Desde el lunes pasado el actor Felipe Ríos integra el grupo de artistas que, en Bogotá, interviene en el denominado Slam de Teatro, residencia creativa basada en la improvisación y desarrollada a través de talleres de dramaturgia y puesta en escena.
Por Leopoldo Pulgar Ibarra
Créditos: Slam de Teatro
Una situación bien especial está viviendo Felipe Ríos, destacado actor, bailarín y a menudo protagonista de obras de teatro musical: desde el lunes pasado hasta el viernes próximo forma parte del grupo de cuatro artistas latinoamericanos que en Bogotá da vida al Slam de Teatro 2023.
Slam de Teatro
El Slam es un formato de trabajo escénico que se basa en la improvisación y que, además, estimula la interculturalidad y la convivencia creativa. Los participantes para esta versión fueron escogidos por un comité artístico integrado por representantes de Nueva York, Chile, México y Colombia.
El objetivo de Slam de Teatro -organizado por Ajedrez Producciones de México, Teatro La Mama de Colombia y el Centro Cultural El Hormiguero de México- es difundir el teatro experimental a nivel internacional abordando temas que generen acciones sociales provocadoras, a través de ejercicios teatrales cuyo resultado sea un acontecimiento dramático inesperado.
Su primera versión tuvo como sede Ciudad de México, el año pasado: la actual residencia artística que convoca a dos intérpretes de Colombia, uno de Chile y otro de México se realiza en el Club de Teatro Experimental Café La Mama de Bogotá.
En términos generales, el Slam es un movimiento fundado por un poeta de Chicago que, en 1985, trabajaba en la construcción y que buscaba sacar la poesía del mundo académico. Equivale a “encerrarse” y concentrarse en una actividad que tiene puntos de inicio y término previamente definidos.
Este año los convocados son el mexicano Bernardo Benítez y los colombianos Nayibe Barón y Juan José Aguirre, compañeros de aventura y juego escénico del actor Felipe Ríos.
¿Sabías qué era un Slam de Teatro?
“No, sólo hasta que me convocaron para participar en representación de Chile en el segundo Slam de Teatro en Bogotá, Colombia”.
¿Por alguna razón especial?
“Me convocó la productora Luisa Castillo: me imagino porque soy bueno para jugar e improvisar y me adapto rápidamente con todo tipo de gente”.
¿Cómo es una jornada de trabajo teatral?
“El Slam es una convivencia de todo el día, de lunes a viernes. En cada jornada, los cuatro participantes conversamos diversos temas, esta vez, alrededor de tres palabras claves que se proponen como referencia: presencia, diálogo y contacto.
“De ahí se rescata lo que uno quiere y mediante la improvisación, poco a poco, se va armando algo, un relato que se exhibe en una muestra de 15-20 minutos ante el público que también tiene mucha intervención.
“La muestra puede ser individual, en pareja o en grupo y las palabras claves se pueden abordar de a una o combinar… no hay nada establecido. No se utiliza un formato escénico particular, aunque nos apoyan con iluminación y música si se requiere”.
Tus compañeros son todos desconocidos para ti…
“Sí, y nos caímos bien desde el comienzo y eso ayuda a la improvisación. Son actores con años de trayectoria en sus países. Los colombianos Nayibe Barón y Juan José Aguirre tienen experiencia de trabajo en solitario, pero todos hemos demostrado tener capacidad para adaptarnos y convivir rápidamente con gente que recién se conoce”.
Mirar y aprender
¿Se filtra algo de nuestras culturas latinoamericanas en las improvisaciones?
“Por supuesto y es la idea de los organizadores. Además, el Slam de Teatro es súper interesante porque se rescata la convivencia y la organización. La idea de ello es que en los próximos encuentros intervenga un representante de cada país de nuestro continente como una forma de conocer América Latina. Es probable que el próximo Slam de Teatro se haga en Chile.
“Incluso por eso, nos dejan tiempo libre para que alcancemos a conocer algo de Bogotá y encontrar material para la improvisación. Por mi parte, en algún momento tendré que ocupar la danza y el canto… y lo que aprendí luego de interpretar a mi último personaje en teatro, “El Joker”: desde allí pretendo construir algo que sea transversal a nuestras culturas”.
¿Qué valor o ventaja tiene improvisar?
“¡Aaaah, la libertad de crear, dialogar y jugar! Bueno, también es sentirse en un abismo no saber hacia dónde te llevará la improvisación: creo que es más fácil ensayar una obra establecida si se compara con algo que se armó el mismo día de la presentación ante el público. Todo es lúdico, muy juguetón y divertido de hacer”.