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El Teatro Municipal de Santiago celebra el 70º aniversario de la Orquesta Filarmónica con un programa especial dirigido por el joven director chileno Luis Toro Araya. En los conciertos de los días 27 y 28 de marzo se presentará la Sinfonía N°8 de Anton Bruckner y la obra chilena "Canción de cuna para Fuegia Basket" de Tomás Brantmayer. Toro Araya destaca la importancia de estas piezas para la reflexión y la meditación. Con una destacada trayectoria internacional, el director debutará con varias orquestas este año. La historia de la niña kawésqar Fuegia Basket, inspiración de una de las obras, y los detalles detrás de la Sinfonía N°8 de Bruckner enriquecen este especial evento musical.
En el marco del 70º aniversario de la Orquesta Filarmónica de Santiago, en marzo, el Teatro Municipal comenzó con una programación especial de conciertos, que continúa este jueves 27 y viernes 28 de marzo a las 19:00 horas, con un programa titulado Bruckner triunfal, bajo la dirección del joven director Luis Toro Araya.
Batuta chilena en ascenso internacional, el joven músico chileno fue director asistente de la Orquesta Nacional de España y recientemente fue nombrado director titular de la Orquesta Sinfónica de Concepción.
Así, en el Municipal de Santiago dirigirá la Sinfonía N°8 en Do mayor, WAB 108, de Anton Bruckner, cuyo 200º aniversario de nacimiento se conmemoró el año pasado; así como el estreno chileno de la Canción de cuna para Fuegia Basket, del joven compositor nacional Tomás Brantmayer.
En esa línea, Luis Toro Araya comentó que “la Canción de cuna para Fuegia Basket nos invita a reflexionar sobre el lugar al que pertenecemos. Es un viaje musical que inicia con sonidos naturales que poco a poco se van transformando en sonidos más modernos”.
“Creo que la monumental Sinfonía N°8 también es un viaje, porque escuchar a Bruckner es como una excursión a la montaña, casi una meditación, que nos invita a detenernos un momento y despojarnos de esa hiperactividad en la que estamos sumergidos en la vida diaria, para que la música nos hable”, manifestó.
Trayectoria de Luis Toro Araya
Luis Toro Araya nació en 1995 en San Vicente de Tagua Tague, región de O’Higgins. Estudió violín en la Universidad de Chile y en la Escuela Moderna de Música con Alberto Dourthé. Entre 2014 y 2017 formó parte de la Orquesta Sinfónica Nacional de Chile, y en 2015 comenzó sus estudios de dirección orquestal con Jorge Rotter, Leonid Grin, Garrett Keast y Helmuth Reichel Silva.
Posteriormente, se perfeccionó en la Escuela Superior de las Artes de Zúrich con Johannes Schlaefli y en la Escuela Superior de Música Franz Liszt Weimar con Nicolás Pasquet. En clases magistrales, ha trabajado con directores como Bernard Haitink, Paavo Järvi, James Lowe y Larry Rachleff.
El director chileno ha captado la atención internacional y esta temporada debutará con las orquestas Sinfónica de Bilbao, Sinfónica Nacional de Irlanda y la Orquesta de Picardie. Asimismo retornará a trabajar con la Orquesta Nacional de España, para un programa que incluye obras de G. Mahler.
Próximos conciertos
Fuegia Basket fue el nombre con que el capitán inglés Robert Fitz-Roy bautizó a una niña kawésqar de unos nueve años hacia 1830. Su nombre verdadero era Yokcushlu, y había sido apresada junto a un grupo insurgente de nativos que había luchado durante semanas contra el imponente HMS Beagle, luego de un fallida negociación de Fitz-Roy para recuperar un bote robado.
Fitz-Roy decidió que Yokcushlu, quien capturó la atención de los exploradores por su dulzura y tranquilidad, fuera llevada a Inglaterra, esperando que ella hiciera lo propio con el resto de la indómita Tierra del Fuego. Fue así que la niña vivió en una misión anglicana, siendo devuelta al año siguiente a su tierra.
Cuando llegó no sabía dónde estaba su aldea y tuvo que irse a vivir con los dos hombres que la acompañaban. Su destino quedó entonces sellado por ser una extraña en su propio hogar, lo que inspiró la obra de Tomas Brantmayer.
Por su parte, la Sinfonía N°8 de Anton Bruckner nació tras la muerte de Richard Wagner, a quien el compositor austriaco idolatraba y quería homenajear con una obra. En búsqueda de validación, llevó la partitura al director Hermann Levi, quien la encontró extremadamente compleja.
Si bien primero se desilusionó, Brucker decidió cambiarla para hacerla más aceptable, reduciendo algunas secciones, reestructurando temas y buscando mejor equilibrio entre las familias de la orquesta.
De este modo, fue estrenada en 1892 en Viena bajo la dirección de Hans Richter, con una exitosa recepción crítica y de los músicos, quienes destacaron su madurez absoluta y reflexión filosófica sobre la experiencia humana, desde la espiritualidad cultivada en vida hasta la redención que llega en la muerte inevitable.
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