Este año se conmemoran 80 años de la creación de la Orquesta Sinfónica Nacional de Chile, institución que nació junto al Instituto de Extensión Musical, dependiente en ese momento de la Facultad de Artes de la Universidad de Chile. Junto al Ballet Nacional Chileno, la Orquesta continúa bajo la gestión del ahora Centro de Extensión Artística y Cultural de la Universidad de Chile, organismo que también conmemora 80 años de labor en la gestión de los elencos nacionales.
La creación de la Sinfónica se hizo mediante la ley 6.696 de 1940, promulgada durante el Gobierno de Pedro Aguirre Cerda luego de una larga tramitación y debate, el cual daba razón de la relevancia que este hecho tenía para la élite política y cultural de Chile de esa década.
El punto de mayor debate estaba en la decisión de si esta nueva institución debía quedar bajo dependencia directa del Ministerio de Educación o de la Universidad de Chile. Los argumentos a favor de que fuera parte de la Universidad fueron defendidos con pasión y convicción por Domingo Santa Cruz, impulsor y verdadero héroe de la gesta que tuvo como resultado la creación no sólo de la primera orquesta estable y profesional del país, sino que también de la creación del Ballet Nacional Chileno, y de la Facultad de Artes de la Universidad de Chile, de quien fue su primer decano.
La Universidad, se decía con razón, aseguraba la autonomía artística y financiera de los gobiernos de turnos, como también la vinculaba directamente con la labor académica de las nuevas generaciones de compositores y de intérpretes. Sin duda alguna, esta unión dio excelentes resultados que permitieron el desarrollo de talentos originales. Prácticamente todos los premios nacionales de la música docta fueron directores del Instituto de Extensión Musical o miembros de la Orquesta Sinfónica Nacional de Chile.
La creación de los elencos nacionales puede enmarcarse en lo que fue el sueño de consolidar una república en el siglo XX, que intentaba avanzar hacia la modernidad. Sin embargo, hasta ese momento la formación artística y la existencia de elencos de calidad en el ámbito de la danza y la música clásica estaba aún en deuda respecto de otros ámbitos de la vida cultural como la literatura, las bellas artes o las humanidades.
Chile contaba con una Biblioteca Nacional de excelente nivel, ya había creado el Museo Nacional de Historia Natural, el Museo Nacional de Bellas Artes y el Museo Histórico Nacional. Incluso en el año 1929 se había creado el Consejo de Monumentos Nacionales y la Dirección de Bibliotecas, Archivos y Museos.
El Teatro Municipal funcionaba mediante concesionarios privados que presentaba operetas, zarzuelas y agrupaciones amateurs. Los chilenos aún no contaban con la oportunidad de presenciar la interpretación de las grandes obras sinfónicas y corales con la excelencia necesaria para poder vivir una experiencia estética sublime. Hay que recordar que en la década de los años 40 ya se habían estrenado las grandes obras maestras de la música moderna y que aquí no se conocían.
Esta fue una razón por la cual la creación de la Sinfónica significó un hecho trascendental para el país, a partir del cual comenzó el desarrollo de la música docta en Chile. Se modernizó el Conservatorio de la Universidad de Chile desde el cual surgieron grandes maestros y compositores que generaron un patrimonio cultural invaluable y trascendente, que continúa desarrollándose con fuerza hoy en el trabajo de muchas nuevas orquestas, agrupaciones y conservatorios.
Desde su creación, directores de la talla de Erich Kleiber, Herbert Von Karajan y Sergiu Celibidache, entre otros, han dirigido a la Orquesta. Pero sin duda, quienes han marcado el carácter y excelencia de nuestra Orquesta han sido sus directores titulares, los maestros Armando Carvajal, Víctor Tevah, Francisco Rettig, Agustín Cullel, Irwin Hoffman, Juan Pablo Izquierdo, David del Pino, Michal Nesterowicz, Leonid Grin y, desde 2019, el maestro Rodolfo Saglimbeni. Todos ellos, junto a la Orquesta Sinfónica Nacional de Chile, con sus 91 músicos estables, concertinos y solistas, han realizado una labor excepcional, con absoluta entrega y amor por al arte.
Considerada como la mejor Orquesta del país y una de las más destacadas a nivel latinoamericano, la Orquesta hoy enfrenta importantes desafíos en su gestión, financiamiento e infraestructura. Gracias al trabajo constante de sus músicos, equipo técnico y profesional del CEAC, la calidad artística de la Orquesta no ha mermado, sino que de acuerdo a la crítica especializada ha ido en aumento.
En ese sentido, es importante que nuestras autoridades reconozcan la labor de este elenco, que junto con poseer una tradición y vocación de excelencia, ha puesto su acento en la difusión de la música orquestal en aquellos sectores con menor acceso a bienes culturales. Lo anterior es coherente con nuestra política de difusión, accesibilidad y educación, que hemos asumido como un compromiso con el país y que cobra aún más sentido en el contexto del proceso constituyente que Chile enfrenta.
Diego Matte Palacios
Director del Centro de Extensión Artistica y Cultural de la Universidad de Chile.