Maglio Pérez

Crítica de Teatro: Pulsión, una comedia donde lo sexual se goza y se critica

01 diciembre 2022 | 10:45

Después de tres años sin verse, dos hombres y dos mujeres -un poco mayores, pero todavía jóvenes- se reencuentran intentando construir nuevas relaciones sobre bases que vienen teñidas de amores, dolores, enredos y rabias, entrecruzadas por las ganas de ser felices, la obligación de tomar decisiones y el deseo sexual.

Por Leopoldo Pulgar Ibarra

En Pulsión, título de la puesta en escena chilena de “Reasons to be happy” (2013), del dramaturgo estadounidense Neil LaBute (1964), las fuerzas humanas internas que se exponen y contraponen, generalmente con violencia, forman parte de una “comedia ácida” en coincidencia con el alma original del relato.

Sin embargo, la versión nacional no se desarrolla en el sur de EE.UU., sino alrededor de un espacio (contenedor-supermercado-baño) que podría estar en cualquier urbe precaria.

Sí incluye símbolos de la cultura de este país de América del Norte: botas y sombrero vaquero, vestuario de basquetbolista y el popular juego del toro bravo mecánico, entre otros.

Pulsión

Al mismo tiempo, dispone de proyecciones cinematográficas con los mismos personajes como protagonistas, una opción bien jugada que vuelve a conectar la historia teatral con un universo de imágenes que fortalecen el sentido del relato.

Así, en medio de tradiciones establecidas y en formación, hombres y mujeres se aferran a la vida mostrando las caras del amor, sus decepciones y logros, frustrados, indecisos y asustados, emociones y sentimientos que los estremecen e incitan a revolucionar valores, costumbres y conductas… sin saber si podrán hacerlo.

Pulsión (“Reasons to be happy”, 2013) forma parte de la trilogía de Neil LaBute, iniciada con “Reasons to be pretty” (2008), nominada a un premio Tony al año siguiente, que culmina en 2018 con “Reasons to be pretty happy”.

Tres para cuatro

El complejo mapa sexual-emocional entre los cuatro protagonistas de Pulsión es más o menos el siguiente.

Luego que una expareja se reencuentra tres años después, ambos integrantes llegan a pensar que esta casualidad los podría llevar a retomar la relación.

Sin embargo, lo que parece tan fácil tiene más de un problema: Ella está casada con otro hombre y él se emparejó con la gran amiga de ella, algo que a ella le resulta insoportable; a su vez, a la aproblemada vida de madre soltera de la gran amiga se agregan las reacciones de su celoso exmarido.

Para completar esta comedia de enredos, ambas mujeres son interpretadas por la misma actriz (Soledad Cruz), mientras que los roles masculinos están a cargo Benjamín Westfall y Moisés Angulo.

Polaridades e inestabilidades

La dupla de directores Francisca Márquez y Marcos Guzmán (“Fabulación”, de Pier Paolo Pasolini. Mejor Montaje Círculo de Críticos de Arte 2013); “Demonios” (2015), de Lars Norén (Suecia), trazan sobre el escenario una ficción de tinte realista no convencional.

Del mismo modo en que se enfatiza la agudeza en la manifestación del deseo sexual tanto en discursos y diálogos como en las conductas explícitas, sugeridas o reprimidas de sus personajes, los directores van construyendo sobre el escenario ciertos emplazamientos oníricos.

Luces que sugieren transparencias a punto de esfumarse, diálogo sordo con la imagen en pantalla, interpelaciones que parecen dirigirse al público en momentos de arrebato, colores muy fuertes en ciertas escenas y otros que se desvanecen.

Pulsión

Así, en combinación con lo resuelta y agresivas que son las mujeres en defensa de sus amores y odios, los hombres se muestran determinantes, incluso radicales en sus desesperadas críticas y en la evaluación de sus vivencias.

Rasgos que, en conjunto, van delineando a integrantes de una sociedad sustentada en la tozudez, la violencia y el individualismo brutal.

Desde la dirección también se asume un riesgo cuando, en el juego actoral, se subrayan con fuerza gestos y movimientos que caricaturizan ciertas conductas de los personajes.

Una alternativa que no lleva a la sobreactuación: al revés, es asociable a una mirada crítica a rasgos sociales como el machismo y a la percepción de la mujer como objeto sexual, ya que se muestran con iniciativa e independencia en el juego erótico.

Algo similar sucede cuando se utilizan recurrentes textos en inglés, más allá del desagrado que le provoca al público que no domina este idioma.

La tensión del discurso, el gesto corporal, la complicidad con la convicción y la crudeza con que se habla en esos momentos golpean al público, pero también ayudan a crear una distancia cultural que le permite al espectador conectar la historia con el original estadounidense.

Evoluciones posibles

En realidad, el autor no busca demonizar los valores expuestos ni a los personajes: incluso se muestra mucho más comprensivo con ellos cuando modera, en parte, las conductas del cuarteto de amigos en conflicto.

Redibuja a escala humana sus fisonomías, disminuye en algo la competencia y la agresividad, propicia la aparición de aristas y evocaciones infantiles y ciertos grados de nueva amistad.

Una comedia con elenco sólido, que provoca risas, recogimiento y sorpresas, que mueve al espectador a la complicidad y al rechazo, y que critica y goza lo sexual, instalado como el hueso universal del ser humano.

Pulsión

Pulsión

Autor: Neil Labute (EE.UU)
Dirección general, de Arte y Diseño de Escenografía: Marcos Guzmán y Francisca Márquez
Traducción: Camila Le-Bert
Elenco: Colectivo Sonámbulo (Benjamín Westfall, Moisés Angulo, Soledad Cruz)
Diseño de iluminación: Andrés Poirot

Teatro Zoco
Avda. La Dehesa 1500, Lo Barnechea
Hasta 17 diciembre 2022.
Jueves a sábado, 20.00 horas.
Entrada general $ 11.500.
Puntoticket