Se puede cuando se vive la experiencia. Se caza y se escribe. Como la ballena. Se vive cuando se escribe. O al revés. Así se le nota el oficio literario a Rodrigo Atria.

Se puede cuando se vive la experiencia. Se caza y se escribe. Como la ballena. Se vive cuando se escribe. O al revés. Así se le nota el oficio literario a Rodrigo Atria.

Por Marcel Socías Montofré

“Manifiesto aporte a la narrativa actual”. Tal como se advierte en la contraportada. Como siempre. Como es la idea. La historia de un periodista que termina siendo novela y la novela de Atria que respira como Mar Austral.

Brutal su lectura. Se lee tanto como se ama a las ballenas y sus leviatanes. Se lee y se na-vega. Mucho mejor que leer crónicas de un comentario. Se lee en vivo y en directo –aunque parezca libro- “No reina el mal en el corazón de las ballenas”, de Rodrigo Atria (Zuramérica Ediciones, 2023), es una excelente experiencia.

Con el debido respeto y distancia, escribe excelente. Hasta huele a mar y tormenta. Humana y social. Se le nota el oficio de periodista. La paciencia para llegar a ser escritor. La pacien-cia de esperar el momento oportuno. El arpón, la intriga y la caza –aunque cueste frío y ca-leta-, el momento oportuno.

Como en Caleta Chome. Al sur de Chile.

Construcción del relato

Eso es lo que se agradece de Rodrigo Atria. Esperar. Como avistando cualquier surgido de agua.

Como leer a Edgar Allan Poe cambiando “El Cuervo” por la ballena. Cuidando la ballena y la memoria.

Por ejemplo, en la página 223, “…de pronto me pregunté, ¿las andanzas de quién?, ¿Rey-nolds o Linderos? Estaba sorprendido hasta quedar sin habla. No lo podía creer”.

A estribor

Porque pasando por sus estudios en la Universidad de Notre Dame, pasando por “Chile, la memoria prohibida” (1989), el “Diario de Barcelona” y el Premio Planeta de Argentina, regre-sa mejor que “La fácil hermosura del olvido” (2005).

Regresa sabiendo a ciencia cierta –puntal, con buenas cartas náuticas, brújulas y con altura de arpón-, regresa profundo al Océano Pacífico con “No reina el mal en el corazón de la ba-llena”.

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Hasta regresa aplaudido por Melville y hasta se agradece el homenaje al periodista Alfonso Alcalde. Y eso que el cetáceo, la atmósfera, la vaguada y el Cachalote que fue aquel despe-lote de hace cincuenta años en Chile era como volver a leer a Herman Melville en 1851, 1973 y 2023.

Incluyendo la comunicación entre la ballena Moby Dick, la Isla Santa María, el síndrome is-leño, los epígrafes y el misterio.

Ismael, tal vez el “Libro de Job” y otros misterios.

Más al sur. Con desambiguación. Mucho más austral. Por eso es complejo citarlo en alguna página. Situarlo. Navega. Es igual como su libro y sus leviatanes. Como en Chile y sus aus-trales.

Aunque se moleste el personaje de la Pola.

Es complejo ser del mar y no perder la atención, el interés, las ganas de seguir leyendo y darse cuenta de que “No reina el mal en el corazón de las ballenas”.

El problema es otro. Por eso mejor leerlo. A Rodrigo Atria. En su novela. En su relato. Dan ganas de avisar antes de que parta la lancha. Antes de que amanezca. Mucho antes había una vez…

Zuramérica Ediciones

No reina el mar en el corazón de las ballenas

Rodrigo Atria
Zuramérica Ediciones

2023