Las dudas, lo sutil, la fragilidad, la búsqueda de la belleza y la certeza de la muerte sostenidos por un emperador hijo de Dios o, después, por un Estado protector de los salaryman. Orden, disciplina, rigor y certezas en tensión, equilibrio o contradicción con esa poesía y capacidad de vivir y maravillarse con lo mínimo.
“Si encuentras a Buda, mátalo”, dijo el monje Döngen. Una frase recurrente en Diario de Japón. Una frase que parece cuestionar las certezas, que el camino tiene fin. Salvo los suicidios, tan frecuentes en Japón y, en especial, entre sus escritores.
Diario de Japón es un ensayo erudito (en literatura japonesa), de múltiples relaciones, de puntos de vista, citas, personajes contactados. Como una telaraña. Repleto de líneas que relacionan temas, frases, escritores, personas, sucesos. Y de los vacíos que quedan entre ellas.
“Entender el libro no es lo difícil”
¿Entonces qué es lo difícil?, le pregunto.
“Comprender al ser humano. Y ser amable. Así que ahora ayúdame con los platos”. A Shigeko no le preocupa el rumbo de tesis, pero sí la forma en que pongo la mesa.” (pp 141)
También es una telaraña porque es un libro que atrapa a el o la lectora, que cautiva por su belleza, que puede ser pegajoso, puede generar resquemores. Algo hermoso para contemplar, desagradable de tocar, de tocarnos.
“Japón, su literatura, cumplen en mi vida una función específica: hacerme olvidar las pesadillas. O comprenderlas.” (pp137)
Diario de Japón es un texto melancólico, que admira la belleza, lo sutil, lo mínimo de la cultura japonesa. Con una angustia latente que puede generar el vacío, intuir que todo dejará de ser importante.
“Lo que descubrió el gato de Soseki mientras miraba dormir al profesor: nada peor que un ser humano que se toma muy en serio a sí mismo.” (pp 172)
Un elemento central, un hilo conductor, es el libro Genji Monogatori, de Murasaki Shikibu. Escrito en el s X, en tiempos de la corte Heian. Un libro fundacional de la literatura japonesa, que aborda sentimientos, afectos. Para algunos, la primera novela japonesa y del mundo.
Pero al final, María José Ferrada vuelve a Shigeko. Y a tratar de entender su profundo interés por Japón.
“Imagino que Chile para ella es el equivalente a Japón para mí: un lugar que queda lo suficientemente lejos.” (pp 170)
Diario de Japón es un ensayo para acercarnos a Japón. Pero en especial para cuestionarnos y mirarnos a nosotros mismos. Y a nuestro entorno, una invitación a valorar sus pequeños detalles.
Y leer el poema, que ella cita y por eso conozco, de Misuzo Kaneko.
“Si digo “¿Vamos a jugar?”
Dices “Vamos a jugar”.
Si digo “¡Tonto!”.
Dices “¡Tonto!”.
Si digo “¡No quiero seguir jugando!”
Dices “No quiero seguir jugando”.
Luego, me siento sola.
Digo “Lo siento”.
Dices “Lo siento”.
¿Eres un eco?
No, eres todo el mundo.”
(Que me recuerda el poema de David Cañete, 2001, paciente del Instituto Psiquiátrico Dr. José Horwitz Barak)
Diario de Japón
María José Ferrada
Seix Barral
Editorial Planeta Chilena S.A.
Santiago de Chile, marzo de 2022.