Polémica ha generado el que, en el recién inaugurado monumento al ex-presidente Pedro Aguirre Cerda, en pleno Barrio Cívico de Santiago, se usara la tipografía Comic Sans en las cuatro placas dispuestas en su pedestal.
Sin lugar a dudas Pedro Aguirre Cerda es un personaje clave en la historia nacional. Por otro lado, el lugar en el que se ubica el monumento es un espacio simbólico de la mayor relevancia (Plaza de la Constitución) donde ya se habían erigido monumentos a los ex-presidentes Jorge Alessandri, Eduardo Frei Montalva y Salvador Allende, y a Diego Portales.
Más allá de los argumentos esgrimidos, la mayoría acertados (http://rbb.cl/kn6m ), en especial considerando que en Chile hay muy buenos especialistas en tipografía que han creado alternativas locales, resulta sorprendente que se repare en este detalle y no en el monumento en sí.
Desde hace unos años, han estado instalado en la Capital una serie de monumentos de dudosa calidad. Esculturas de factura, a mi juicio, deficiente, con próceser y héroes tiesos, en posturas falsas, con gestos torpes. Esculturas de un realismo torpe.
Sí, la tipografía Comic Sans (muy popular, y eso quiere decir que a la gente le gusta, que cumple una función) no era apropiada para las placas del monumento a Pedro Aguirre Cerda y había al menos decenas mucho mejores. Pero se pueden cambiar las placas. Sin embargo, la escultura misma, de un realismo básico que no tiene nada de creativo, de propositivo, con un pedestal tosco que podría servir a miles de monumentos, no captura el espíritu de Pedro Aguirre Cerda. Eso sin entrar en una serie detalles poco logrados.
También es preocupante la nula preocupación que hay por establecer una relación entre el monumento y el lugar donde se emplaza. Relación de escala, de materialidad, forma, etc.
Otros ejemplos
Sin un gran esfuerzo, podemos nombrar varios “monumentos” de escaso valor artístico, que poco o nada aportan en términos creativos o plásticos que, a mi juicio, sirven para empobrecer la ciudad y para vulgarizar esa forma de reconocimiento a personas que han sido relevantes en nuestra historia.
Algunos ejemplos que se me vienen a la memoria: los monumentos a Bernardo O´Higgins (de Galvarino Ponce, autor de los monumentos a los cardenales Caro y Silva Henríquez en la Plaza de Armas, y de la de Patricio Mekis, entre muchas otras), José Miguel Carrera (de Óscar Sánchez Fredes) y Arturo Prat (de Galvarino Ponce) al costado de la Municipalidad de Vitacura; al General Juan Mackenna (de Galvarino Ponce) en el Parque Inés de Suárez, Providencia, o a Camilo Henríquez, en el Paseo Bulnes (de Hugo Brunet).
Tampoco podemos destacar como garndes esculturas las que hay frente al Palacio de La Moneda, ni la de Eduardo Frei Montalva, de Salvador Allende (ambas de Arturo Hevia) o de Jorge Alessandri, todas realizadas en el último tiempo.
Es preocupante que los monumentos en Chile, salvo algunas antiguas honrosas excepciones (como el dedicados a los Héroes de la Concepción y Unidos en la gloria y en la muerte, de Rebecca Matte), sean tan mediocres y con un espíritu tan pobre, tan poco propositivo, donde no hay creatividad y en muchas de ellas tampoco hay un gran despliegue técnico. Muy pocos monumentos chilenos obtendrían algún tipo de reconocimiento o valoración artística.
Es necesario que se revisen los mecanismos para materializar las propuestas de monumentos, una vez aprobada la idea y el lugar. Y sería deseable que esta revisión se haga en forma amplia, democrática, y donde el foco esté en lo que se quiere transmitir tanto en lo puntual con cada monumento como en lo general, como sociedad.