El Observatorio contra la Violencia Obstétrica registra en su primera encuesta sobre los abusos psicológicos y físicos que sufren a nivel clínico las madres chilenas durante el parto, que una de cada cuatro mujeres atendidas en el sector público han sido víctimas de este tipo de violencia durante el momento de dar a luz.
Brutales procedimientos físicos que afectan la salud del recién nacido y a la parturienta. O comentarios críticos o de censura tendientes a minimizar el malestar de las mujeres, son parte de este tipo de violencia.
Violencia obstétrica
Actualmente, Chile no cuenta con una legislación adecuada que aborde la violencia gineco-obstétrica. Salvo un olvidado proyecto de ley llamado “Ley Adriana”. Está inspirado en el caso de una mujer que dio a luz a una niña sin vida en el norte de Chile y que sufrió un extenso recorrido de maltrato. El proyecto está, desde 2018, a la espera de su tramitación en el Senado.
Mientras, el asunto sigue siendo un tema pendiente a nivel institucional. Desde el mundo gremial y académico ya se discute la oscura visión de la salud maternal tradicional y cómo acabar con un maltrato de siglos. Este es un aspecto oscuro de la salud materno infantil, según Sergio Calderón, jefe de la carrera de obstetricia de la Universidad Academia de Humanismo Cristiano.
“El tema de la violencia obstétrica ya es reconocido en el sector de la salud materno infantil chilena. Existen muchos cambios por hacer, dado que es una práctica extendida desde hace mucho, muchísimo tiempo. Incluso, este concepto se ha normalizado a través de actos como el exceso de cesáreas que se realizan en Chile”, declara el docente.
Mientras, la Organización Mundial de la Salud (OMS) recomienda que solo un 15% de los partos sean por cesárea y en casos en que el proceso del parto no pueda desarrollarse de manera natural. Sin embargo, la tasa de cesáreas en Chile es de 37,7 por cada 100 partos.
“En nuestro país se naturalizan estas técnicas y procesos, que pasan de ser acciones quirúrgicas a ser una invasión a la autonomía de la paciente y las personas gestantes para entregar una atención inadecuada y alejada de todo el buen trato y humanidad que la profesión requiere”, agrega el enfermero matrón.
Nuevos profesionales
Como claves para formar nuevos profesionales que no repitan estos graves vicios de la práctica, Calderón recomienda revisar los programas y mallas curriculares universitarias retornando a una humanización que es propia de una carrera vinculada con el momento más importante para una madre y el recién nacido. Un hito que suele dejar marcas para toda la vida.
“El cuidado que profesa la carrera de obstetricia no está guiada solo por la misión y visión universitaria, nuevos enfoques de género o el importante trabajo con la interculturalidad, sino también con el respeto a los derechos humanos más básicos, sobre todos los de la mujer y el amplio espectro que abarcan en lo referido a la salud sexual y reproductiva”, añade como parte de nuevas miradas formativas que comienza a popularizarse entre generaciones de nuevos matrones y matronas.
“Es algo que hemos podido observar en nuevas y nuevos profesionales como una conducta claramente distinta a la antigua. Esto nos hace tener mucha esperanza en que esta generación y las próximas son las llamadas a generar los cambios”, cree el profesional de la salud.
Sergio Calderón estima que un factor de esta nueva actitud se relaciona con el trabajo en terreno desde los primeros años de la carrera de obstetricia. Esto es posble en universidades que privilegian las prácticas tempranas y el trabajo comunitario, para formarse no solo en la teoría sino en un baño de realidad, necesario para fortalecer la empatía.
Profesionales para la Atención Pública de Salud
La carrera de obstetricia,de la Facultad de Salud y Buen Vivir de la UAHC, innova a partir desde el 2025. Lo hará con una serie de certificaciones especiales para competencias de este tipo: técnicas, territoriales, de gestión y de trabajo comunitario, entre otras.
“Pensada especialmente como una formación dedicada a la Atención Primaria de Salud, la profesión de matrón o matrona que imparte la UAcademia convoca a realizar un acompañamiento de carácter integral que considera las actuales urgencias de este sector. El acompañamiento real y respetuoso es el que no transgrede al otro y a la otra. Nuevos saberes y prácticas deben tender a acompañar de manera real a ese otro y no castigar ni controlar como suele hacerse habitual y desgraciadamente en entornos de la salud. Es necesario regresar al agradecimiento que debe sentirse por el equipo de salud, a esa percepción de afecto y apoyo en un momento capital de la vida.”
“Estas líneas de trabajo territorial permiten justamente un acercamiento desde el estudiante al reconocimiento de saberes comunitarios con la población en primera persona que es transversal a distintas culturas de migrantes, pueblos originarios, disidencias y un sinnúmero de grupos que forman el colectivo e intersectan con edades, neurodiversidades, grupos sociales y también sus compañeros de otras carreras que generan una interacción virtuosa que aporta de manera fundamental al perfil de egreso”, plantea Calderón.
“Este trabajo más humanitario de construcción de comunidad permite a los estudiantes realizar un trabajo realmente situado desde los dos años de un plan de bachiller y mucho antes del egreso en el que todo el trabajo realizado construye salud no es solo portarla o discutirla, sino crear respuestas en comunidad”. Esa falta de diálogo es la que fomenta malas prácticas, como la violencia gineco-obstétrica, cree el académico.
Discusión sobre violencia contra la gestante
Esta acción afirmativa por el buen trato dentro y fuera del pabellón corre en paralelo a la necesidad de darle curso a una discusión social sobre la violencia contra la gestante a nivel institucional, advierte el docente para quien universidades como la UAcademia también aportan desde el discurso para generar cambios no sólo a través del perfil de sus egresados y profesionales, sino con la discusión con actores políticos, ciudadanos y culturales. Históricamente la Universidad ha impulsado, desde lo académico, iniciativas que son parte del cuerpo de la ley o su discusión. En especial, reformas en el ámbito de la salud a través de espacio para la discusión o para la asesoría de distintas comisiones referidas al buen trato en la salud pública, la justicia social y el derecho humano a la salud.