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"Real Self desafía al público chileno con su propuesta de anonimato total e inmersión. Bajo la dirección de Jabo Drucaroff, el montaje ha generado gran expectación y éxito de ventas en Factoría Italia, con funciones de miércoles a domingo. Los asistentes, convertidos en protagonistas, deben cumplir con estrictas medidas de anonimato, incluyendo un atuendo especial y el desprendimiento total de dispositivos electrónicos. ¿Funciona? BioBioChile acudió a una de sus funciones y esto es lo que vimos.

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BioBioChile estuvo en una de las misteriosas funciones de "Real Self", el inclasificable espectáculo argentino que arribó a Chile con inusitado éxito.

Desde su afiche, “Real Self” no esconde su premisa ante el espectador: “¿Te atreves a ser real?”.

En el límite de la experiencia inmersiva, la performance, la instalación, la expresión dramática, la terapia grupal y la noción in situ del paradigma del anonimato contemporáneo (recordar las hordas de cuentas incógnitas que inundan las redes sociales actuales), el híbrido de origen argentino cumple desde el inicio una de las etiquetas que lo preceden: se trata de un espectáculo “inclasificable”.

Rodeado de misterios, secretos e intrigas que resultan imprescindibles para su desenlace, “Real Self” arribó a la cartelera chilena sin más pistas que una campaña publicitaria de afiches y banners que repiten el desafío inicial (“¿Te atreves a ser real?”), tan majaderamente que puede parecer una entelequia.

El montaje ( primera certeza de BioBioChile antes de ingresar en él) fue obra del argentino Jabo Drucaroff y llegó a Santiago mediante la firma local B-Tools Producciones. Las funciones (¿cabe definirlas como “funciones”?) se desarrollan en Factoría Italia (Av. Italia 830, Providencia), de miércoles a domingo, con un éxito de ventas inusitado para espectáculos de este tipo (las entradas para hoy domingo 21 de julio están agotadas, tal como en semanas anteriores).

"Real Self": La experiencia anónima e inmersiva que pone a prueba al público chileno y agota funciones
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Con el patrocinio de la embajada de Argentina en Chile, “Real Self” apuesta por el “boca a boca”, aunque al final de cada show (¿show?) los organizadores son explícitos en que es fundamental omitir detalles al momento de sugerir recomendaciones.

Misterios aparte, una de las novedades es la ausencia absoluta de artistas convencionales: aquí, el público deja su rol de espectador y pasa a ser, in situ, protagonista. Y para ello, se debe garantizar un completo anonimato, lo que incluye un overol ancho y blanco; una máscara poliédrica del mismo tono; botas y guantes que cubren calzado y extremidades; y un cubo donde bajo llave deben quedar celulares y cualquier artículo no vital. Hay cinco minutos para cumplir las instrucciones. La sublimación (¿sublimación?, ¿qué?), en total, bordea la hora y media.

“Real Self” en Chile (y en la chilenidad)

Finalizada la cuenta regresiva (un cronómetro marca el tiempo para los preparativos en el “sector cubos”), comienza “Real Self”. Sin embargo, para las decenas de personas que acompañan a BioBioChile en esta experiencia, que se autodefine como “la primera realmente inmersiva”, el espectáculo se inicia antes, en las filas para ingresar al recinto.

Susurros de pasillo, bromas ladinas, comentarios torpes y muchas risas nerviosas (quizás demasiadas), se vuelven habituales ante el suspenso programado.

“¿De qué se trata esto?”. “¿Por qué hay que vestirse como un ‘KKK futurista’?”. “¿Vinimos a una obra de teatro camuflada?”. “¿Para qué los actores hacen esto?”; son algunas de las preguntas que resuenan en el pasillo de luces tintineantes de la Factoría Italia, que en su interior (y esto no es mérito de “Real Self”) no esconde su pasado industrial como la ex Sombrerería Girardi, edificio patrimonial construido a principios del siglo XX para una de las fábricas santiaguinas más populares de entonces.

"Real Self": La experiencia anónima e inmersiva que pone a prueba al público chileno y agota funciones
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Tras una festiva y llamativa espera en un lobby a ratos improbable -con enmascarados de blanco bailando al estilo gogo dancer; tétricos a primera y segunda vista-, el público debe abandonar sus bebestibles gratuitos para ingresar en filas, perfectamente ordenadas, al primer “check in” de “Real Self”, justo antes de los cubos.

Lo que viene después, es un misterio que se devela para los mayores de 18 años que estén dispuestos a pagar los boletos de esta conjunción anónima y esteta: $26.000 si se trata de un boleto individual, $23.000 cada uno si es un grupo de 4 personas, y $21.000 si es un grupo de 8; todo esto sin incluir los respectivos cargos por servicio.

Sea en el formato que sea, solos o acompañados, la idiosincrasia local inevitablemente se cuela en ese quirúrgico traje blanco donde jugamos a ser incógnitos noventa minutos. En definitiva, “chilenos incógnitos”, o “latinoamericanos incógnitos”.

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Y entonces, casi milagrosamente, surge una segunda certeza para el espectador: aquello que Gary Medel con sabiduría popular definió como “chispeza”, es imposible de anonimizar, incluso bajo una máscara poliédrica.

Desde el baño de mujeres, a la salida de la misma función donde estuvo BioBioChile, una voz femenina lanza una queja de la que está dispuesta a hacerse cargo, bajo nombre y apellido, sin ningún overol blanco de por medio: “Chiquillas, vinimos a ‘acechar’ y nos vamos sin nada”.

La pregunta sigue ahí: “¿Te atreves a ser real?”.

La respuesta es adivinable.