Un excelente libro para leer con paisaje. El pueblo del poeta que duerme en una cruz. Pero que a veces baja a tierra y se encuentra en las calles, buscando pan, saludando perros y gatos, vecinos, verduras, remedios para su Volkswagen o un Parra políglota que hablaba desde Las Cruces, el balneario, hasta sus artefactos. Como una buena puesta de mar.

Por Marcel Socías Montofré

“Parra se ha quedado para siempre entre Pablo Neruda en Isla Negra y Vicente Huidobro en Cartagena, configurándose lo que dijo en su poema El Gólgota; los crucificados en el madero símbolo de la venganza, el castigo o la salvación y vida eterna”.

“Las tres cruces –sentencia y escribe Myriam Carmen Pinto-, de los tres ladrones: el buen ladrón, el mal ladrón y el del medio que nos robó el corazón” (Pág. 7).

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Así comienza su peregrinaje por escrito Myriam Carmen Pinto, con buena pluma y crónica y hasta prólogo de Luis Weinstein: “libremente, como ecológicamente, el Litoral de Lo Poético, Las Cruces y este “Parra Siempre” de Minenchu contribuyen a la gran tarea que anunciara Rimbaud: Cambiar la Vida”.

Nicanor Parra

Porque de eso se trata. De la poesía o de la página 17: “El 23 de enero de 2018 cuando se conoció la noticia de su muerte, los llamados telefónicos iban y venían. Murió de viejo; tenía 103 años, había viajado un par de días a Santiago para unos exámenes médicos”.

Así cuenta Myriam Carmen Pinto en la página 19: “Después se supo que lo velarían en su casa de La Reina y en la Catedral Metropolitana y que su entierro se realizaría en el patio de su casa en Las Cruces”.

Las Cruces

Luego es lindo una temporada en Las Cruces. Al menos un par de páginas, como en la 103: “El escritor y guionista Gustavo Frías fue uno de sus amigos más cercanos. Por lo general se reunían en un restaurante frente a la playa, donde conversaban de un cuanto hay hasta la caída del sol”.

O esos buenos recuerdos de la página 126: “Patricia Ross Leiva, profesora académica de Música y a su propio decir: ‘Residente emocional de Las Cruces’, se encontró una noche con el poeta en la Punta del Lacho, a propósito de un Cometa y sus dos o tres estelas a su paso por Chile”.

O esa maravilla de la página 131: “Don Rimberto Tobar Flores, don Rimba, como le decían cariñosamente, construyó junto a su padre la casa de Pablo Neruda, la iglesia de Asunción de Las Cruces, y varias casonas y mansiones de los ‘paltones del litoral’” según sus propias palabras.

“Don Rimberto –dice y recuerda Myriam Carmen Pinto-, que vivía con su hija en la calle que lleva el nombre de su padre, trabajó durante 52 años en el kiosko de diarios. Frente a la playa es el único del pueblo. Vendiendo diarios y revistas conoció a don Nica cuando iba él mismo por los diarios”.

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Locaciones

Por cierto, y para conocer Las Cruces de Nicanor Parra, la página 137 mejor que: “las empanadas de mariscos, machas y camarones más apetitosas de todo el pueblo eran las de Julio Vera en su pastelería y Amasandería del sector de Playa Chica”.

O saber, como en la página 119, que “en San Antonio, iba al restorán ‘El Checo’, según decía: “Bueno, bonito y barato” Su dueño fue amigo de su hermano, Roberto Parra, creador de la mítica “Negra Ester” y su vida en el puerto”.

Es un Nicanor más cercano.

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Como en la página 91: “Aquí vive la poesía”.

Para disfrutar a un Nicanor Parra más cercano, de la misma autora de “Autopoéticas: Historias del escarabajo que se convirtió en una pared”. Para ese don Nicanor tan vecino.

Como en la página 93 y citando el volante de la calle: “Vengan todos. Niños, viejos, jóvenes, medianos, alegres, tristes, pesimistas, gordos, flacos, derechas, izquierdas, chileno y no chilenos, ricos y pobres, clase media, a pie, nada de autos por favor. No están invitados los tontos graves y los enojados con la vida y la poesía.
“Habrá libros –esa es la buena invitación de Myriam Carmen Pinto -, discos, películas, instalaciones y mucha buenas onda”.

Ediciones Universidad de Chile

Las Cruces Parra Siempre

El pueblo de un poeta que duerme en una cruz
Myriam Carmen Pinto

Ediciones Universidad de Chile