En el marco de las protestas y reacciones por el asesinato de George Floyd en junio en Estados Unidos, el sello Republic Records, el mismo de Drake, The Weeknd, Taylor Swif y Ariana Grande, tomó una decisión radical: eliminar el término “urban” (urbano) para catalogar a sus artistas y departamentos internos.
“Animamos al resto de la industria musical a seguir nuestro ejemplo. Es importante dar forma al futuro desde cómo queremos que se vea, y no adherir a las estructuras obsoletas del pasado”, argumentaron sobre el concepto, acuñado para generalizar las expresiones musicales de la comunidad afrodescendiente.
Desde entonces, el debate entorno al uso del vocablo se ha intensificado notoriamente. Para muchos, esta no es más que una forma “anticuada” y “obsoleta” de referirse a los matices del R&B y el hip hop.
De acuerdo a la revista Billboard, el término se originó a mediados de la década de 1970, cuando el DJ afromaericano Frankie Crocker acuñó la frase “urban contemporary” (“contemporáneo urbano”), que luego se redujo a “urbano”.
Si bien el origen de la etiqueta no escondía connotaciones negativas, algunos sugieren que ha evolucionado para agrupar arbitrariamente a la música ejecutada por afroamericanos, reduciendo el trabajo de músicos y colaboradores.
Republic Records, sin embargo, no fue la única en plegarse al gesto: el fundador de Milk & Honey, Lucas Keller, ordenó lo mismo para su firma.
“Urbano”, sin embargo, no ha sido la primera palabra que ha cumplido dicha función. Tal como recuerda el diario El País de España, en los cuarenta se hablaba de “Harlem Hit Parade” con similar objetivo. Más adelante fue “Race records” (“discos de raza”), e incluso el “rhythm’n’blues” creado por el reportero Jerry Wrexler.
En esa cronología, “Soul” es el precedente de “urbano”. La idea, en este caso, era presentar esta música sin connotaciones que pudiesen implicar rechazo. Es decir, un fin meramente comercial.
“Muchas agencias de marketing aún saben muy poco sobre los hábitos de consumo de la población negra. Así, las radios afirman programar música urbana para hacerse más atractivas. Esa situación provoca que incluso las radios negras traten de parecer menos negras para poder competir por el pastel publicitario”, comentó en 1982 el programador Sunny Joe White, tal como recuerda la publicación.
Los problemas con la etiqueta se han extendido hasta nuestra época. En 2014, la inglesa Radio1XTra de la BBC erigió a Ed Sheeran como el “músico urbano del año”, mientras que en 2019 los reguetoneros latinos criticaron públicamente al Latin Grammy por la generalización.
“Odio la palabra urban. No solo es una categoría errónea sino que nace de un modo de estereotipar las comunidades negras”, señaló Sam Taylor a Billboard, ejecutivo de la influyente firma Kobalt Music.
Tanki Balogun, gerente del sello RCA, contó su experiencia lidiando con el concepto “urbano”. “Ser ejecutivo de esta división me ha impedido poder trabajar con artistas fuera de este ámbito. Como soy negro, solo puedo trabajar con artistas negros y que se crea que encajan en el ámbito de lo urban”, lamentó.
Desde la publicación española, proponen una expresión para solucionar este entramado de eufemismos que ya lleva varias décadas, y a la cual exponentes como Kendrick Lamar, Beyoncé y Janelle Monáe adhieren sin ningún tapujo: simplemente, música negra.