El Censo no es sólo el día en que se realiza. Para mí, como voluntario, comenzó cuando me inscribí, para luego seguir con la capacitación. Una capacitación de 3 horas que (me) mostró las grandes diferencias entre el centenar de asistentes, las complejidades que podían presentar algunas preguntas y otras eventuales situaciones.
Ese primer momento (para el cual, como varios otros, me preparé revisando la página del INE y el cuestionario del Censo 2017) dejó en evidencia que una primera dificultad la presentan las mismas personas que encuestan. No resultó fácil que los asistentes entendieran y se compenetraran de lo que buscaba levantar como información este Censo abreviado.
Otro punto es que la capacitación -algo muy frecuente en el país- fue muy teórica, intelectual, y nada de práctica. Desde mi perspectiva, lo más importante para capacitar a una persona como “censista”, es que sepa acercarse a las viviendas y a las personas de manera adecuada, que adquiera familiaridad con el formulario, con las preguntas, y reconozca cuando tiene dudas y consulte al supervisor(a) cuando no sepa resolver.
Al ser teórica, quedaron muchas dudas que se resolvieron en la “práctica”, el mismo día.
“Censista” voluntario en 1982
Ese año me tocó censar. En Dictadura, en plena crisis económica y un creciente descontento popular, simplemente me tocó. Era una época en que no se preguntaba mucho…
Me asignaron a un conjunto de viviendas “Ley Pereira” en el “barrio alto” de la capital. Casi el 50% de los “jefes de hogar” estaban cesantes, y en varios de ellos las “dueñas de casa” eran las que paraban la olla haciendo tortas y pastelería, o hechuras y arreglos de vestuario para sus redes de amistad (sin internet ni celulares). No había dudas que los jefes de hogar eran los hombres, siempre.
A pesar de la situación económica, creo que la gran mayoría seguía siendo “pinochetista”. En ese tiempo usaba el pelo largo, y es probable que tuviera una barba descuidada. También fui con un chaleco artesanal que todavía conservo. Era evidente que, en términos políticos, yo estaba en la otra vereda…
Sin embargo, en todas las casas fui muy bien recibido, en todas me ofrecieron algo para beber o comer. En algunas la mesa estaba “puesta” para recibirme (con cosas elaboradas como queque casero o un té de “la rendidora” o una marraqueta con margarina Dorina), a pesar que las grandes dificultades económicas por las que pasaban muchos de esos hogares eran evidentes.
Las diferencias ese día -ni para mí ni para ellos- contaron.
La jornada del 19 de abril de 2017
35 años después, y ahora como voluntario, me tocó censar en la comuna de La Reina. Llegué a las 7:56 horas al local.
A pesar de algunas dificultades menores (como una cierta lentitud en la inscripción en el local y algún error inicial en la entrega del material), a las 9:03 horas ya estábamos saliendo a las viviendas asignadas.
Como cuando era joven, me sorprendió que todas las persona fueran muy amables. Muchas de ellas me dieron las gracias por la labor que hacía. Casi en todas me ofrecieron algo para beber o comer (cosa que por la premura y por eficiencia, nunca acepté).
Como hace 35 años, para mí, fue una gran experiencia. Un momento en que sentí que la gran mayoría de las personas entendieron que es un evento para el bien nacional, un acto cívico para poder realizar mejores políticas.
Muy rápido terminé las 14 casas que me asignaron, pudiendo ayudar a un par de voluntarios a resolver algunas dudas que tenían. A las 14:30 horas ya estaba de vuelta, pudiendo llegar antes que pasara el “censista” asignado al sector donde está nuestra casa.
Algunas consideraciones
Los Censos no están diseñados sólo para realizar mejores políticas sociales. Esa, creo, es una deformación de la instauración de un “Estado Subsidiario” en el país, donde sólo cabe que el Estado pueda apoyar e intervenir ahí donde el “mercado” no puede o no le interesa. He participado en varios proyectos en espacios públicos para los cuales los datos que nos proporcionó el INE respecto a los territorios circundantes fueron fundamentales. Los datos de los censos sirven para hacer proyecciones de población, para saber cómo va evolucionando en los diferentes territorios, pero también para muchos otros fines necesarios para construir mejores sociedades.
Más allá de las legítimas críticas y molestias por diversos casos ampliamente divulgados por medios y redes sociales, creo que se debe destacar a los cientos de miles de voluntarios -muchos jóvenes y mujeres- y a la buena disposición de la gran mayoría de las personas (sin despreciar la oposición que presentaron algunas comunidades o personas a ser censadas). Sería interesante tener estadísticas de los participantes del Censo.
Los problemas que hubo antes y durante (y posiblemente después) de la jornada, también muestran al país. Y más allá de las legítimas y necesarias críticas, me parece necesario tratar de entender que el proceso es también parte del Censo, de esta “foto” del país.
En mi fuero interno
Reconozco que me hubiera gustado vivir una experiencia como la relatada en “La jornada de un interventor electoral” (La giornata d´uno scrutatore, Italo Calvino, 1963), pero el 19 de abril fue algo mucho más simple, llano, donde pude reconciliarme -en parte- con una comunidad amable y colaboradora, incluidos los voluntarios y el supervisor.
Desde mi particular y mínima experiencia como censista y censado, pude conversar con muchas personas dispuestas a colaborar, a participar (aunque sea en forma limitada) cuando el fin es el bien común.
Espero que en cinco años las cosas funcionen mejor, como también espero ser un participante activo de ese proceso,