Por Francisco Marín Naritelli
Claudio Suárez Cruzat es un médico cirujano, que dejó el pabellón y los escalpelos para dedicarse de lleno a la literatura en 2022, coincidiendo con la publicación de En el óvalo de luz, su primer libro. Magíster en Escritura Creativa de la Universidad Adolfo Ibáñez, ha participado en ferias internacionales como la FIL de Guadalajara y FIL Buenos Aires.
Su escritura, directa y sin aspavientos, se caracteriza por desplegar diversos mundos, abordando problemáticas de la vida contemporánea, con hombres en conflicto como protagonistas, en la medianía de su edad, enfrentados al machismo, los dogmas y las tradiciones. Todo un cóctel narrativo, que mezcla separaciones, enfermedades, páramos emocionales, crisis profesionales, accidentes de avión, problemas de adicciones, perversiones, suicidios y asesinatos, una banda de trata de personas compuesta por exagentes rusos en Tierra del Fuego, hasta el mismísimo Tren de Aragua. Con algo de incorrección e ironía, por lo demás. También de desencanto.
Compuesto por nueve cuentos, Fugitivo en la ruta Selknam es su segundo libro (Simplemente Editores, 2023). A propósito de este, hablamos con el autor.
– ¿Existen comparaciones posibles entre tu profesión y la ficción?
“En realidad, diría que los episodios vividos, vistos u oídos durante mis años de médico me permitieron acumular insumos literarios que en muchas oportunidades son el gatillante para construir la historia. Pero otro grupo de escenas y recuerdos viene de mi vida fuera de la medicina, viajes, matrimonios, hijos, familia y amistades.”
– ¿Cuánto de tu carrera se impregna en tu labor como escritor? ¿Hay un especial celo con los detalles y las descripciones?
“Sí, creo que el cuidado por los detalles, la adecuada descripción del ambiente para crear la atmósfera adecuada, y el acabado conocimiento de las profundidades del alma o mente del ser humano, impregnan completamente mis historias. También me han permitido conocer y desarrollar mis obsesiones literarias: la vida y la muerte, la salud y la enfermedad, el miedo y la locura, el amor y el sexo, y el descenso, la caída por el despeñadero, que es mi mayor obsesión y motor.”
– Mencionas a Anaïs Nin, Murakami, García Lorca o Cortázar. De hecho, este último cobra relevancia en El pedazo de papel. ¿Cómo influyen los autores y sus obras en tu proceso creativo?
“Todos los autores que he leído marcan o condicionan mi escritura, me influyen desde siempre o desde hace poco. Cortázar en el cuento que señalas y en Silvia Selva del libro anterior; Murakami y Anais Nin en La última cabalgata y en El cruce de Shibuya, García Lorca en Un cuento Gallego.
“Hay muchos otros que no se ven en forma tan clara, pero que condicionaron mi escritura. Los uso como referentes metaliterarios para mis lectores, para entusiasmarlos con ellos y para guiarme si pierdo el rumbo. Lo mismo sucede con la música que intento incorporar con frecuencia.”
– ¿Con qué dificultades te has encontrado al escribir literatura?
“Primero con mis limitaciones personales, las pocas ganas de mostrar relatos que de una u otra forma muestran parte de tu intimidad; luego, las limitaciones formativas que he ido corrigiendo con los talleres literarios y con el Magister de Escritura Creativa; y, finalmente, con la capacidad de creación, que por suerte suplo con mi enorme colección de escenas y experiencias acumuladas por mirar atentamente lo que sucede a mi alrededor.”
– ¿Qué elementos, a tu juicio, hilvanan estas historias? ¿Hubo un orden en la selección de los cuentos? ¿Algún criterio? Las vigas de pellín y Las arenas de Santorini son dos cuentos que se conectan directamente entre sí, por ejemplo.
“Mi idea es mostrar distintas masculinidades en el momento más feminista de la historia, cuando el patriarcado y el machismo están siendo arrinconados en nuestra sociedad. Presento mis relatos sin enjuiciar a los protagonistas, eso es tarea del lector.
“El proceso de creación y selección de los cuentos fue primariamente ese; luego consideré no partir con un cuento demasiado violento, para que los lectores siguieran leyendo sin arrancar a perderse.
“Y al final, por supuesto, poner primero Las vigas de pellín y más adelante, pero no inmediatamente, Las arenas de Santorini, para que el lector descubra, sin que sea tan evidente, que son dos miradas de la misma historia de desencuentros familiares, machismo, egoísmo y abandono, pero también de búsqueda desesperada del amor.”
– Hay mucho del sur de Chile como ambientación, la cultura Selk´nam, Tierra del Fuego, Osorno, Valdivia, lejos de escenarios urbanos y céntricos, ¿esto fue pensado así? ¿O salió de manera natural?
“Salió de manera natural, influenciado porque me trasladé a vivir al sur y me gusta mucho la Patagonia. “Muestra tu aldea y retratarás el mundo”, adaptando el dicho de Tolstoi.”
– Dado el contexto cultural, los movimientos feministas, la crítica al patriarcado, ¿ha sido difícil escribir sobre hombres?
“Muy difícil, ha sido como correr en la cuerda floja buscando mantenerse en el punto de equilibrio, intentando provocar, pero no ofender a unos(as) u otros(as)”
– Finalmente, ¿con qué se encontrarán los lectores que piensan leer tu libro?
“Se encontrarán con un volumen de cuentos que muestra varias de las diversas masculinidades que pueblan nuestra sociedad hoy. Podrán enjuiciarlas, condenarlas o no, tal vez verse reflejados en ellas. Y después de eso, decidir cuanto deben cambiar, tanto los lectores y lectoras como su círculo cercano.”