Una nueva etapa en su intenso y profundo trabajo escénico representa KI, la respiración del Tiempo, de la cia. La Ruta de la Memoria.

Por Leopoldo Pulgar Ibarra

Luego de recorrer huellas latinoamericanas ancestrales, la actriz se conectó con la historia de nuestro país para, luego, dar testimonio personal de su entorno familiar, siempre con el arte del butoh, según como ella lo ha asumido.

Así, Natalia Cuéllar ha experimentado una nítida evolución en el enfoque de sus montajes hacia su universo más íntimo y personalísimo, sin olvidar sus conexiones con el afuera, como ocurre en KI, la Respiración del Tiempo.

Un instante en el cual la artista fusiona teatro físico y butoh, y hace converger-trascender las huellas del tiempo con la memoria histórica que transporta en su cuerpo y la experiencia propia, única e intransferible del parto y el nacimiento, punto de inicio de la vida y de la muerte.

La cia.La Ruta de la Memoria, fundada en 2008, se ha presentado en salas de Nueva York, Seattle, Estocolmo, Ciudad de México, Oaxaca, Buenos Aires, La Plata, Lima y Montevideo.

Entre sus obras destacan “Xibalbá” (2012), “Los fragmentos de tu memoria” (2015)”, “Golpe, una mujer rota” (2016), “Cuerpo quebrado” (2019), “Ella, nosotras y yo” (2021).

@soyluacheia

Desde las sombras

Las huellas vitales, esas que nunca desaparecerán y que siempre ha valorado, marcan el trabajo escénico de la cia. La Ruta de la memoria y de Natalia Cuéllar.

En KI, la respiración del Tiempo, una reflexión sobre el existir, donde palpita con fuerza una trilogía indescriptible e impenetrable -tiempo-memoria-parto-, la sonoridad y la luz-penumbra conducen a una catarsis inexorable.

El piano solitario palpa una penumbra inicial y construye con voz poderosa y silencios un lugar adecuado para que la performer, a su ingreso, llene de vibraciones el espacio escénico.

Desde las sombras la actriz emerge enmadejada en un volumen de forma y sentido que diluye la figura humana en líneas indescifrables que conectan partes de su cuerpo.

Movimiento y desplazamiento como pálpito de lo que está naciendo, que poco a poco desosegan las sonoridades que se multiplican en la penumbra, antes que surja una intimidad provocadora.

En tanto, desde el diseño escénico, un sol rojo ovalado mira la lucha de la luz y la sombra en este universo único.

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Desde la luz

El espectador, en este proceso naciente, debe atender también a los estímulos sensoriales de la iluminación que, asociados a la música, construyen caminos posibles de percepción.

En tanto, al cuerpo de la performer lo mueve de manera instintiva su propia memoria, como ocurre cada cierto tiempo con los ríos y mares cuando recuperan sus espacios robados.

La calidad del movimiento de Natalia Cuéllar revela su biografía humana, social y política, sus dolores y esperanzas, la capacidad de resistir y levantarse, lo que queda pendiente, lo que no alcanza a nacer.

Los recursos lumínicos sencillos y efectivos permiten ofrecerle un espacio a la intérprete y a la mujer, a la envergadura explítica e implícita de la artista que desafía los reflejos de un rito de germinación que deja perplejo.

Crispación, fortaleza, serenidad, dolor y expansión de emociones y sentimientos fortalecen el trabajo escénico. Construyen una escultura corporal que danza la llegada y la partida, y que imanta los sentidos de los cuerpos que la presencian.

El arco de la columna vertebral en tensión desnuda los movimientos que van detonando los espasmos y la fluidez del cuerpo vertical que, poco a poco, va cediendo al tiempo.

La propuesta en su desarrollo también sugiere recogerse hacia el alma propia en la medida en que lo temporal ancestral se une a la experiencia del parto.

Es cuando en escena la performer anuncia la convergencia mágica entre el tiempo inexorable con la memoria y el nacimiento, que se ennoblece entre dolores, el éxtasis y la catarsis.

Desde el nacimiento

En KI, la respiración del Tiempo, la respiración del Tiempo la vida se debilita y se hace difusa, se lucha por permanecer, ser y estar ojalá para siempre, y se vive la desesperación de enfrentar a los gigantes de la vida y la muerte con el mismo cuerpo, pero más debillitado.

Son momentos de espera e incertidumbre en una experiencia incierta, junto a un sol rojo ovalado que se torna azulino al alejarse, que se desplaza presente e indiferente. De allí emerge la mujer, erguida, nítida, dispuesta nuevamente a reiniciar todos los caminos.

Natalia Cuéllar avasalla la escena con su instinto e intuición, sensualidad y lo erótico natural, a través de un cuerpo en movimiento, seductor de la vida y de la muerte, una síntesis del ciclo perfecto de la naturaleza humana.

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KI, la respiración del Tiempo

Creación, dirección e interpretación: Natalia Cuéllar Díaz
Iluminación: Anita Moya
Composición musical: Pablo López-Rojas
Diseño y realización vestuario: Lorena Álvarez
Fotografía: @soyluacheia
Financia: Fondart

Casona Dubois
Ayuntamiento 1650. Quinta Normal.
Miércoles 10

Teatro Cultural San Joaquín
Conimo 286. San Joaquín.
Jueves 11, 19.30 horas.
Entrada liberada.

Sala Estudio Parque Cultural de Valparaíso
Cárcel 471. Cerro Cárcel
Sábado 13, 19.00 horas; domingo 14, 18.00 horas.
Entrada general, $ 4.000; estudiantes, $ 3.000. 10-14 julio 2024.