Fue hace más de treinta años que empezó a gestarse una iniciativa que, quijotesca, ha hecho cambiar al teatro y las artes escénicas de nuestro país.
De algo improbable, ha pasado a hacer de enero el mes del teatro, de los espectáculos, de las salas y de la calle. Un mes donde las artes escénicas son para muchas y muchos… y no solo de Santiago.
Hacer un festival de teatro en enero parecía algo arriesgado. Se suponía que la gente estaría de vacaciones. Y el teatro no era para descansar… Muchos pensamos que era ir contracorriente. La verdad es que, lo que hizo con mucho esfuerzo Teatro a Mil, fue correr los obstáculos para abrir un cauce al que hoy se suman decenas de iniciativas.
1992
Tenía en ese tiempo una oficina o taller de diseño gráfico con algunos amigos. Entre ellos estaba Leonardo Ahumada. Él realizó en nuestro taller los primeros afiches de la Compañía de Teatro La Troppa.
Gracias a Leonardo, llegaron a nuestro taller Carmen Romero y Evelyn Campbell. Necesitaban hacer la gráfica para “Santiago a Mil”, un festival que prometía reponer en cartelera las mejores obras de teatro a un bajo precio durante las vacaciones, en enero.
Era un trabajo a pulso, con pocos recursos. Tenía que ser efectivo, llamar la atención.
En esos atareados días -porque teníamos que hacer otros trabajos-, Leonardo Ahumada creó el logotipo con la nadadora que se mantuvo por muchos años. Hicimos afiches, programa y más.
Ese primer Santiago a Mil (antes de ser Teatro Mil, abarcando no solo varias comunas de la región Metropolitana sino cada vez más regiones) permitió una segunda versión (en la que también participamos haciendo su gráfica). Igual de precaria. Y vinieron más.
30 años
Este año Teatro a Mil celebra la edición número treinta. Un gran logro en un país donde sostener en el tiempo iniciativas culturales -sin ser una institución universitaria o ser parte del Estado- es casi imposible.
Hoy, y desde hace años, se mira Teatro a Mil y a sus gestoras desde el éxito. A veces, pareciera que con envidia. Desde lo que hace y lo que no hace (yo también tengo críticas que hacerle). De lo que faltaría.
Siempre se puede cuestionar la selección de obras y espectáculos. Por qué esas obras y no otras. O pensar que en la programación toman pocos riesgos. También se puede decir que, al menos en algunos casos, pagan poco (al menos eso lo viví). Es posible que nunca Teatro a Mil hubiese llegado a lo que es hoy sin un administración rigurosa y restrictiva.
Se puede ver la parte vacía del vaso. Pero la parte llena, a mí juicio, supera con creces a la otra. Y ha dado para que surjan muchas iniciativas que, creo, son complementarias, que se potencian, dialogan, discuten, se enriquecen.
Al mirar este largo proceso, esta tremenda perseverancia (con crisis económicas, estallido social y pandemia en el camino), los esfuerzos, las capacidades puestas al servicio de este gran proyecto, uno puede llegar a otra percepción.
Si se miran sus logros, el cambio que ha provocado en miles de personas, en la misma actividad de las artes escénicas, en el intercambio tanto de obras extranjeras que llegan como de chilenas que se montan en el extranjero, nuestro acercamiento a Teatro a Mil se expande.
Por último, si hacemos memoria y recordamos buenos momentos vividos gracias a Teatro a Mil, podemos reconocer que en estos años han quedado grabado en nosotros escenas inolvidables. Vivencias que son parte de nosotros. Que ha generado memoria colectiva creativa.
Es bueno agradecer. Agradecer un espacio de creación y de encuentro que se ha hecho contra viento y marea o, al menos, con muchísimo esfuerzo.
Un mes, un espacio, al que nos hemos acostumbrados. Que nos hizo mucha falta durante el estallido y la pandemia en el encontrarse, mirarse, compartir sensaciones o sentirse extraño por parecer distinto (como cuando tantos ríen y a uno lo embarga otro sentimiento). Porque es tan distinto la virtual a lo presencial…
Teatro a Mil, que hace años no solo tiene actividades en enero, ha sido y sigue siendo un motor fundamental para las artes escénicas y para el público, en las salas como en la calle. Un espacio creativo, expansivo que, sospecho, debe parte de sus logros a la fuerte presencia femenina en su organización, en su espíritu.