La esquina de los recuerdos es una intensa historia de vida, marcada por la pasión, los sueños revolucionarios, la derrota, la resistencia, la prisión y tortura. Para seguir con un largo exilio y volver a la esperanza. Es historia y vivencias desde la periferia, fuera de las “historias oficiales”.
Historia y memoria
“La historia y la memoria recorren caminos separados,
Pero se abrazan en la esquina de los recuerdos”
Esta frase, al inicio del libro, es una buena introducción de lo que será la historia de Eduardo. Desde niño hasta que, en el exilio, jubila. Desde los años 50, la pequeña imprenta del padre, los tranvías. La vida en la calle con los amigos del barrio.
Cambios de casa, los malos negocios del padre. El traslado de la familia a Renca. El paulatino ingreso y formación de un grupo del Movimiento de Izquierda Revolucionario, MIR.
Vienen la militancia, el trabajo con sindicatos y un largo etcétera. Con un desenlace que puede parecer predecible, porque la “Historia” es “conocida”.
Sin embargo, la memoria y las vivencias, desde lo personal y los márgenes de los que proviene y en los que vive el protagonista, le dan valor e interés a La esquina de los recuerdos.
Memoria y vivencias desde los márgenes
La historia de Eduardo aporta la fuerza de lo vivencial. La subjetividad de haber sido protagonista. Pero no un protagonista cualquiera. Sino uno muy comprometido que actuó de manera decidida, corriendo grandes riesgos por sus ideales, por el bien común (independiente de nuestras propias creencias). Que lo hizo viviendo y actuando en sectores periféricos, marginales algunos.
Ese lugar donde se sitúa el protagonista le dan un particular valor. El de no mirar desde los centros de poder, desde las cúpulas.
Consecuencia
La esquina de los recuerdos permite intuir o acercarse a lo que fue esa militancia, esos sueños y compromisos. Esa vitalidad, los niveles de compromiso y consecuencia. Y sorprender por, en buena medida, la falta de consciencia de lo que pasaba y a lo que se enfrentaban (y con qué lo hacían). Por cierto grado de irracionalidad o falta de elementos para juzgar la realidad (lo que es fácil hacer con la distancia del tiempo y los antecedentes que hoy hay disponibles).
También puede llamar la atención la poca autocrítica que hay en el libro. Aunque, cierto, es un libro biográfico, no un ensayo.
Un aporte especial
“La labor del psicólogo era menos violenta, pero en el fondo, mucho más criminal. Observaba y anotaba todas las reacciones de los prisioneros, buscando sus puntos débiles, mostrando las contradicciones, orientando la tortura. No tenía ningún contacto físico con la víctima, pero era quizás el que más daño hacía.” (p. 106)
Esta cita pone foco en un personaje que ha pasado bastante desapercibido. Normalmente se destaca a los torturadores, a especialistas en flagelos, en médicos y enfermeras que ayudaron directamente asesorando a los criminales. Pero este actor, tan bien descrito, adquiere valor en su siniestro rol.
Biografía
La esquina de los recuerdos, escrito en tercera persona y con Eduardo de protagonista, parece más bien una autobiografía. Por su verosimilitud. Por la fuerza de las escenas, personajes y vivencias descritas.
Sin destacar por su escritura, La esquina de los recuerdos es un libro valioso. Pone en valor la memoria, la fuerza de las vivencias y las convicciones, y entrega un lugar desde donde mira que integra y (esperamos) en parte repara a tantas personas anónimas que han quedado en el olvido. Tanto a nivel individual como grupos sociales.
La esquina de los recuerdos
Óscar Orellana Figueroa
Zuramérica Ediciones & Publicaciones S.A.
Santiago de Chile, septiembre de 2023