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Hernán Rivera Letelier, reconocido escritor chileno, presenta la reedición especial de su primer libro de poemas, "Poemas & Pomadas" (Alfaguara, 2025), que refleja su esencia narrativa y su conexión con las salitreras del norte de Chile. Influenciado por Nicanor Parra, el autor revela en un prólogo el diálogo que lo incitó a incursionar en la poesía.
El exitoso y popular escritor chileno Hernán Rivera Letelier (1950), uno de los más leídos del circuito local, está de vuelta con una reedición más que especial. Se trata de “Poemas & Pomadas” (Alfaguara, 2025), su primer poemario, el cual circuló reducidamente en 1987 mediante una autoedición.
Si bien el libro no contó con un sello editorial en su origen, este ya perfilaba el halo narrativo del autor oriundo de Talca, hoy radicado en Antofagasta y, gracias a su obra literaria, vinculado hasta la eternidad a las salitreras del norte de Chile.
Parte de ese universo creativo ya se dejaba ver en “Poemas & Pomadas”, texto que en su época recibió el influjo antipoético del propio Nicanor Parra, quien fue uno de los apoyos clave del vate en su ruta literaria.

El prólogo, de hecho, detalla parte del diálogo entre ambos cuando HRL responsabilizó a Parra de su incursión poética. “Usted es el culpable de que yo esté metido en este forro que es la poesía”, le dijo Rivera. “Es la mejor definición de poesía que he escuchado hasta ahora”, respondió el hermano de Violeta.
“El momento exacto en que supe, no que era poeta, sino que nunca más iba a dejar de escribir: cuando terminé el poema ‘Hoy murió un viejo en la plaza’. Escribí poemas durante quince años y nunca me sentí digno de que me llamaran poeta”, cuenta Hernán Rivera Letelier a BioBioChile.
‘Hoy murió un viejo en la plaza’, uno de los poemas, parte así: “A la plaza llegó a sentarse/ pierna arriba la muerte/ no reparó/ en los aromos en flor/ permaneció impertérrita/ a la pandilla de gorriones/ que como niños mal vestidos/ revoloteó en torno a su esqueleto”.
El poemario está dividido en tres partes: Poemas, Pomadas y Albaricoques. “No hay peor poema que el que se escribe”, advierte la primera página a modo de inicio. Los textos, en su mayoría, fueron escritos cuando el autor trabajaba en la pampa, en plena dictadura militar. Otros, datan de los años setenta. Y otros tantos, apenas se remontan a algunos años, como “A ese alguien”.
El texto que abre el poemario es “Oda al norte”, y arranca así: “(…) El norte del que hablo/ es el norte de sangre/ el de gestas heroicas/ el de atroces masacres/ el de días ardientes/ el de noches glaciales/ el del viento que hiere/ con esquirlas de sales./ El norte del que hablo/ es el norte de sangre”.
Para continuar la cita geográfica, le sigue “Carta de amor a Antofagasta”, que en uno de sus pasajes declama: “‘Antofagasta es un ancla/ que al cielo nos sujeta/ ancla que lucen los cerros’/ dirán con acento lírico/ los con alma de poetas/ dibujándola con vino/ en lúcidas servilletas"”.
Hernán Rivera Letelier: “Para mí la pandemia fue como una beca para ir a encerrarme en una de esas escuelas de escritura creativa que dicen funcionan en Estados Unidos”
(P): “Carta de amor a Antofagasta”, leído desde el 2025, con la perspectiva de su obra, es prácticamente una declaración de principios. ¿Qué evoca hoy en usted ese poema?
(HRL): El poema me sume en la nostalgia, me lleva a mis primeros días de haber llegado a Antofagasta, el puerto más cercano a la salitrera donde me crié. Fue mágico estar por primera vez frente al mar y ver “tanta agua junta”.
(P): En “A ese alguien”, hace alusión a los desaparecidos de la dictadura de 1973. Y al leerlo, es posible palpar el dolor que causa este tema en su hablante lírico. ¿Fue la poesía para usted un refugio durante la dictadura militar?
(HRL): Este poema lo escribí al cumplirse cincuenta años de la dictadura. La poesía me fue un refugio, claro que sí. Hay una cosa que le agradezco a la dictadura, y es que no me dejó publicar durante diecisiete años. No me dejó publicar lo que hoy serían mis pecados de juventud.
(P): ¿Se arrepiente de no haber publicado más poesía en paralelo a su obra narrativa? ¿Qué fue lo que lo frenó a hacerlo?
(HRL): Por supuesto que seguí escribiendo poesía, pero hacia el lado. Lo que dejé de hacer fueron poemas. Todo lo que se me ocurría escribir me salía en modo novela. No sé si hubiera logrado escribir mis novelas de no haberme acostado durante diecisiete años con la poesía.
(P): Muchos padres-lectores, a veces, no logran acercar a sus niños a la poesía, pese a creativos intentos infructuosos. ¿Cuál sería su recomendación para ellos? ¿Es posible acercar a los niños a la poesía, o son los niños intrínsecamente poetas?
(HRL): Si el niño no nació con sensibilidad para la poesía, no hay caso. Yo digo que así como se nace para escritor, se nace para lector. Todos esos creativos intentos solo sirven para detectar al niño que nació con la sensibilidad y no lo sabe. Solo ese niño responderá a los intentos creativos, y se dará cuenta que lo suyo es la poesía o el teatro o la pintura. Etc.
(P): En “Poemas & Pomadas”, hay textos donde se relaciona con la naturaleza (la pampa) y los animales (“En cada vaca hay un cisne”); paisajes que también están en su obra narrativa. ¿Cómo definiría la influencia de la naturaleza en su obra, más allá del “eje” que ha sido la pampa?
(HRL): Este poema no se relaciona ni con la naturaleza ni con los animales. Apenas es una metáfora para decir que en todo lo ordinario hay algo extraordinario, que en todo lo feo brilla algo bello.
Aparte del desierto, la naturaleza puede torearme con otros paisajes que tal vez me maravillen, pero que no me dicen nada, en cambio el desierto, la pampa, las piedras, me hablan, y me hablan fuerte, con franqueza, como me hablaba el pan pelado cuando no tenía más para comer.

(P): La pandemia causó que todos nos aisláramos del mundo, que nos replegáramos. ¿Escribió poesía en este periodo?
(HRL): Para mí la pandemia fue como una beca para ir a encerrarme en una de esas escuelas de escritura creativa que dicen funcionan en Estados Unidos: Durante el tiempo que tuve -o me tuvieron- encerrado, escribí tres novelas, o sea, tres libros de poesía escrita para el lado. Y leí como un reo.
(P): Después de leer “Poemas & Pomadas”, a muchos se nos abre el apetito por conocer más del poeta Rivera Letelier. ¿Podremos conocer más de su obra poética? ¿Vienen más lanzamientos de este género?
(HRL): Tal vez algún día publique un libro con mis poemas en prosa. No será prosa poética, serán poemas prosudos.
(P): Este libro viene con el apartado “Albaricoques”, donde se instala en los extramuros del género poético con altas dosis de humor, que ha sido su propia rúbrica. ¿Falta “chasconear” más a la poesía?
(HRL): La poesía es una puta demasiado señora para dejarse chasconear por Pedro, Juan y Diego. Ella escoge con quién chasconearse. Pero, cuidado, en este caso son mucho los llamados y pocos los escogidos.
(P): En otras entrevistas ha dicho que, salvo excepciones, los poetas de hoy no podrían usar las camisetas titulares de los grandes próceres como Parra, Neruda y Mistral. ¿Por qué cree que ha ocurrido esto?
(HRL): Siempre he creído, y así lo he dicho, que el equipo de poetas chilenos es lo mejorcito de Hispanoamérica. Claro, tenemos una defensa de hierro impasable, incluido un arquero que se ha hecho insustituible.
(P): ¿Imagina un gobierno chileno, cualquiera sea el signo, enarbolando a la poesía como un eje de su gestión? ¿Debiese la poesía ser tema de Estado (considerando nuestra elogiada tradición poética?
(HRL): Nunca he llegado a imaginar cuestiones tan Waldisneycas como esa. Tampoco imagino a la poesía de rodillas mamándosela al Estado.
(P): En otros temas, ha pasado poco más de un año del debut cinematográfico de “La contadora de películas”, que en su equipo reunió a celebridades del cine internacional como Walter Selles y Daniel Brühl. ¿Quedó conforme con el resultado?
(HRL): Inspirados en la novela ‘La contadora de películas’ hicieron una buena película. Pudieron haber hecho una gran película…