Hay paisaje humano en la novela de Esteban Fabiá. Hay primavera, muertos y santos inocentes. El circo, la Navidad, el Año Nuevo y las estaciones pasando. Hay tantos años por escrito –desde la infancia hasta las balas silbando hace cincuenta años- que fluye intensa y natural su lectura. Como la vida.

Por Marcel Socías Montofré

Precisamente, de ese Chile se trata. Profundo y auténtico. Cercano a la naturaleza íntima. Ese Chile de los instintos. De viejas casonas, pueblos y aldeas globales. A ratos brutal. Otras veces erótico. Los primeros besos. Las primeras marchas. La sensibilidad de Anastasia. La fotografía del primer amor y la caída.

Todo aquello que un día de septiembre -hace cincuenta años-, terminó.

Como leer “El gran cuaderno”, de Agota Kristof.

Como la infancia perdida. O perder la virginidad al estilo “Julio comienza en julio” (dirigida por Silvio Caiozzi y escrita por Gustavo Frías).

A esa buena tradición literaria de buscarnos donde nos desgarramos y perdimos –hace cincuenta años- se suma Esteban Fabiá con “La fotógrafa de Rusia”.

Narrativa y cercana

Lo hace con una redacción fluida, como asomarse a un diario de vida. De rápida lectura, oportuno uso de la puntuación, la coherencia narrativa de los personajes, el preciso manejo del tiempo y escarbando mucho más adentro que el mero hecho de escribir.

Más bien es un relato extraordinariamente humano. Sincero. Incluso dulcemente ingenuo. Como fuimos todos antes de abandonar la infancia para entrar en “la realidad diaria, de todas las noches que ahí se vivían. No era un mundo pacífico, de amistades. Era un mundo violento, una jauría de perros, que en cualquier momento se mordían entre ellos”. (Pág. 21).

El Paraíso y septiembre

Por cierto, también hay algo de paraíso perdido, de buscar el cordón umbilical que conecte con “ese pasillo que daba al final de la casona, donde se veía una gran buganvilia. El perro Day, echado en algún lugar, y los gatos de la casa, que algunas veces se asomaban por esas puertas. Sus ciruelos, damascos, una higuera y un níspero. Sus plantas, Mantos de Eva, flores. Todo eso me hacía feliz”. (Pág. 29).

Si se lee con detención, es una fotografía por escrito.

Allí es donde se elogia La fotógrafa de Rusia. Porque es un oportuno retrato de época, de un Chile que comienza pueblerino y termina marchando al ritmo del mundo, con la banda sonora de los procesos sociales y políticos de los años sesenta, setenta y la suma de todas sus historias.

Para leernos después de cincuenta años como quien mira una fotografía de infancia, sin buscar razones. Más bien emociones, el punto de encuentro:

“El sueño de Max, de Leo cuando niños, solo un sueño:
-Yo voy a ser doctor y Leo presidente-.
Con Anastasia nunca más nos separamos”.
(Pág. 117).

¿La razón?: “Anastasia tenía la misma sensibilidad para sentir esos detalles. Yo no se lo había mostrado. Ella y su cámara me mostraban, me enseñaban de la vida verdadera, de su magia y su tragedia” (Pág. 121).

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La caída

Pero bien se sabe que Chile es también un país telúrico. De golpes. De naturaleza humana y sus extremos. Y de finales no siempre alegres, de primaveras que no siempre concluyen, pero que ayudan a reflexiones. A sacar conclusiones y concluir.

De cerrar los círculos.

También ese acto de transparencia se aprecia en Esteban Fabiá. En La fotógrafa de Rusia hay un libro, pero también una conversación con el lector, de contar cómo ha pasado la vida en estos últimos cincuenta años.

De la caída y de mirar hacia adelante. Para leernos, incluso en la carta de Anastasia para Bruno en su despedida: “…tengo miedo por ti caminando en las calles. Sé que te cuidarás, pero no puedo evitarlo. Tengo miedo, mucho miedo”.

Suele suceder que se aprende a vivir. A pesar del miedo. Incluso cuando pasan cincuenta años y se pierde el miedo a escribir de ese Chile tan personal. Para quienes se atreven a escribir incluso a pesar de la caída.

Porque de eso se trata. Elevarse y tomar la fotografía. Para ver el paisaje y contarlo por escrito.

Portada de La fotógrafa de Rusia
Europa Ediciones

La fotógrafa de Rusia

Esteban Fabiá
Europa Ediciones

2023