Octavio Gallardo, director de la revista Carajo sostiene que “El periódico online nos quita las calles, pero nos entrega la frescura del trato directo y la velocidad para enfrentar asuntos que nos importan”.
Por Francisco Marín Naritelli
Carajo es un periódico cultural que ha persistido durante el tiempo. Primero en papel y luego en digital. Conversamos con Octavio Gallardo, su director, a propósito de los 20 años de la revista y la edición impresa de aniversario, en cuyas páginas han aparecido autores como Hernán Rivera Letelier, Diego Maquieira, Raúl Zurita, Teresa Calderón o Elvira Hernández.
Nos cuenta, en exclusiva, algunas anécdotas, el origen del nombre y su implicancia como espacio de difusión y reflexión literaria; la importancia del trabajo colaborativo y los distintos tipos de liderazgo y composición como claves para la subsistencia del proyecto. También hablamos de contingencia cultural o los proyectos que se vienen por delante, con la posibilidad de publicar algunos libros, inclusive.
-¿Cómo fue haber sacado una versión en papel del periódico a modo de aniversario? ¿Hubo nostalgia?
“La verdad es que no somos nostálgicos del papel. Imprimir la versión aniversario del periódico es parecido a sacar un vinilo en el caso de la música. Para nosotros la versión impresa no ha sido el objetivo sino llegar a los lectores que tienen algún interés por la literatura, y sobre todo mantener un canal para que quienes escriben participen del debate social y cultural.
“Imprimimos y distribuimos en todo el país la versión impresa durante varios años porque nos interesaba ocupar un espacio en el muro público que eran los quioscos, agregar ahí la versión de la realidad de quienes dedican su vida a la escritura. Quisimos participar de esa discusión con esa mirada.
“Luego, el impacto de la web volvió más democráticas y cercanas esas conversaciones. Entonces nos propusimos la versión digital, donde estamos contentos, pero inquietos, porque creemos que debemos adaptarnos aún más a las nuevas formas de lectorías. No es verdad que no se lee; se lee, pero de maneras diversas. Por ahora somos defensores del acceso libre y gratuito.”
– Carajo inició con un rayado en el muro, en Quito, sin mayores reflexiones filosóficas. Así no más, una idea que nace del vacío, tal como lo explicas. ¿Qué ha significado este nombre, a la luz del tiempo, para ti como director?
“En Centroamérica Carajo es un garabato, y en otros lugares un insulto y en otros una arenga, para nosotros una exclamación. Esa diversidad de acepciones era interesante para una propuesta que quería estar dentro del juego pero con elementos que movilizaran.
“Es una bonita historia esa de donde proviene el logo porque es espontánea y accidental, un rayado en el muro de una calle de Quito con la expresión Carajo. Y luego, otro día, el stencil de una mariposa negra al lado del rayado definieron la imagen de la revista.
“Pero esa revista ya la queríamos antes, nos movía un impulso desconocido por crear más que una revista, un medio colectivo. Carajo ha sido un movimiento constante donde han participado muchas y muchos en diversos momentos, en mi caso una cofradía de la que solo me he hecho parte.
“El ciclo ha sido interminable, lejos de mí o cerca de mí en algunas ocasiones. Me siento acompañado por esa figura y esa acción, y finalmente estoy completamente ligado a ella. Sergio Ojeda, Antonio Cienfuegos y Salvador Gaete han sido editores por largo tiempo. Y hoy nos acompañan escritores y escritoras como Santiago Barcaza, Alejandra del Río, Fernanda Martínez, Dante Cajales, Felipe Díaz, Satu, Alfredo Said, Ignacio Muñoz Cristi, Giovanni Astengo; además de Carolina Toro y Armando Salgado de México y muchas colaboradoras y colaboradores. Carajo Somos todos, eso ha sido muy especial y nos ha llevado a cruzar el tiempo hasta hoy.”
-¿Qué entrevista memorable recuerdas para contarles a los lectores?
“Diego Maquieria. Semanas después de esa entrevista de portada Santiago se llenó de rayados que decían “Maquieria al nacional”.
“Oscar Hahn nos habló de su soledad y se quejaba por no haber sido premiado nunca.
“Miguel Serano; personalmente no me atreví a hacerla, me sentía muy joven intelectualmente y por lo tanto influenciable. La hicieron Sergio Ojeda y Francisco Vejar, los recibió de blanco y rodeado de Suásticas. Fue una entrevista controvertida, pero nos parecía necesario dejar registro de su cosmovisión e historia.
“Estela Díaz Varín. La encargamos a dos periodistas amigos, ella no la concedió pero le dijo a los chicos, “Acompáñenme”. La entrevista o conversación grabada durante toda una noche nunca llegó a la redacción sino hasta 10 años más tarde. La tenemos guardada como la entrevista perdida de Carajo, y ya pronto la liberaremos.”
-La primera edición traía como portada al escritor Hernán Rivera Letelier caminando por Santiago, como un guiño evidente a los desplazamientos, a la calle. ¿Cómo se retoma esa atmósfera de ciudad cuando vivimos en un mundo virtualizado, de redes sociales, o cuando el mismo periódico aparece online?
“Creo que no se puede retomar, se convierte. Tratamos de hacer constantemente guiños a la ciudad, la sociedad y la cultura global. Hace poco publicamos una pequeña entrevista a Teresa Calderón donde critica desde su posición de jurado, ni más ni menos, a los criterios de paridad en los fondos concursables para creadores. Desató una ola, eso nos gusta, no por la polémica sino debido a las conversaciones y discusiones que genera.
“El periódico online nos quita las calles, pero nos entrega la frescura del trato directo y la velocidad para enfrentar asuntos que nos importan. Desde la portada de Hernán Rivera han pasado muchas cosas, pero seguimos creyendo en esa fotografía del escritor o la escritora en la calle.”
-¿Cuáles son las dificultades u oportunidades que ofrece todavía la edición digital?
“Permite expandir nuestros contenidos, gran parte de las visitas son desde el extranjero, nos comunica con mayor facilidad, nos pone a disposición, pero también nos extravía en un mar de posibilidades, donde las personas quizá no puedan sopesar cada esfuerzo o la profundidad de las publicaciones y menos su trascendencia. La lectura en internet es corta y rápida, eso nos pone cierta desventaja.”
-Sabemos que en Chile las revistas literarias cuestan y no perduran mucho en el tiempo, léase ejemplos como Noreste, La Gota Pura o Rocinante, más allá del tema de avisadores y financiamiento, ¿qué ocurre o qué sigue ocurriendo? ¿Por qué cuesta tanto la subsistencia y cuál sería, en este sentido, la clave de Carajo?
“Creo que son importantes los tipos de liderazgo y la composición y propósitos del proyecto. Si la publicación depende exclusivamente de una persona, entonces el proyecto se expone a los tiempos y deseos de esa persona. Carajo es una publicación con múltiples versiones de sí misma, con distintas obsesiones y propuestas, enfoques y divergencias, compuestas por un grupo que se ha ido modificando generación a generación. Ha vivido gracias a eso, a que sus componentes se renuevan y aportan desde distintos lugares, aunque cada generación tiene una pulsión para desarrollar sus propias revistas, Carajo ha podido colaborar con esos empujes y transformarlos en una voz y una idea para todas, todos.”
-Leyendo la entrevista a Elvira Hernández que apareció en el número aniversario por los 20 años, ella reflexiona sobre la derrota plebiscitaria del 4 de septiembre. Reconoce un exceso de academicismo en la propuesta constitucional y que todo lo ocurrido, en definitiva, expuso “la atomización del estado cultural que se vive en el país”. ¿Cómo nos hacemos cargo de aquello? ¿O es realmente posible hacernos cargo? El mundo de la cultura en Chile pareciera un océano de islotes y archipiélagos, donde falta diálogo y deliberación.
“La atomización en sí no es un problema, sino muestra de la riqueza de la diversidad a la que nos vamos adecuando día a día. Las feministas, veganos, animalistas, los medioambientalistas, por ejemplo, nos amplían el horizonte, el problema es que el estado nación pueda consensuar una identidad no hegemónica con todos esos elementos, eso es lo que no logró la constituyente. No creo que esa sea una derrota, sino más bien un proceso que debería llevar a un diálogo, esta es una situación que tienen que diagnosticar no solo el Estado sino también los agentes de cultura, las organizaciones sociales y culturales, la sociedad civil, etc.
“Algunas organizaciones como la SCD o Chile actores han hecho un trabajo relevante en sus áreas para unir sus discursos internos, pero no conversan con otros y cuando eso no sucede suelen transformarse en tortugas cuya única opción es defenderse. El Estado chileno está muy atrasado, por lo demás, en esas políticas, sus brújulas son rígidas y burocráticas.
“Ahí donde el Estado debiera salir a buscar opciones para apoyar, ahí donde el Estado debiera becar procesos (y no solo la escritura de libros sin acompañamiento) para sus creadores y dibujar formas de intercambio, solo se dan a conocer cifras y estándares que al final resultan inútiles. Por ejemplo se entregan platas para decir que se apoya la lectura y la escritura, pero los fondos del libro se van diluyendo en financiar los programas de las bibliotecas públicas que debieran obtener financiamiento aparte o directo de las corporaciones a las que pertenecen.
“¿Esas cifras aportan algo a la creación? casi nada, o es extremadamente mínimo, es una operación donde obligan a los escritores y escritoras a mendigar su suerte, y a crecer solos y aislados, mientras todo exige comunidad.
“Al menos nuestro proyecto como medio literario es conversar con otras revistas, las revistas del pasado y las actuales y las extranjeras y en conjunto dialogar luego con otras áreas, estamos precisamente en eso.”
-Cuéntanos qué se viene por delante para el periódico.
“Hartas cosas, en la misma línea de la pregunta anterior, queremos avanzar en valorar la historia de las revistas literarias en Chile, conversar con las actuales nacionales y extranjeras, crear lazos, comunidad, y crecer y proyectarnos en conjunto. Queremos repetir alguna actividad con presencia física durante el año como lo hicimos para el aniversario con una respuesta extraordinaria de los lectores, las lectoras y el público que nos acompañó. Queremos publicar con mucha fuerza las secciones de crónica, entrevistas, ensayos y otras que ya tenemos, sumar nuevas zonas de reflexión, promoción y divulgación de obras y autoras y autores.
“Hemos tenido un par de años maravillosos con publicaciones de producción propia con régimen casi diario, y ahora queremos redoblar los esfuerzos para mantener publicaciones periódicas y de calidad. Por último, tenemos ganas de publicar algunos libros, quizá los hagamos y quizás sea hermoso.”