Ante cerca de 45 mil personas, Shakira se reencontró con el público local a siete años de su última presentación en el país y a uno de finalizar el tramo europeo de su gira El Dorado, la misma que la trajo de vuelta en un concierto multitudinario en el Estadio Nacional.
Un medley de Estoy aquí y ¿Dónde estás corazón? fue el inicio de un show que se extendió por una hora y 45 minutos, y que repasó en gran parte los singles y colaboraciones que internacionalizaron la carrera de la colombiana (Maluma, Nicky Jam, Alejandro Sanz, Carlos Vives), al punto de convertirla dos veces en el himno un Mundial de fútbol con Waka Waka y La La La (Brazil 2014), piezas claves en el relato de El Dorado.
Sin embargo, el comienzo estuvo opacado por problemas de sonido que impidieron escuchar íntegra la voz de Shakira, y que incluso motivaron una breve protesta entre los asistentes más alejados del escenario. Lo anterior se solucionó con el primer set de canciones, alrededor del séptimo tema, la mayoría bailables, los que requirieron menor esfuerzo vocal gracias a las pistas pregrabadas que la sostenían.
El escaso alcance de su micrófono, que se escuchaba apenas en el círculo inmediato de asistentes que la rodeaban, hizo que fueran estos mismos quienes le manifestaran el desperfecto mediante señas y gritos que la artista optó por obviar. Superado el contratiempo, el frenesí volvió a las filas más privilegiadas, y las pifias por el sonido se disiparon a medida que se sucedieron videos y efectos lumínicos.
Chantaje, La tortura, Can’t Remember to Forget You en arreglos reggae y el medley de Loca y Rabiosa fueron las secuencias de euforia del espectáculo (reforzado por una pantalla omnipresente y despliegue técnico), mientras que em>Inevitable, Si te vas, Tú y una versión acústica de Antología destacaron como los únicos brotes de nostalgia de la noche.
Si bien las rememoranzas de la Shakira noventera no fueron la tónica de la gira, parte de esa narradora de historias se escuchó en las canciones de El Dorado, el disco de 2017 que funciona como tronco principal de un setlist coreado de principio a fin.
Los pasos de baile, los quiebres rítmicos y el trote festivo sobre el escenario al vaivén de su cabellera crespa, marca registrada de la barranquillera, fueron las postales que animaron a la fanaticada en la parte final del show, reservado para el binomio mundialero, Toneladas, Hips Don’t Lie y La Bicicleta, la canción de cierre, cuando sobre el escenario llovieron miles de papeles de colores y la colombiana prometió volver al son de los últimos fuegos artificiales.