Ser acusado de antisemita se ha convertido en algo grave, que puede tener consecuencias serias. Por ello, es importante, como con otros tantos términos, definirlos bien. Y usarlo de manera precisa.

La larga historia del “antisemitismo”, o más bien la discriminación y persecución, muchas veces brutal, del pueblo hebreo, es desoladora. Desgarradora. Por respeto a ella, es que resulta importante precisar hechos y usar las palabras adecuadas.

Semita

Las críticas a Israel, a algunos dirigentes de ese país o a la comunidad judía en cualquier parte del mundo, muchas veces son respondidas con acusaciones de antisemitismo, sin llegar por ello a ser siquiera escuchadas.

El término antisemita se ha transformado en una forma de anular, de eliminar. De establecer un límite entre lo aceptable y permitido y lo que no.

Semitas son, de acuerdo a la RAE (Real Academia Española), los descendientes de Sem, lo que incluye a hebreos y a los árabes.

“Según la tradición bíblica, descendiente de Sem.

Dicho de una persona: Que pertenece a alguno de los pueblos que integran la familia formada por los árabes, los hebreos y otros.”

Siguiendo lo que plantea la RAE, antisemitismo sería estar contra, ser “anti” cualquiera o todos esos pueblos: árabes y hebreo. Los palestinos son parte de los pueblos semitas.

Americano

El uso que se ha hecho y que se hace de la palabra semita, no es tan distinto a la de americano. Americano en el sentido de ser ciudadano de Estados Unidos de Norteamérica. Un uso que, durante décadas, ha borrado al resto de los habitantes de nuestro continente.

Ser “americano” también lleva implícito el que se sintieran dueños del continente. Porque los habitantes del “resto” de América somos latinoamericanos o sudamericanos, ciudadanos de segunda o tercera clase. Todo lo anterior, lo hemos vivido y sufrido.

“América para los americanos”, dicha por Monroe en 1823, es una frase que mutando en su sentido original para llegar a ser algo muy distinto para los ciudadanos de Estados Unidos de Norteamérica y para los latinoamericanos.

Antisemitismo

El uso de la palabra semita y antisemita es similar a la de americano (y antiamericano). Es una palabra que, en su uso, ha borrado a la mayoría de los semitas. Ha sido un uso que, de manera consciente, inconsciente, por ignorancia o por simple repetición irreflexiva, elimina, le quita parte de su historia e identidad -y, por qué no, sus tierras- a los “otros” semitas, a los que no se reconocen como tales.

Ser antisemita es ser antihebreo, antipalestino y/o antiárabe. Estar contra cualquiera o todos esos pueblos, es ser antisemita.

Hebreo, palestino, árabe

La confusión de términos impide una discusión que pueda progresar, en la que se pueda dialogar y llegar a acuerdos. Por ejemplo, más que antisemita, debiera hablarse de antiisraelí (si se opone a la existencia de ese país), antijudío (si se está en contra de la religión o de esa cultura), antihebreo (contra ese pueblo), antisionista (contra esas corrientes políticas), antimusulmán (si se está en contra de la religión), antipalestino, antipalestina, etc. O de judeofóbico, islamofóbico.

Por ejemplo, hay judíos (religión) que están contra la existencia del Estado de Israel. Eso no los hace antisemitas o antijudíos.

La especificidad en el uso de las palabras permite acotar si es un tema político, geopolítico, económico, religioso, cultural, étnico, etc. Porque muchas veces la confusión en el uso de las palabras permite ocultar motivaciones que son impresentables en términos públicos. Como lo es ser antisemita, antijudío, o, también, tener intereses geopolíticos, económicos, religiosos, etc. que conllevan arrasar con los derechos de otros.

Gaza
Archivo, RFI

Antisemita

Después de los brutales ataques de Hamás el 7 de octubre de 2023, al que se sumaron posteriormente otros grupos, ha habido por parte de Israel una respuesta que ha significado el asesinato de más de 17.000 menores de edad y de más de 12.000 mujeres semitas, palestinos de manera más específica.

Es decir, de todos los muertos en Gaza, desde el 7 de octubre hasta ahora, alrededor de un 70% corresponde a menores de edad y mujeres. (Esto no corresponde a un “daño colateral” y tampoco se puede culpar a los habitantes de Gaza por la existencia de Hamás. Ambos argumentos son violentos, discriminadores.)

Siguiendo este razonamiento, se puede afirmar que el Gobierno de Israel es, paradójicamente, antisemita. Porque el asesinato masivo de semitas inocentes merece ese calificativo. Aunque sea perpetrado por semitas.

Lo que hemos visto es, posiblemente, la sucesión de actos más graves de antisemitismo del presente siglo.

Lo anterior no invalida que, en nada, haya árabes y palestinos antisemitas, en específico antihebreos. Y que los hay en muchos países y grupos alrededor del mundo. Tampoco que, desde hace un año, estos sentimientos, pensamientos y actitudes se han acrecentado.

Asesinato, masacre, genocidio

Así como es necesario definir con precisión las palabras semita y antisemita, lo mismo debiéramos hacer con muchas más.

Asesinato, masacre, genocidio, entre otras, se usan de manera liviana, irresponsable o de manera torcida. Tanto la RAE, tratados internacionales como el derecho internacional definen esos términos de manera bastante precisa.

Es verdad, el lenguaje y las palabras van cambiando de significado. Pero deben evolucionar en precisión y no en usos ambiguos y mañosos.

Debiéramos avanzar en volver inaceptable que un asesinato sea considerado como tal o deje de serlo de acuerdo a nuestra postura, nuestro interés, y no por los hechos concretos que permiten o no calificarlo como tal.

Lo mismo debiera pasar con palabras más duras, como masacre o genocidio.

Otro punto a abordar, pero escapa a esta opinión, es que se hable de manera tan normalizada del asesinato de personas como algo válido, justificado, incluso como algo deseable.

Esperanza

Sin embargo, sin perder de vista todo lo antes expuesto, es importante destacar que hay personas y grupos que hacen esfuerzos por superar diferencias, discriminaciones. Grupos y personas que buscan establecer puentes y espacios de encuentro y diálogo. En especial mujeres -israelíes, judías y palestinas- que cruzan fronteras, se encuentran y establecen lazos.