El Papa Francisco llega a Cannes en un documental que pone acento en su mensaje social
Wim Wenders estrena en Cannes Un hombre de palabra, dedicado al jesuita argentino que hoy lidera la Iglesia Católica. Se trata de una extensa entrevista, en la que se intercalan imágenes de sus viajes pastorales y conferencias de prensa a bordo del avión del Vaticano, sin que el filme aporte ángulos nuevos sobre su trayectoria o desafíos.
El Papa está durante esta semana en la noticia en Chile y el mundo por los encuentros que sostendrá con cardenales y obispos chilenos en el Vaticano, en el marco de la revisión de los casos de abusos a menores perpetrados por sacerdotes. Al mismo tiempo, en el Festival de Cannes, Francisco está en primera línea gracias al documental que le ha dedicado el reconocido cineasta alemán Wim Wenders, ganador de la Palma de Oro en 1984 con ‘Paris, Texas’.
Estrenada mundialmente en la sección de Funciones Especiales del certamen francés, la película –titulada Papa Francisco: Un hombre de palabra-dura 96 minutos y su eje es una extensa entrevista en la cual el pontífice explica su mensaje y su visión de los problemas que afectan al mundo en este siglo 21.
Fiel a su estilo, Francisco responde con sencillez y cercanía, y pone el acento en la necesidad de diálogo, en la denuncia de la injusticia social actual y en la importancia de que la Iglesia esté junto a los pobres. ‘La pobreza está en el centro del Evangelio’ es su respuesta más intensa de toda la conversación con Wenders. También pone un toque de humor a algunas de sus respuestas y –en la única confesión que regala en la entrevista- cuenta que cada mañana lee la Oración del Buen Humor, escrita por Santo Tomás Moro.
En las imágenes de sus viajes, el documental incluye las masivas misas del Papa en Filipinas y en Bolivia, sus conferencias en Estados Unidos (una de ellas ante el Congreso Pleno), su visita a un hospital de niños en la República Centroafricana, y su presencia en las islas de Lampedusa y Lesbos, en el Mediterráneo, para abogar por un recibimiento humanitario para los inmigrantes africanos y sirios.
El filme incluye muy pocas escenas de archivo y en la más destacada, fechada en 1999, el entonces obispo Jorge Mario Bergoglio habla ante una multitud en la Plaza de Mayo, en Buenos Aires, e invita a quienes lo escuchan a conocerse, a ser hermanos y a darse un abrazo fraterno.
Uno de los temas más conflictivos de su Papado, como es la pugna con la Curia romana, es revisado en la película a través de un encuentro de Francisco con los cardenales en la Capilla Sixtina. Ahí el Papa les habla con tono severo y les envía varias indirectas, como que no anden con la cara larga y se cuiden del pecado de la vanidad.
Los temas candentes que le ha tocado enfrentar, como la relación de la Iglesia con la comunidad gay y, por cierto, las acusaciones de abusos de curas a menores en diversos países se resuelven principalmente por medio de bien conocidas respuestas dadas por el Papa a los periodistas en conferencias de prensa sostenidas en el avión oficial del Vaticano.
Un hombre de palabra está más cerca de un bien producido reportaje de la TV europea que de un documental que profundice en la personalidad, trayectoria y desafíos del Papa. En ese sentido, es un filme perezoso que se queda en el discurso y no aporta datos ni miradas nuevas sobre el personaje que pretende retratar.