos más reveladores es “Un salúo pa’ MalayasPosting“, dedicado a los sitios web de memes que han ayudado a difundir la cultura trap. Otro es “Tacos”, donde Molina se inmiscuye en el universo femenino del estilo de la mano de @LaGroupie, cuenta en Instagram que se propuso catalogar mediante fichas y perfiles a las exponentes locales del género.
“Los memes se han convertido en una plataforma importante para el movimiento. Algunos cantantes incluso interactúan con estas páginas de Instagram, como Easy Kid con @MalayasPosting; otros a veces se enojan. Ha sido un espacio donde la escena y sus seguidores han podido reírse de sí mismos”, dice.
Molina, quien en febrero pasado auguró que 2020 sería “el año del trap chileno” (antes del feat de Pablo Chill-E con Bad Bunny y los recientes fichajes de Kidd Tetoon y otros exponentes con sellos multinacionales), ve con buenos ojos el futuro de los exponentes nacionales. Sin embargo, advierte un punto importante: la necesidad de algunos cambios.
“Para que el trap chileno siga creciendo, y empiece a esparcirse por el mundo como merece, porque el talento sobra, falta que se acaben las separaciones entre bandos, entre pandillas, y también las malas prácticas entre algunos artistas”, señala.
“Que los cantantes realmente ayuden a los productores y beatmakers que los acompañaron cuando estaban abajo, y en ocasiones sin recibir nada a cambio, como también a otros cantantes con los que compartieron escenario. La torta es grande y se puede compartir”, añade.