Por su parte, Faride Zerán denuncia que “la cadena de complicidades involucra no solo el silencio, sino también el lenguaje” (La complicidad de las palabras, p 216).
En pleno apogeo del conflicto en Gaza, no es fácil hablar y menos tener miradas críticas sobre el actuar de Israel. Porque las diferencias entre (anti)semitismo, (anti)judaísmo, (anti)sionismo y Estado de Israel se confunden. Más complejo es cuando lo hacen dieciséis personas, ocho de origen palestino y ocho judíos. En especial para estos últimos.
Palestina. Anatomía de un genocidio
Faride Zerán, Rodrigo Karmy y Paulo Slachevsky (los dos primeros de origen palestino, el último judío), son los editores del libro.
Los textos, diversos en sus miradas y enfoques, abordan temas centrales, profundos y urgentes. Entre ellos destaco: Cronología de la ocupación Israelí de territorios habitados y el sistemático desalojo de palestinos durante el último siglo; Antecedentes de la actual crisis humanitaria y genocidio que se está produciendo en Gaza y otros enclaves palestinos; Definición y profundización de conceptos claves en este tema como semita, judío, sionismo, Estado de Israel y cultura judía; y, por último, textos que ahondan en el actuar del Estado de Israel y del sionismo, su poder y relato crecientemente hegemónico y el rol cómplice -entre la culpa y la proyección- de Occidente (Estados Unidos y Europa).
El espíritu que anima este libro es el derecho de los pueblos a la autodeterminación, al libre albedrío, el respeto de los Derechos Humanos. Una búsqueda de ver al otro, de empatizar, de convivir. En este sentido, el siguiente texto:
“Si nosotros nos revelamos incapaces de alcanzar una cohabitación y acuerdos con los árabes, entonces no habremos aprendido estrictamente nada durante nuestros dos mil años de sufrimientos y mereceremos todo lo que nos llegue a sucedernos”, cita Ariel Feldman la carta, de 1929, que enviara Albert Einstein a Weismann, quien fuera luego el primer presidente de Israel.
Cronología de colonialismo
La cita anterior es el preámbulo a una larga cronología -con mapas incluidos-, que tiene hitos claros como la Nakba, a fines de los 40. En ese momento se instaura el Estado de Israel. Para ello expulsaron, de manera violenta e incluyendo masacres, a 750.00 palestinos. Luego vendrán otros momentos dentro de un continuo proceso de deshumanización de los palestinos.
Esta idea colonial, donde los otros no existen o son considerados casi como animales, no es propia, según algunos de los autores, de la cultura judía, sino parte de la cultura europea. Las comunidades judías en los diversos países se han adaptado, se han integrado. Incluso muchas veces a pesar de discriminaciones y persecuciones.
Gaza hay un genocidio
Feldman sostiene que “lo central del genocidio es su inminencia, y por lo tanto la intención de realizarlo.” (p 95). En el libro, sobran antecedentes sobre esa intención por parte de diversas autoridades.
“Gaza debe ser borrada para que los colonos puedan ver el mar (sic) y para ver el mar hay que destruir todas las casas de Gaza, para que no queden casas de árabes en Gaza, esto es una exigencia logística y romántica”, cita Varsen Aghabekian (Armamentalización de las necesidades: entendiendo el genocidio en Gaza) un mensaje de Daniella Weiss, líder del Movimiento de Colonos Israelíes.
Así, son muchas las citas que incitan al genocidio. Que llaman abiertamente a asesinar palestinos. Desde matar el vecino árabe a lanzar bombas atómicas.
Sin embargo, como afirma Rodrigo Karmy (Shahid: la resistencia palestina como paradigma de justicia), “el pueblo palestino no se presenta bajo la forma de la víctima, sino como un pueblo que asume una ética de la resistencia, un pueblo mártir que, como tal, sobrevive -porque resta, se sustrae, resiste- al avasallamiento total de la Nakba”, escribe, p 49)
Holocausto, Europa y militarismo
“La significación del Holocausto frente a otros genocidios no estuvo dada por el hecho de quiénes fueron sus víctimas, sino por quiénes fueron sus perpetradores”, sostiene Feldman, poniendo el acento en que Alemania era, en ese momento, el país más desarrollado de Occidente. Y pregunta, tomando este punto, qué pasará con este genocidio.
El Holocausto fue, entre otras cosas, una derrota para la ilustración y el proyecto moderno de Occidente. Entonces, Israel es permite evadir la culpa de Europa y tratar de evitar esa derrota.
Ariel Feldman escribe “el ejército era la columna vertebral, cultural y afectiva de un Estado creado por la fuerza de la conquista y sostenido en un régimen de administración militar de territorios y población.” (La identidad secuestrada, p 89)
¿(Anti)semitismo = (anti)sionismo?
“Cada vez que se nos pide que aceptemos la equivalencia entre antisionismo y antisemitismo, habremos aceptado una fórmula que garantiza no sólo la censura, sino también la ignorancia. Porque si no tenemos una idea clara de lo que es el antisionismo, ¿cómo podremos juzgar si el antisionismo es o no es antisemitismo? (sic) Si pasamos rápidamente a una opinión o a un juicio normativo sin preguntarnos primero qué significan sus supuestos, llegamos a valorar la opinión por encima del conocimiento”, escribe Judith Butler (p 229)
Lo que en parte se plantea en el libro es que, al banalizar el término antisemita, éste deja de tener sentido. Y conduce a ocultar los verdaderos focos de antisemitismo.
Estado de Israel: Un estado colonialista antijudío
En varios textos, se relevan aspectos centrales de la cultura judía. Una cultura que supo sobrevivir siglos de discriminaciones, de persecución. Anhelante de la libertad, como lo demuestra su principal celebración, que rememora la liberación del pueblo judío de la esclavitud a la que los tenía sometido Egipto. Esa libertad es el motor para cuestionarse, aceptar la diversidad, el profundo debate de ideas que ha caracterizado a esa cultura. El saber convivir en países con culturas muy diversas, manteniendo su propia identidad.
El colonialismo que ha desplegado Israel desde su origen, plantea el libro, responde más a una cultura europea. Una política que contradice la esencia del judaísmo.
Valentía
En el actual contexto, toda crítica al Estado de Israel se ha transformado, de manera artifi-cial, en antisemitismo. Para los judíos que se atreven a criticar de manera pública el actuar de Israel quedan expuestos a un nuevo concepto: “odiarse a sí mismo”. Si a los palestinos se les deshumaniza -proceso previo para justificar cualquier masacre-, a los judíos críticos se los patologiza. Y eso se hace, incluso, a grandes y reconocidos intelectuales y creadores.
Diferencias entre oprimidos y opresores
Palestina. Anatomía de un genocidio contiene dieciséis textos. Con los temas y énfasis antes descritos. Con algunos textos brillantes en sus contenidos, análisis y citas (oscuros en lo que muestran). Con una capacidad de análisis (auto) crítico notable. Hasta llegar a uno o dos más bien débiles.
Lo anterior es normal, cuando se convoca a tantas personas, de lugares tan distintos (Chile, Argentina, Colombia, Palestina, Estados Unidos…), con un tiempo limitado (para coordinar, poner un marco común, etc.) y con hechos tan dramáticos en pleno desarrollo. Y cada vez peores.
Sin embargo, Palestina. Anatomía de un genocidio permite -de forma parcial y muy acotada- leer como conjunto los textos de los “palestinos” y de los “judíos”. Aun entendiendo que son grupos parciales. Este leerlos como dos “todos”, permite entender, en parte, la diferencia entre opresores y oprimidos, entre personas que tienen una patria, siendo chileno-judío, que puede optar por vivir en Israel, y aquél que se siente (y es) un exiliado, alguien impedido a volver a la tierra de sus ancestros.
En este contexto, unos tienden más a la denuncia, al reclamo, la rabia, la impotencia. A ser voz de los oprimidos, de los masacrados. Los otros buscan escarbar para desactivar la verdadera maquinaria montada para imponer una mirada y silenciar todo atisbo de legítima, argumentada y documentada crítica. Estos últimos buscan, desde los márgenes, develar el colonialismo y el racismo del que no quieren ni son parte.
El crimen de silencio y de resignificar el lenguaje
En la actual guerra por la hegemonía del discurso, vale rescatar una cita que hace Fred Ritchin, en Frente a los rostros:
“El asesor mencionó que tipos como yo pertenecíamos a la “comunidad realista”, a la que definió como gente que “cree que las soluciones surgen del estudio juicioso de la realidad discernible”… “El mundo no funciona así”, prosiguió. “Ahora somos un imperio y, cuando actuamos, creamos nuestra propia realidad. Y mientras ustedes estudian esa realidad -judicialmente, como quieran-, nosotros seguiremos actuando, creando otras realidades, nuevas, que ustedes también podrán estudiar, y así es como se resolverán las cosas. So-mos los actores de la historia… y ustedes, a todos ustedes, sólo les quedará estudiar lo que hacemos”. Texto del periodista Ron Suskind, con frases atribuidas a un funcionario de George W. Bush, de 2004.
Palestina. Anatomía de un genocidio es un gran libro. Una luz de esperanza -a pesar de todo el horror y sinsentido que muestra- en un momento particularmente oscuro. Un llamado a la empatía y la defensa de valores como la empatía, el libre albedrío, la autodeterminación y los Derechos Humanos.
Palestina. Anatomía de un genocidio
Editores: Faride Zerán, Rodrigo Karmy y Paulo Slachevsky
Autores: Pablo Abufom, Varsen Aghabekian, Patricio A. Brodsky, Judith Butler, Federico Donner, Ariel Feldman, Dalat Iriqat, Daniel Jadue, Rodrigo Karmy, Lina Meruane, Yakov M. Rabkin, Silvana Rabinovich, Fred Ritchin, Nicolás Slachevsky, Odette Yidi, Faride Zerán
LOM Ediciones
Mayo de 2024, Santiago de Chile