Perseverancia, vocación religiosa y de servicio inspiradores contra la pobreza, la discrimi-nación, el racismo y el machismo en la Nueva York de fines del s XIX y principios del XX.
Francesca Saverio Cabrini (Sant’ Angelo Lodigiano, Italia, 1850- Chicago, Estados Unidos, 1917) era una mujer enfermiza. Sus expectativas de vida eran limitadas. Sin embargo, sus convicciones, fe y voluntad la llevaron a crear “un imperio de esperanza”.
Cabrini, del director Alejandro Monteverde, se estrena este 21 de marzo en salas naciona-les.
Santa Francesca Cabrini, primera santa norteamericana
La historia de Francesca Saverio Cabrini es impresionante. La menor de trece hermanos, tomó los votos en 1877. Empezó trabajando en un orfanato en Italia. Luego de muchas dudas, proyectos y apoyos, parte a Nueva York para hacerse cargo de un orfanato. Llega el 31 de marzo de 1889 junto a seis hermanas Misioneras del Sagrado Corazón, que ella ha-bía fundado.
Entre 1889 y 1910 se calcula que dos y medio millones de italianos, la gran mayoría pobres, muchos de ellos analfabetos, llegaron a Estados Unidos. El “Sueño Americano” no era co-mo lo imaginaban o promovían. Llegaban a una sociedad racista, estigmatizadora. Donde no tenían derecho a condiciones básicas y solo conseguían trabajos simples, mal remune-rados. Los italianos eran de los más discriminados entre los inmigrantes.
En ese contexto, Francesca Cabrini inicia una lucha sorprendente para entregar condicio-nes básicas -alojamiento, alimentación, vestuario, salud- para niños en situación de calle, inmigrantes. Su vocación de servicio, perseverancia y entrega llevó a las Misioneras del Sagrado Corazón a expandirse a diversas ciudades de Estados Unidos, Latinoamérica y Europa, creando una especie de “imperio” de servicio.
La historia de Francesca Cabrini – Santa de los Inmigrantes- es un ejemplo de superación, de claridad de propósitos y perseverancia. Una historia inspiradora.
Cabrini, la película
La película, que se estrena este 21 de marzo en salas, tiene las virtudes y falencias de mu-chas grandes producciones. En el fondo, saber equilibrar qué tanto se respeta la historia, se es fiel a los protagonistas, y cuánto se cede en función del espectáculo, de seducir a las audiencias y ganar aplausos.
La película del director mexicano Alejandro Monteverde (Bella, Sonido de libertad) tiene ambientaciones impresionantes, imágenes impactantes y bellas. Un manejo de tensiones, ritmos y de personajes que mantendrán el interés.
Por otro lado, Cabrini pondrá en palestra temas universales, que siguen vigentes, como los conflictos producto de las malas condiciones de vida, las olas de inmigrantes, el racismo. Estos temas, que parecen -y son- tan actuales, pueden resultar desconcertantes al ser ita-lianos las “víctimas”. Ellos eran los discriminados, los “monos” en esos años en el centro del “Sueño Americano”.
“No pierdas tu tiempo, estos monos nunca hablan”, dice un policía respecto a un niño ita-liano cuya madre recién había muerto.
“Una ola de suciedad de piel morena”, sostiene el alcalde de Nueva York, sobre los inmi-grantes latinos.
Ambas frases se dicen y se escriben hoy, en especial en redes. Quizás no se decían de esa misma forma en esos años, pero en el fondo, siguen manteniendo el mismo sentido.
Otro punto central, que atraviesa gran parte de esta historia, es el machismo. En un mundo muy masculino y machista -Occidente, la Iglesia Católica, etc.-, esta historia es un ejemplo notable de superación de barreras, de trabas, de prejuicios.
“Es una lástima que sea mujer, madre, habría sido un excelente hombre”, le dice el alcalde a Cabrini.
“Oh, no señor alcalde, los hombres no pueden hacer lo que nosotras sí”, responde.
Los logros de Cabrini, en gran medida, fueron posibles a una espiritualidad, fe, conviccio-nes claras, y perseverancia. Con un foco claro en niñas y niños, en los más pobres e inde-fensos. En víctimas inocentes de sociedades que, a veces teniendo los recursos, no que-rían ver. Cabrini hace eso: mostrar, hacer ver de manera incuestionable realidades difíciles de aceptar.
“Ella no podía dormir sabiendo que había niños durmiendo en las calles”, dijo Alejandro Monteverde. “Luchó contra todas estas instituciones que en ese momento estaban dirigidas por hombres”.
Cabrini, además de incluir los juegos de poder, con sus arbitrariedades y corrupción, incluye el valor de la prensa.
Problemas de una gran producción
Quizás el hecho que sea una “gran producción” ya contenga lo que podrían ser sus debili-dades. El gran despliegue “requiere” de grandes personajes, de héroes o heroínas. Un tipo de cine -predominante- de mucho estímulo, que no (se) da respiro, tiempo para reflexionar. Una suerte de triatlón extrema donde una mujer enfermiza logra pasar todos los obstáculos y, finalmente, llega a la meta.
Lo anterior a costa de, al menos, tres puntos. Por un lado, sacrificar aspectos de la historia verdadera (más allá de enfoques y énfasis legítimos), como las discriminaciones anticatóli-cas o las grandes dudas que tuvo Cabrini antes de emprender esta empresa. O, posible-mente, las que pudo haber entre los mismos inmigrantes, por provenir de distintos países o regiones de Italia (80% era del sur, históricamente discriminados por los del norte), o por sus niveles de preparación y conocimientos (algunos, pocos, llegaron contratados o con capital).
Por otro lado, deja fuera temas muy relevantes como qué motivaciones íntimas movían a Francesca Cabrini, sus dudas, hastíos, decepciones y dudas profundas. Cómo influyó su familia, el ser la menor, sus condiciones de vida, su debilidad física, etc., son temas que no se abordan.
Finalmente, al crear un personaje tan extraordinario, la película transforma a Francesca Cabrini en un ser inalcanzable, inimitable. Un personaje que puede ser inspirador, pero tan “perfecto”, que inhibe la acción. En tiempos sin utopías, con grandes dudas sobre el futuro próximo, muchos líderes y personas buscan en el pasado. Desde la pasada “grandeza de (Norte) América”, la expansión territorial de la Rusia de Stalin, los nacionalsocialismos (fas-cismos y nazismo), entre otros, algunos buscan personas inspiradoras. Quitarles “humani-dad”, aspectos reales que permitan hacerlas cercanas, es -a mí juicio- una forma de discri-minación, de plantear a los espectadores que no pueden ser, en este caso, como ella.
(En este punto, recordar a la “Madre Juanita”, monja de claustro belga que, en Concepción, fundó hogares y un hospital. Una mujer sencilla con una vitalidad y perseverancia ejemplar).
Valores
La película de Monteverde, con gran interpretación de Cristiana Dell´Anna (Nápoles, 1985. Fue la mano de Dios, En la Toscana, Mixed by Erry, Aquí me río yo), es una película que atrapará a muchos espectadores. Que los cautivará con las ambientaciones y bellas imágenes, con la tensión. Una película que invitará a reflexionar sobre temas actuales y sobre prejuicios, incluidos aquellos relacionados al “Sueño Americano”. Que, a algunos, invitará a la acción.
Cabrini
Director: Alejandro Monteverde
Reparto: Cristiana Dell’Anna, John Lithgow, David Morse
Duración: 145 min
País de Origen: EEUU
BF Distribution