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Carlos Reyes y Rodrigo Elgueta hacen justicia por los selk’nam: "Este país los quería a todos muertos"

31 octubre 2024 | 18:03

El guionista Carlos Reyes y el dibujante Rodrigo Elgueta son una dupla consolidada en la novela gráfica chilena. Tras publicar “Los años de Allende” (2015) y “Víctor Jara: Una canción comprometida” (2023), el binomio contraataca con una reedición de “Nosotros los Selk´nam” (Reservoir Books, 2024), título que profundiza en uno de los motores de su sociedad creativa: los enrevesados caminos de la memoria.

Con registros que van desde el metarrelato hasta el vivencial, desde la crónica periodística hasta y la ficción, aquí los autores abarcan la historia de la cultura selk’nam a través de tres narraciones en paralelo. En una de ellas, incluso, con Reyes y Elgueta como personajes principales de su propia novela.

“La necesidad de la historia ayudó a que nosotros fuésemos protagonistas, porque las dudas que teníamos con Rodrigo, con respecto al pueblo selk’nam, iban a ser las mismas del público, entonces nosotros nos presentamos como representantes, o como vicarios del lector o lectora, de modo que pudiéramos ir guiando este viaje por las distintas facetas que abordamos”, cuenta Carlos Reyes a BioBioChile.

Carlos Reyes y Rodrigo Elgueta hacen justicia por los selk'nam: "Este país los quería a todos muertos"

“Coincido con Carlos… No queríamos dejar de lado el tema antropológico, histórico y mítico del pueblo selk’nam. Porque podríamos haber creado una historia ficticia, por ejemplo, una ficción basándonos en todos estos elementos, pero necesitábamos rescatar lo más fundamentado, de investigación. Esta idea de tener tantos niveles de narración, fue para satisfacer todas estas necesidades que teníamos. Incluso (el libro) contiene una historia de ficción y eso fue saliendo espontáneamente”, agrega Elgueta.

Esa historia ficticia muestra a una pareja que decide instalarse en Punta Arenas, cuando una de las partes consigue un trabajo en el naciente Departamento de Artes de la Universidad de Magallanes.

El viaje, sin embargo, es una excusa: lo que mueve al académico, en realidad, es una fascinación por los onas y su imaginario. Un cruce territorial que, en la práctica, vuelve a reproducir el choque cultural entre Martín Gusinde y las primeras comunidades que tuvieron contacto con la “civilizacion”.

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“Esa es una historia de ficción que no es tan ficción”, responden a coro. “Tiene un asidero real: si tú ves, ese personaje que viaja junto con su esposa, es Rodrigo (Elgueta) con su esposa Pepa, que efectivamente viajan a Punta Arenas y viven allá. Ahí ficcionamos un poco el encuentro de este chileno con esta cultura ancestral. Esa pareja, somos todos y todas: es la relación que tiene Chile con este pueblo”.

A pesar del halo local (aparecen paisajes de nuestros días y de días previos a Colón), lo de Reyes/Elgueta es un relato universal: el libro, de hecho, se editó en Corea del Sur antes que en Chile, donde debutó en 2021.

Mediante visiones y sueños, este chileno sin nombre en “Nosotros los Selk´nam” comienza acercarse por la vía mística a su obsesión. “Esos personajes son las personas que se han acercado al mundo selk’nam, porque sabemos que son muchos. Gente que colecciona postales, fotografías, muñecos, todo. Hay gente que ha enloquecido con esta iconografía de los selk’nam, lo que es sumamente interesante”Jack White, quien meses atrás, y de la nada, publicó en su perfil de Instagram una de las icónicas fotografías de la saga de Martin Gusinde.

“No hay un ser humano que no pueda sentir ante esa atrocidad, estremecimiento”

En la novela, los cruces temporales son una constante página a página, a veces viñeta a viñeta. Y en ese viaje permanente es donde el lector va registrando nombres, pistas, datos, tragedias e historias imprescindibles al momento de intuir el alma selk’nam.

Al tiempo en que esto ocurre, Carlos y Rodrigo (en la viñeta y fuera de ella; en este tiempo y en el otro) dan forma a una novela gráfica que a veces pareciera salir de sus páginas para tomar impulso en la realidad. Tal como ocurre en el imaginario de los también llamados onas.

Aquí, nombres de explotadores y colonos esclavistas se cruzan con los primeros “civilizados” que interactuaron con la comunidad fueguina, al ritmo de una historia que no esquiva el lamentable rol que jugó del Estado chileno en su desaparición, y más precisamente, en la extinción de su etnia.

Tal como recoge el repositorio digital y gubernamental Memoria Chilena, “la introducción de las estancias ovejeras (entre 1876 y 1930), creó fuertes conflictos entre los pueblos indígenas y los colonos europeos y chilenos, que adquirió ribetes de guerra de exterminio. Las grandes compañías ovejeras llegaron a pagar una libra esterlina por cada selk’nam muerto”.

Entre viñetas que de pronto desdibujan su margen y copan la página entera, “Nosotros los Selk´nam” enarbola una historia tridimensional donde la nomenclatura precolmbina es clave. Por lo mismo, conceptos como el “Hain” (rito de iniciación) y el “Temáukel” (dios supremo), se entrelazan a la mundanidad de nuestros días, y, de paso, a distintos artistas y personalidades que vincularon su camino -o su obra- a lo selk’nam.

(P): Hay un tono sacro en “Nosotros los Selk´nam”: una solemnidad al momento de acercarse, justamente, “lo selk’nam”. Y hay pasajes en que esto produce incluso una sensación acongojante en el lector, porque sabemos que pronto viene un exterminio brutal…

(CR): Con Rodrigo siempre nos cuidamos de no caer, por ejemplo, en lo chabacano o en lo cebolla, en los dos extremos. Pero es inevitable que, cuando te acercas con respeto a una cultura y empiezas a hablar en serio, haya momentos que son importantes, porque no estás hablando de una cultura como en abstracto. Siempre hay un respeto, hay un cariño, hay una investigación.

Tú sabes que hay un momento en que vas a ver zoológicos humanos, que van a matar indígenas, y que van a cortarles orejas o los genitales para mostrárselos a sus jefes y para pagarles. Eso es horripilante. No hay un ser humano que no pueda sentir ante esa atrocidad, el estremecimiento que mencionas. La historia es triste: hoy día tenemos mujeres y hombres vivos gracias a su propia resiliencia, porque este país los quería a todos sus muertos, desaparecidos.

(P): Películas recientes como “Los Colonos” o “Blanco en Blanco”, además de otros productos culturales, han revisitado el exterminio selk’nam. ¿Ven un “revival” sobre este tema en Chile?

(CR): Creo que más que un revival, efectivamente la gente está reflexionando sobre las culturas que habitaron primero Chile. Estamos acercándonos con miradas diferentes a las que antes teníamos, que eran mucho más irrespetuosas y que miraban desde un pedestal, desde una supuesta supremacía blanca. Hoy tenemos más herramientas de análisis. Nos acercamos a las culturas con mayor respeto, sabiendo que existen aún y que están ahí y que son ellos quienes definen su propio destino. Nosotros somos comentaristas de un proceso que no nos pertenece, en realidad. Nosotros podemos colaborar.

(RE): El acercamiento a los pueblos indígenas en los 70 y 80 era básicamente a través de las escuelas, a través de los conocimientos históricos de la academia. Pero después, con el renovar de las generaciones, también uno se da cuenta que puede hacer un aporte, que puede investigar, involucrarse en estas dinámicas a través del cómic. Una historieta es una gran herramienta.

Chile, una de las problemáticas que tiene, es que no tenemos muy claro quiénes somos. Y el 90% de la población tiene descendencia indígena a lo largo de Arica a Magallanes, entonces esa es la deuda sobre la que tenemos reflexionar.