Una música parte con la muerte del padre del protagonista. Pronto el lector comprenderá que éste es un pianista con cierta calidad, que recorre ciudades europeas dando conciertos. En salas medianas o pequeñas. Y que está pasando una crisis que no logra delimitarse, entenderse.
Pero la muerte de su padre acentúa y acelera este proceso de cuestionamientos, de búsqueda de sentido, de memoria. Un proceso que trata de retardar pero que se hace inevitable al volver a Buenos Aires, al funeral.
Como herencia, recibe un terreno hace mucho abandonado, ocupado, usurpado por un grupo variopinto de personas, relacionadas por historias, lealtades, las necesidades de sobrevivir, por recuerdos.
El protagonista decide ir a verlo y, al entrar en contacto con sus ocupantes, empieza a develar una historia tortuosa, compleja, con infinidad de capas, de relaciones sólidas, frágiles, brutales y sutiles.
“Siempre hay un momento donde las cosas se embarullan y uno no quiere evitarlo.” (pp189)
Quizás esa es la causa de muchas crisis.
Hernán Ronsino tiene una prosa culta, rica en imágenes, en detalles, asociaciones. Con una sensibilidad acorde al protagonista, con un velo, a ratos tupido, de melancolía, de desesperanza.
“¿Cómo se hace para levantar un imperio derrumbado?” (pp 143)
La mentira, cargada de brumas y silencios, de despedidas, de vidas fracturadas, sigue avanzando como un río. Aceptando todo lo que arrastra.
“Lo que perdura en todo recuerdo, más bien, es una simplificación del mundo, un nudo en una interminable madeja: como una nota musical.” (pp 15)
“La historia muchas veces se cuenta con olvidos…” (pp 154)
Y con silencios. Con vacíos. Con mentiras.
“… su problema es que se dispersa rápido y las cosas pierden sentido, por eso le atrae la mentira, es la forma más fácil de llenar el vacío.” (pp 156)
La música, de Hernán Ronsino, es como un laberinto donde el protagonista se (deja) pierde, buscando sin saber qué busca. Sin apuro. Sin metas. Divagando, dejando transcurrir. Por eso puede incomodar. Poner ansioso o, incluso, aburrir. Pero sin todo eso, quizás, no se puede salir o llegar al corazón del laberinto que es la vida. O algunas.
Ronsino propone otro tiempo, otro ritmo. Uno para escuchar el viento, la lluvia, el río, la fábrica. Y el silencio. A sí mismo.
“Los pianos son como una casa amplia y misteriosa. Retumba. (sic) Un piano es, finalmente, un laberinto.” (pp 39)
Un gran libro para extraviarse y asomarse al precipicio de las fragilidades.
Una música
Hernán Ronsino
Editorial Hueders
Marzo de 2023
Santiago de Chile