El lugar de la otra, Fábula

El lugar de la otra, de Maite Alberdi: Edulcorada para satisfacer los gustos masivos

26 octubre 2024 | 09:18

La primera película de ficción de Maite Alberdi (Santiago, 1983) sigue, en cierta medida, el devenir de sus anteriores documentales (El salvavidas, La once, Los niños, El agente topo, La memoria infinita): el anhelo de querer ser cada vez más complaciente con las audiencias, a costa de sus propias obras. Sacrificando su mirada.

En El lugar de la otra, Maite Alberdi se centra en el asesinato que realiza la escritora María Carolina Geel en el Hotel Crillón, uno de los más importantes y elegantes de la época. Allí, mata a su amante, Roberto Pumarino.

María Carolina Geel

María Carolina Geel (Georgina Elena Silva Jiménez, Santiago 1913-1996) fue una taquígrafa, escritora y crítica literaria. Con recepción muy disímil de cada una de sus obras, se destacó por escribir desde (y de) el mundo femenino.

En 1946 publicó El mundo dormido de Yenia, siguiendo con Extraño estío (1947) y Soñaba y amaba el adolescente Perces (1949). En ese momento salió Siete escritoras chilenas (1949), un ensayo de crítica literaria donde valora, de manera inédita, a las creadoras locales. Luego, seguiría publicando críticas en diversos medios.

Pero en 1955, en el comedor del elegantísimo Hotel Crillón, asesinó a su amante Roberto Pumarino. El caso, que conmocionó al país, generó una avalancha de críticas y condenas, con fuertes cargas machistas (incluso para la época). Sin embargo, poco a poco esta postura fue cambiando, siendo importante la intervención, desde Estados Unidos, de Gabriela Mistral. Condenada a tres años de prisión, finalmente fue indultada por el presidente Ibáñez.

De esta época es su obra más famosa: Cárcel de mujeres, mezcla de novela testimonial y ficción, donde muestra un mundo oculto desde una mirada femenina.

Luego vendrían sus libros El pequeño arquitecto (1956) y Huida (1961).


El lugar de la otra

La película aborda la historia de María Carolina Geel (Francisca Lewin) desde poco antes del asesinato de Pumarino hasta que sale en libertad. Pero lo hace, en gran medida, a través de otro personaje: Mercedes (Elisa Zulueta), secretaria del juez que lleva la causa.

El interés inicial de Mercedes por María Carolina Geel se transforma, rápidamente, en identificación. En un habitar un espacio, un espíritu que nada tiene que ver con su agobiante vida, marcada por su arduo trabajo, las labores domésticas, la precariedad económica, material, y un machismo desbordante por todos lados.

El contrapunto entre ambas mujeres es uno de los puntos fuertes, potenciados por una gran cantidad de personajes, muchos de ellos testigos en el juicio, que entregan miradas parciales, plagadas de prejuicios, conservadurismo y machismo. Un contrapunto entre la mujer de vida acomodada, rebelde, libre, creadora, y la otra, opacada y aprisionada por la sociedad machista.


Otro punto a destacar es la vida familiar de Mercedes, mostrando las condiciones de vida de una familia de clase media de la época. Tanto en lo material como en las relaciones y dinámicas. Las ambientaciones son un aporte.

Tal vez ahí, cuando se muestra la casa de Mercedes, el departamento de Geel, en algunos detalles del Hotel Crillón, entre otros, se vea algo de la directora de documentales. Ese mostrar, develar, a través de lo existente (aunque sean escenografías).

Finalmente, destacan algunas buenas actuaciones y las secuencias de la protagonista tomando autorretratos con la máquina de su padre (algo que, también, se pudo aprovechar mejor).


Oportunidad desaprovechada

El lugar de la otra es una película que se deja ver, entretenida, con ambientaciones destacables (a pesar de algunos detalles erróneos y desafortunados). Que entrega perspectivas que pueden despertar preguntas, cuestionar.

Sin embargo, al terminar de verla, parece “otra película de Netflix”. Una suerte de producción en serie para un “gusto” masivo, modelado luego de decenios y de cientos y miles de películas hechas con la misma receta. Solo cambiando algunos ingredientes para que no “parezca” lo mismo.

Por ejemplo, da la impresión que siempre se mira “desde afuera”, sin realmente entrar nunca en los conflictos internos de las protagonistas. Entrar más allá de la formalidad, de frases hechas, de pensamientos -en la mayoría de los casos- obvios. Lugares comunes.

Incluso, El lugar de la otra plantea el paralelo y la -posible- relación de este caso con el de María luisa Bombal (que disparó frente al Hotel Crillón a Eulogio Sánchez -pionero a nivel internacional de la aviación- en 1941). Sin embargo, como muchos aspectos y temas, queda como algo meramente anecdótico.

En resumen, El lugar de la otra es una película bien realizada, con algunas buenas actuaciones, bien ambientada, pero floja en su guion y en el desarrollo de sus protagonistas. Ello, fundamentalmente, por un posible esfuerzo por hacerla masiva, edulcorada, con frases obvias y llamativas, pero que no resultan punzantes ni provocadoras para casi nadie.

Es una película que, a pesar de los temas y aristas que aborda (o pudo abordar), no incomoda, no interpela.


El lugar de la otra

Dirección: Maite Alberdi
Guion: Inés Bortagaray y Paloma Salas
Elenco: Elisa Zulueta, Francisca Lewin, Marcial Tagle, Pablo Macaya, Gabriel Urzúa, Pablo Schwarz

Música: José Miguel Miranda
Fotografía: Sergio Armstrong
Compañías: Fábula