La mejor de su generación. Elisa Serrana es divertida, irónica y profunda. Con un despliegue narrativo extraordinario que logra consagrar en “Una” –su tercera novela-, la perfecta reflexión y metáfora existencial de su obra. La historia de una mujer aferrada a una de las barandas del río Mapocho. A punto de suicidarse.
Por Marcel Socías Montofré
“Marie-Louise era feliz y ridícula”. Así como ella muchos otros personajes de la novela. Pero es solo un recurso para dar cuenta de un tema mayor. Preguntarse “Una qué… ¿Una heroína chilena del tipo Casta Susana, o Margarita Gautier?”, se preguntó alguna vez Matilde Ladrón de Guevara a propósito de Una.
Y la respuesta es un tremendo elogio para la novela de Elisa Serrana (Elisa Pérez Walker, 1930-2012), profesora y escritora feminista chilena que integró de manera brillante la Generación del ‘50, donde también destacan Mercedes Valdivieso, Marta Jara, Elena Aldunate y la propia Matilde Ladrón de Guevara.
“Una… Atractiva novela que está sustentada en un tema de múltiples resonancias. Su estilo evoca, a menudo, a James Joyce: ‘…verdor pegajoso, inmundo sobre un ojo blanco. Ojo blanco de cadáver, verde muerte de algas podridas’”, comenta Matilde Ladrón de Guevara con sincero elogio y provocación.
“Bien escrita –sigue-, muestra el talento y sensibilidad de su autora. Muchos sabemos que ella afirma su novela en una historia ocurrida en Santiago. No podría quedar en secreto un suicidio tan espectacular”.
Pionera y con profesión
Los elogios son merecidos. Elisa Serrana es una pionera del feminismo narrativo en Chile. Primero con “Chilena, casada, sin profesión” y finalmente con “Una”, para consolidar una narrativa enfocada en los roles de género y la brutal estratificación de la sociedad chilena.
Son tres relatos superpuestos. El recuerdo consciente (de un psicoanálisis de moda para la época); el recuerdo inconsciente, escrito entre paréntesis; y las reflexiones en letra cursiva.
Todo para retratar un suicidio aristocrático que pudo ser en París, Dubái, Las Islas Vírgenes o haciendo turismo aventura. Pero es en una sociedad tan ridículamente atrapada en sí misma, que con suerte alcanza para un suicidio simple y hasta irónico en el río Mapocho.
Una y un vacío existencial que llega a doler practicando la empatía lectora.
Como en la página 39:
“¿Cuándo inventé esa frase? Hace mucho, pero también el concepto de arte, de lo que es vida y arte, ha pasado de moda. Ahora la gente se contenta… o no se contenta con vivir”.
O el diálogo de la página 45:
– “Las corteja a todas. Hasta a mí.
-Gorda ridícula.
-A los hombres les gustan las gordas.
-A los rotos, dirás, no a los caballeros”.
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De su tiempo y el nuestrto
Políticamente incorrecta, deslenguada y sin tapujos, Elisa Serrana pone en perfecta evidencia cierto ethos de la sociedad chilena, un cerco impenetrable en cuanto a origen social, aunque fácil de abandonar cuando se desinfla por angustias existenciales y hasta exceso de aburrimiento por hacer nada.
En síntesis, una mujer con dinero familiar, hecha y derecha para cumplir con las expectativas de su época. Aunque Margot –la protagonista- está demasiado ocupada en sí misma, “de mí no quedarán más que actos, escándalos, porque son más abultados que los amores, las soledades, o las humillaciones. Algo de belleza y fracaso con mayúscula. Después de mi muerte agrandarán mi fracaso. No importa mientras sea en grande…”.
A juicio de Matilde Ladrón de Guevara: “El curso dramático es demasiado largo entre el ir y venir de los acontecimientos de la abismante vida de Margot. Vida cimentada en el egoísmo personal”.
– “Me separé -se lee en la página 135 de Una- agregaba para sí misma, tranquila en su cama. No soporto que se burle de mí, ¿qué se cree? No aguanto más esta guerra de nervios. Me mataré. Ya no doy más -comenzaba a transpirar. La paz, otra vez perdida-, que me encuentre muerta. Que cargue con mi muerte. Que el remordimiento lo hunda.”
O en la página 209:
– “¿Por qué se tiró a la noria el tío Tito?
-Estaba cansado… o loco”.
Patético suicidio
En opinión de Matilde Ladrón de Guevara, “sí, la bella Margot tienta para escribir sobre ella y su muerte. Su patético suicidio es para intentar varias novelas. Tal vez todas diferentes y tal vez ninguna como la real”.
“Elisa Serrana la tomó con cariño -añade-, con escrúpulos sociales. Muy respetable. Le resultó una imantada obra superior a la mayoría de sus colegas. Merece felicitaciones”.
Como en la página 208:
“Pobrecita esta agua, tan poca, tan fea, tan café. Sin embargo, es cama del vagabundo. Crece, murmura, acarrea palos y flemas, se arrolla en una espuma oscura. Es algo. Es un colchón para cualquiera”.
O según comentó en su momento Matilde Ladrón de Guevara, en la más merecida reseña de una obra que Editorial Zuramérica reeditó en 2022: “La conquistadora atrae y la escritora obliga a leerla, sin respiros y con un dejo de nostalgia”.
UNA
Elisa Serrana.
Editorial Zuramérica.
2022