Durante 2022, la Cooperativa de Narrativa Gráfica Chilena realizó diez talleres a profesores explicándoles los beneficios de la historieta en el proceso educativo de las aulas escolares.
Inmerso en el mundo del cómic desde los 14 años, el santiaguino Felipe Benavides (46) está empecinado en proyectar dicho formato a ámbitos que trasciendan la mera diversión.
Para el presidente de la Cooperativa de Narrativa Gráfica Chilena, la historieta tiene una aplicación educativa elemental y bajo ese precepto ha liderado una cruzada particular: al alero de la organización que preside intenta promover entre docentes al cómic como método de enseñanza. En ese ánimo, durante 2022, orquestó 10 talleres en igual número de comunas de Santiago, todo con el fin de impulsar su cruzada.
“Realizamos encuentros en bibliotecas de la ciudad, frente a profesores y bibliotecarios, buscando mostrar a la historieta como herramienta de fomento lector en el aula”, contextualiza el también guionista de cómics como “Fumetsu” y “Clase B”.
“Diferentes estudios certifican que las personas absorben la información de mejor manera por medio de la combinación de imagen y texto. De hecho, se ha registrado mayor recordación de los datos cuando estos están acompañados de imágenes”, agrega.
(P): ¿Por qué el cómic puede contribuir al fomento lector?
(R): Contribuye al fomento lector, porque para los lectores más jóvenes resulta más atractivo y llevadero leer un producto que tenga imágenes y textos, que leer un objeto que contenga sólo texto. Por ese lado, la historieta puede ser una herramienta novedosa para la lectura.
Para Benavides los cómics no necesariamente deben presentar una historia ficticia de superhéroes o de argumentos ligados sólo a la entretención, “sino que pueden mostrar eventos históricos, biografías, avances científicos, explicaciones biológicas, de manera más amigable para los estudiantes”. Y es durante el proceso de realización de las historietas, de acuerdo al autor, que los alumnos logran una inmersión acabada de los contenidos tratados.
Él sigue: “Cuando tú le dices a un estudiante ‘cuénteme El Combate Naval de Iquique en cómic’, ese joven debe ir a buscar información en un libro, en internet o algún video. Luego registrar los datos más importantes relacionados con el hecho, para después resumirlo a través de una estructura de guion y finalmente, hacer el cómic propiamente tal. Todo ese proceso de investigación hace que el estudiante vaya absorbiendo esos conocimientos por medio del desarrollo de la historieta. Además de eso, con un producto ya terminado, otro estudiante o amigo va a poder leer el trabajo para eventualmente adquirir esos conocimientos relativos a fechas, nombres, lugares o el tema que sea”.
Según el comiquero, el desarrollo de historietas en el aula puede además facilitar sinergias entre distintas materias. “Si se hace una coordinación entre profesores, se puede establecer un tema en particular para que los niños tomen ese contenido en diferentes asignaturas”, sostiene.
(P): ¿Puede dar un ejemplo de esto?
(R): Retomando el ejemplo de El Combate Naval de Iquique, el o los estudiantes pueden partir recopilando la información referente al ramo de historia, para redactarla de forma que el ramo de lenguaje fomente la construcción de una historia coherente en términos de inicio, desarrollo y desenlace. Finalmente, el proceso es plasmado con técnicas relativas a las artes, a través de dibujos o la técnica que estén revisando en ese minuto, como témpera, óleo, fotografía o collage. Y las evaluaciones podrían ir en virtud del desarrollo y la obra final.
(P): ¿Van a seguir haciendo talleres como organización?
(R): Claro que sí. Los talleres fueron financiados por el Fondo del Libro y la Lectura durante este año, en pro de fomentar la lectura y escritura. Esperamos poder tener financiamiento para este año que viene. Creemos que las historietas pueden ser un aporte a la enseñanza escolar y desde ese punto de vista, pretendemos continuar con nuestra tarea.
Cómics en la educación: Una herramienta poderosa
Para Álex Slater, director de Innovación Académica de la Universidad Mayor, el desarrollo de historietas en el aula promueve en primer lugar “un trabajo activo del estudiante en pos de llevar en este formato ideas y contenidos a tratar”.
“Al momento de desarrollar el cómic, aparecen en este caso lo que nosotros llamamos, desde el punto de vista de la educación y de las taxonomías del aprendizaje, niveles cognitivos muy altos. El estudiante debe crear, lo que supone un esfuerzo importante de parte de quien está trabajando en la historieta. Así, el cómic se transforma en una herramienta súper poderosa”, asegura.
Slater cree que una de las ventajas de aprender vía historieta es la esencia de un formato “bien resumido”. “Se deben abstraer distintas situaciones en una secuencia que, en general, no va a ser muy larga, y se deben sintetizar muchos conceptos. Se debe compendiar información en poco espacio lo que obliga al estudiante a que ocupe todas sus capacidades intelectuales para plasmar estos conceptos”.
El docente además reconoce en el proceso una suerte de invitación a que el alumno tenga “espacio para otras formas de expresión”. “En ese sentido, los estudiantes pueden plasmar, como toda expresión artística, la interpretación desde el punto de vista emocional y de los sentimientos sobre la realidad que se está tratando. Aquello lo convierte en un vehículo de expresión bien interesante”, continúa.
Y aunque el catedrático considera que el acercamiento al cómic en estudiantes no siempre podría ser fácil “porque las sensibilidades y habilidades son distintas”, sostiene que los nuevos recursos tecnológicos pueden facilitar la realización del formato.
“Hoy las herramientas digitales abren un espacio para que esto pueda ser más democrático en cuanto al uso. Si bien puede haber personas que lo hagan a mano, porque hay talento natural o gusto, hay otros que a lo mejor van a echar mano a esos recursos digitales, a través de imágenes o utilizando herramientas de libre acceso que les van a permitir llegar a un resultado igualmente positivo”, dice.
Finalmente, Slater piensa que utilizar el cómic como recurso educativo evoca “oportunidades de colaboración en diferentes asignaturas”. “Puede ser por ejemplo alguna problemática en ciencias naturales, historia, lenguaje o lo que sea, y a la vez colaborar con otras áreas propias de la educación como las mismas artes visuales o la tecnología, que apoyan por ejemplo al desarrollo de estos proyectos. Potencialmente, se pueden generar interacciones mucho más transversales en un nivel educativo primario o secundario”, concluye.
Entre la imagen y la literatura
“Según mi experiencia hacer historietas despliega una serie de habilidades que sólo son beneficiosas para los estudiantes”, inicia Paula Martínez, profesora de artes visuales del colegio San Pedro Nolasco de Concepción, quien desde hace años viene incluyendo en sus clases el cómic como herramienta de enseñanza.
“A los niños que les cuesta leer, les ha servido el formato cómic. Según lo que he visto, les cuesta menos enfocarse en un cómic y entender lo que pasa ahí, a diferencia de la lectura larga de un libro… En ese escenario, el cómic se convierte en una especie de diplomático entre la inmediatez de la imagen y la literatura. Está como al medio”.
(P): ¿Los estudiantes se concentran más haciendo historietas en clases?
(R): No se concentran más, se concentran mejor. Lo que pasa es que en general los niños tienen cada vez menos atención focalizada, entonces la lectura les cuesta porque se desconcentran muy rápido. Ahí aparece el cómic como para ayudar.
(P): ¿Por qué utiliza el cómic en sus clases?
(R): Hay varias razones. La primera que se me viene a la mente son las variedades de habilidades que requiere el cómic. Parte con elegir una historia, narrarla, presentarla en imágenes, desarrollar la habilidad motriz como recortar o dibujar. Además es un trabajo creativo, la imaginación vuela. Se debe diagramar para decidir cada viñeta… Veo una multiplicidad de habilidades que se desarrollan.