El nombre del parque se debe a las 3 torres de granito que están al extremo este del macizo, las cuales atraen, tal como un poderoso imán monolítico, a miles de peregrinos cada año.
La palabra Patagonia trae a la mente grandeza, desolación y belleza. Distinto es estar aquí y sentir vientos huracanados, ver glaciares que parecen estar al alcance de la mano, o explorar enormes lagos de aguas turquesas. La naturaleza es aplastante, amplificada, y sobrepasa la imaginación de los miles de visitantes que quedan impresionados con esta vastedad y desolación. Las dimensiones son completamente distintas, todo parece ser exagerado.
Trekking mirador Base Torres
Esta ruta se ha transformado con los años en una de las más populares de sudamérica. Sin embargo, no es un trekking fácil como mucha gente cree. Para alguien con buena condición física sí, pero para una persona sedentaria y que se aventura sin la preparación adecuada puede ser un problema.
Durante todo el año la gente sube como si fuera una especie de peregrinación. La mayoría va ensimismada en sus pensamientos y retos personales, imbuidos en el entorno, midiendo sus capacidades en cada paso.
La mejor época para ir es noviembre y diciembre, es primavera y eso es un espectáculo aparte. Marzo y abril también son buenos, y coincide con el otoño, cuando los bosques de lenga y coihue comienzan a cambiar de color. En estos 4 meses no hay tanta gente, no hace tanto frío y los días son largos. El tiempo es más estable, pero hay viento, a veces rachas muy fuertes.
La ruta
El trekking es básicamente subir y bajar por el valle de Ascencio. En total son 22 kilómetros, unas 4 horas de ida y 4 de vuelta.
La primera subida es moderada, pero larga y constante. Se necesita poco más de una hora hasta el Paso de los Vientos, donde se entra al valle en si. Esta parte sorprende a muchos que esperaban un paseo relajado.
Después se hace una pequeña bajada hasta llegar al campamento Chileno, ya en la mitad del camino aproximadamente. Generalmente se hace un descanso aquí para comer algo y reponer fuerzas. Es un lugar agradable junto al río Ascencio y cuenta con mesas y bancas.
Entonces viene, quizás, la parte más hermosa de la ruta, cuando se cruza un frondoso bosque de lengas centenarias. Es un camino ondulante, con subidas y bajadas cortas que toma poco más de una hora. A mitad del valle se toma, a la izquierda, un sendero que serpentea una morrena. Es la última parte y la más complicada. Se gana altura rápidamente, pero caminar entre grandes rocas se hace pesado, es “comepiernas”. En esta última parte hay que subir y bajar con cuidado, en especial en invierno, cuando hay nieve y también hielo. Es la parte más difícil y agotadora. Es una hora, pero con una fuerte y constante pendiente.
El Mirador
El trekking llega a una laguna, que es el mirador desde donde se ve la base de las Torres del Paine. El premio por llegar es contemplarlas en toda su grandeza, sentirse una hormiga en medio de gigantes. Se pierden las dimensiones entre tanta grandiosidad. El mirador está a 870 msnm y la torre central, por ejemplo, tiene 2800 mts.
Para mucha gente es difícil creer que las torres tengan 2 kilómetros de roca completamente vertical, es como ver 6 torres Eiffel una sobre la otra, o 15 torres Entel. Son gigantescos monolitos de granito que parecen tener varias capas, algunas arrugadas, o con fisuras interminables. Son verdaderas esculturas al aire libre, que los elementos han tardado millones de años en crear.
Las torres son hipnóticas, se puede estar horas admirándolas. Al ser de granito cambian de color a través del día. En la madrugada son rojas, en las tardes parecen azules. De hecho, los primeros habitantes de esta tierra fueron los Aonikenk (Tehuelches). Lamentablemente se han perdido casi todos los topónimos originales y los actuales son en su mayoría europeos. Pero talvez el más importante se mantiene, Payne, que en idioma Aonikenk quiere decir justamente azul.
Temporada de verano
Históricamente el parque es visitado sobre todo por extranjeros, pero cada año se ha hecho más popular entre los chilenos. La pandemia, la baja en los precios de los pasajes aéreos y la oferta de alojamientos económicos en Puerto Natales han sido un gran aliciente.
Durante los meses de enero y febrero se llena de nacionales y la ruta en algunas partes se torna casi intransitable. Llega gente con los más variados estados físicos y muchos no saben bien a lo que vienen. Se informan por YouTube, que tampoco ayuda mucho. Mucha gente se queja de que no hay suficiente información sobre la dificultad de la ruta.
Es normal que nieve durante el verano en las partes altas del parque. Lo malo, es que a veces se llega al mirador y no se ve absolutamente nada. Algunos vuelven decepcionados, pero la mayoría se va satisfecha de saberse en un lugar remoto y único.
Tal vez los más felices son la gente del extremo norte de Chile, que se emociona al ver nevar por primera vez en su vida. Para alguien de Arica, Antofagasta o la Serena, por ejemplo, es un regalo extra de la naturaleza.
Camino de regreso
Mucha gente baja emocionada y olvidan que les falta la mitad del camino por recorrer. Los que llegaron con la reserva de sus fuerzas, puede que tengan algún problema. La vuelta se hace larga. Se ocupan las mismas 4 horas y se baja por el mismo sendero. No es todo bajada, hay algunas subidas también. Los deportistas disfrutan el descenso, pero mucha gente sufre, por el cansancio o el dolor de rodillas.
Es buena idea prepararse antes, si no se es deportista, para disfrutar y no sufrir. En verano es algo normal. Hace unos años, bajando esta ruta con gente que venía muy mal, un chileno que me acompañaba mientras iba esperando me dijo. “¿sabes cuál es el problema de nosotros los chilenos?. Es que hasta para ir a comprar pan a 3 cuadras vamos en auto”.
Este país que fue sedentario parece estar cambiando lentamente. Mucha gente, en especial jóvenes, se están aventurando a la montaña, a reservas, humedales y parques en todo Chile. La vida en la naturaleza parece estar volviendo a ser algo importante.
No hay que olvidar Torres del Paine. La octava maravilla del mundo parece tener algún tipo de magnetismo. Mucha gente se enamora completamente y vuelve con la familia o los amigos, otros no se van nunca. Lo que es seguro es que, en la memoria de cada viajero, permanecerá la visión de este espacio único, vasto y remoto.
Gabriel Espinoza Bustamante
Escritor, Guía acreditado Torres del Paine, instagram nomadeaustral24