“El tiempo de las moscas” se titula la novela negra que trajo de vuelta a la célebre guionista y escritora argentina Claudia Piñeiro (1960), hoy por hoy una de las autoras trasandinas más traducidas y reseñadas del panorama literario actual. Esta vez, el eje vuelve a recaer en Inés, la protagonista de “Tuya”, una de sus historias más recordadas.
En la trama, que transcurre 15 años después de los sucesos de la novela de 2005, Inés termina de cumplir su condena presidiaria luego de haber asesinado a la amante de su exmarido. A su salida de la cárcel, sin embargo, la sociedad que la recibe es completamente distinta a la que recuerda.
“Nunca escribo una novela pensando en que tenga una continuación, sólo me pasó eso con Betibú, que la pensé como una novela de género”, comenta a BioBioChile la autora de títulos como “Las viudas de los jueves, “Elena sabe”, “Un comunista en calzoncillos”, “Una suerte pequeña”, “Catedrales” y “la mencionada “Betibú”, que tuvo una adaptación al cine a cargo Miguel Cohan.
“La sugerencia fue de un colega y amigo, Guillermo Martínez, autor argentino que había llevado a Estados Unidos, con sus alumnos, la novela ‘Tuya’; él me dijo que debía continuar con esos personajes. Y yo le digo, ¿cómo?: ‘Como hace Patricia Highsmith con El Talentoso señor Ripley…’, me dice. ¡Qué alta que me deja la vara!, pensé”, recuerda Piñeiro.
“La cosa se me olvidó. Pero vino la pandemia y se me apareció esto que me dijo Guillermo, hice los cálculos y me di cuenta que ya habían pasado los años suficientes para que Inés hubiese salido de la cárcel. Y ahí me di cuenta de que si salía a la calle, se iba a encontrar con un mundo que había cambiado mucho con respecto a las cosas que la constituían ella, y eso me atrajo”, explica sobre el motor de la novela.
Si bien sus años presidiarios quedan en segundo plano en el trajín de “El tiempo de las moscas”, la reintegración social de Inés es una de clave notoria del libro: “En la cárcel ella conoce mujeres diferentes, porque pensaba que todas eran iguales a ella. El libro trabaja mucho sobre esta promesa falsa sobre quienes delinquen: tú cometes este delito, vas a la cárcel, te reacondicionas para la vida en sociedad, y después de unos años puedes estar de nuevo entre nosotros. Y muchas veces las cárceles no están acondicionadas para esto, ni la sociedad está con los brazos abiertos recibiéndolos”.
Una vez en la ciudad, Inés se asocia con la única amiga real que hizo en la cárcel: la Manca, pilar emocional y fundamental de su nueva vida. Con ella, comparte la oficina de un servicio de fumigaciones: mientras ella intenta buscarse un camino entre químicos, la Manca hace lo mismo como detective privada.
“La Manca representa a esta cantidad infinita de mujeres que están presas por vender drogas, por vender porros, pero que no son traficantes como tal”, cuenta sobre su personaje estrella, cuyo accidente ficcional tiene un correlato en el caso de una mujer que sufrió una cojera, y que se reinventó como una tenista.
Expresiones de lenguaje inclusivo y leyes como la del matrimonio igualitario o el aborto libre contrastan la propia historia de Inés: la de una dueña de casa tradicional que termina atrapada, y encarcelada, cuando estallan las apariencias que la rodean. En el camino, sin embargo, es la misma reinserción la que la obliga a tomar posturas al respecto.
“El mundo cambió, y muchas mujeres pudimos acompañar ese cambio más de cerca, y a muchas otras les cuesta más. Y a veces es algo que no tienes que decir, porque queda mal, pero a la vez no todos los cambios te acomodan. Esta situación extrema que le pongo al personaje, de salir de la cárcel y encontrarse con esto, es un proceso donde hay mujeres a las que les ha costado muchos más que a otras”, reflexiona en torno a uno de los bastiones de la trama.
“También me han dicho varones: qué bueno que el personaje que tiene que aprender de feminismo es una mujer y no un hombre. Te lo dicen en chiste, pero es cierto. Creo que hay un error en decir que feministas somos solo las mujeres, porque todos deberíamos ser feministas: ser feminista es defender el derecho de las mujeres. Punto”, enfatiza.
En “El tiempo de las moscas”, la historia va intercalada de un coro al estilo griego, donde diversas voces feministas, algunas más radicales que otras, observan lo que les ocurre a Inés y Manca, y a través de ellas, lo que viven sus compañeras de género.
El humor también tiene un espacio en la historia, pero esta vez distinto a cómo habitaba en “Tuya”: “Ahí Inés hacía chistes que hoy ya no me hacen gracia… Me di cuenta también que había cambiado la forma de tomar el lenguaje, que había palabras que ya no quería usar más, y modos de hablar… El lenguaje, como está hoy, a mí me incomoda; todavía no sé cuál es la forma de modificarlo, pero creo que esa incomodidad es positiva, porque demuestra que no todos somos nombrados”, comenta.
Claudia Piñeiro y las elecciones en Argentina: “Vives con la perspectiva de una elección donde puede ganar un candidato no solamente de ultraderecha, sino también que tiene ideas desquiciadas sobre muchos temas”
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La oriunda de Buenos Aires fue invitada especial del Festival de Novela Negra organizado por la Universidad Andrés Bello, y también una de las protagonistas del pasado Festival de Autores de Santiago.
En su paso por la capital, la escritora se dio tiempo para analizar la elección presidencial argentina en días previos a primera vuelta, de la cual reconoció sentirse fatigada, incluso, corporalmente. “Todos estamos en la miseria, o muchos estamos en la miseria”, dijo de entrada.
“Yo imagino que hay gente que puede aislarse más de las circunstancias. Pero para los que estamos expuestos públicamente, por cualquier cosa que dices sos atacado. Y suceden cuestiones de las que hay que decir, porque el silencio también dice. Entonces, cuando dices algo, hay que hacerlo con cuidado, porque, por un lado u otro, te van a atacar; es una situación muy complicada”, agrega.
Sobre Javier Milei, hoy una de las dos opciones para presidir la Casa Rosada, es enfática: “Vives con la perspectiva de una elección donde puede ganar un candidato no solamente de ultraderecha, sino también que tiene ideas desquiciadas sobre muchos temas, como reivindicar la dictadura militar argentina, o con respecto a los derechos de las mujeres”.
Sabiendo lo que venía (debates y el proceso eleccionario en sí), este año la escritora optó por aceptar con entusiasmo las invitaciones internacionales. “Yo sabía que iba a ser un año complicado en Argentina. Viajar no es que te aísle de lo que pasa, pero te permite tomar ciertas perspectivas y ver que estos son procesos bastante mundiales”, comenta.
Otra receta que recomienda para abstraerse de procesos similares, es la amistad. “Lo que más te protege es sentir que tienes un colchón de amigos, donde quizás no todos piensan lo mismo, pero con los que sabemos que por lo menos hay una línea donde estamos de este lado, condenando las dictaduras, defendiendo los derechos de las mujeres. Sentir que no toda la Argentina es ese 30% que votó por cuestiones que nos parecen tan alejados de la vida democrática”.