Por Pablo Asenjo
“Estoy yendo y viniendo de Santiago a Chiloé y viceversa. Cada vez que cruzo el canal de Chacao siento que se corta el cordón umbilical con mi vida anterior. Este canal al fin del mundo es para mí una especie de portal”, cuenta Antonio Becerro.
“Por lo general alojo en el hotel Unicornio de la ciudad de Castro o en la casa de Renato Cárdenas, el brujo, quien falleció de súbito. Pero últimamente llego en silencio, en retiro, no veo a nadie, paso desapercibido como una sombra más y me dejo atravesar por el viento hasta la comuna de Queilen, exactamente a la Comarca de Contuy”, agrega el artista visual.
“Desde que hablamos por primera vez entendí que había algo que nos conectaba, algo más que una coincidencia. Clarita Yáñez tiene las ventanas del pecho abiertas, una libertad creativa y mucho talento artístico: dibuja, pinta, construye esculturas de madera con las ramas y hojas que recoge del bosque. Habla francés, lo pronuncia bien y, muy importante, en ella no hay nada de poses o tormentos innecesarios que se asocien al cliché del artista o intelectual con un cigarro en la boca, el ceño fruncido o trasnochado, con aspecto de decadente vencido por la vida”, describe Becerro.
“Todo lo contrario, Clarita tiene una espontaneidad que escasea en el mundo moderno, una espontaneidad que no tiene ni siquiera la obscenidad de una joven. He visto y sentido ese relajo en los animales y lo he percibido solo en la muerte del paisaje”, agrega el director de Perrera Arte, espacio que por estos días presenta una muestra que reúne cerca de 80 obras de Clara Yáñez Rivadeneira, de 84 años, hija del mítico escritor Jean Emar.
-¿Por qué Clarita Yáñez en la Perrera?
– “Como productor de esta muestra, creo que el contrapunto de la obra de Clarita instalada en Perrera Arte como espacio de arte urbano y experimental se potencia en la diferencia de dos conceptos que aparentemente no se pueden juntar. Lo experimental e industrial con la nobleza de la madera concebida en la artesanía.
“Se trata de la instalación de sus objetos en un espacio rudo y sombrío de hormigón armado con fierro reforzado. Es un montaje cuidadosamente diseñado para destacar las obras de Clara Yáñez, que sería algo así como debut y retrospectiva de una artista que nunca ha expuesto porque, entre otras cosas, dice no ser artista. Ese aspecto también me atrae porque Clarita es crítica a todo lo establecido como normalidad, su actitud irreverente la convierte en contracultura dentro del mecanismo burocrático y exitista del arte actual.
“Ella se instala al margen del arte oficial en el modelo neoliberal. Como mujer de 84 años con una vitalidad desbordante, Clarita sabe leer muy bien el presente y, a regañadientes, aceptó este desafío de mostrar sus obras. La textura, la artesanía, la manufactura de sus objetos de madera, entre otras cosas, responden a su imaginario personal. A su propia cultura.
“Ella me dice que, en el caso de las figuras religiosas, le atraen sus formas, su ambiente para exaltar la fe, lo que trasmiten con su presentación en público, aunque no necesariamente esté de acuerdo con practicar o ser parte del catolicismo.”
– ¿Cómo surge tu relación con Clara Yáñez?
– “Vivian Mendy, una amiga en común que ha apoyado a algunos artistas, me recomendó que fuera a ver a Clarita Yáñez, porque me podría interesar su obra.
“Me llamó la atención su historia de vida, su visión crítica de la realidad, sus contradicciones, sus teorías sobre el origen del universo, su curiosidad por la naturaleza, su amor por los animales, su inquietud por las preguntas esenciales de la vida, su lucidez y fortaleza. Esas cosas son importantes y ejercen una fuerza, una atracción poderosa para una persona como yo, que tratan de escapar a la mediocridad reinante.
“Posteriormente nos mandamos cartas tipo epístolas que Clarita envía a mano alzada a mi correo. Son cartas de puño y letra que expresan una confidencialidad poética, divertida y reveladors. Ella no usa celular, internet, email ni nada parecido.”
– ¿Cuáles han sido los desafíos en términos de producción y montaje de la obra de Clara Yáñez en esta retrospectiva en Perrera Arte?
– “Con esta producción me mandé un Fitzcarraldo. Fue realmente una locura catalogar, revisar, ordenar y trasladar las obras de Clarita. Convencerla de mostrar y exponer, pero, a la vez, explicar y pensar en un diseño de montaje de forma exclusiva para Perrera Arte fue un delirio.
“Desde el principio fue una amistad que conllevaba desafíos. Clarita es cambiante, nihilista y maniática de lo que hace, de modo que no fue nada de fácil la tarea de convencerla. Siempre dijo que no y, a la vez, nos interpelábamos cada vez que podía visitarla. Había que empaparse de todo su mundo, de toda su historia. Mover y sacar esta obra de gran sutileza y de esta envergadura fue toda una peripecia, por los costos y el tiempo invertido, ya que fueron cerca de cuatro años de preproducción.
“El proceso fue lento hasta llegar al embalaje. Fabricar cajas específicas, buscar al artesano ideal en Chiloé que entendiera el concepto y el volumen de esta compleja exposición tampoco fue fácil. Afortunadamente, las voluntades de personas exquisitas han aportado y jugado a favor de esta hazaña. La verdadera travesía fue sacar las obras del campo de Queilen, llevarla a Castro y luego traerla a Santiago y a Perrera Arte.
“Necesitábamos la garantía de que las obras no sufrieran ningún daño puesto que los caminos y las rutas son de difícil acceso, con huellas de tierra agrietadas con hoyos y barro. Eso sí fue un coñazo por que tuvimos que actuar en velocidad, puesto que el alcalde democratacristiano de Queilen, Marcos Vargas, falló a última hora. Para la memoria debo consignar que estuvimos coordinando más de un mes la gestión del traslado de las obras en un camión de la municipalidad, cuestión que nunca ocurrió. Como todo político y funcionario público no se resistió a decir que bueno a una promesa que no iba a cumplir. Una mierda. Tome el control de todo de manera presencial y trabajé como si fuera a exponer yo mismo.”
– ¿Qué representa para ti está obra de Clarita Yáñez?
– “Hay algo medieval en su vida y obra. La búsqueda del saber, de entender por qué funcionan las cosas de esta u otra forma. La luz sepia de su ambiente, de su casa, como si todo estuviera bajo la lumbre del fuego y las velas. Esa atmósfera nos acerca de forma existencial y poética. Recuerda que yo practico la taxidermia, el antiguo arte de conservar y embalsamar las especies con apariencia de vivo, que también es medieval.
“Clarita es sin ninguna duda un aporte también a otra posible lectura de Chile, es significante para revisar lo que pasa en las regiones. Es un hallazgo. Con su imaginario nos presenta una obra barroca precolombina isleña, por ponerle un nombre, pero por sobre todo su libertad la sitúa en la creatividad renacentista. Hay un cuidado y una técnica manual con la nobleza de las maderas y los palos encontrados que utiliza que no se debe obviar en su trabajo de objetos religiosos.”
– Ella coexiste con un mundo prístino y natural. Una suerte de Edén.
– “Desde esa mirada es perfectamente una representante de la contracultura. Su búsqueda, su particular forma visual de ver la vida, su dedicación, su afán con toda la experiencia que tiene de una vida muy vivida, es vital, olfativa. Es decir, busca, encuentra lo que se propone y lo hace con dedicación. Es una artista medieval de corazón, alma y conocimiento. No todos los seres de este planeta tienen ese talento y el privilegio de ejercerlo.
“En Chile hay un montón de universidades que arrojan la carrera de arte como si fuera el premio de consuelo para los sin talentos en un tremendo campo laboral. Su personalidad como artista y su obra deconstruye la neura del exitismo, esa cuestión de estar vigente y sudar la gota gorda en este país de impostores. Clarita es totalmente vanguardista y es un descubrimiento, su tremendo virtuosismo está más allá del dato del arte, del archivo en lo que se convirtió el arte con el modelo neoliberal.”
– ¿Por qué te tomaste tan en serio el rescate de la obra de Clara Yáñez?
– “¿Y por qué no habría de hacerlo? El proceso creativo y la producción para mí se han fundido en una sola obra. Solo el afán y la obsesión lograron esta producción que tomó cerca de cuatro años, porque de una forma u otra, profesionalmente hablando, “Clarita Yáñez en la Perrera” es como si estuviera exponiendo yo mismo.
“Dirigí todo el proceso presencialmente desde la lenta persuasión a la artista hasta la carga, descarga, traslado, catalogación de obras, revisión de archivos, diseño de montaje, textos, dirección de un mini documental, contratación de profesionales y mucho más. Solo así ha sido probable que hoy este magnífico y desconocido trabajo esté instalado en mi obra mayor, que es la Perrera Arte.
“Esta es una de mis mejores producciones creativas en terreno, ya que incluso en el montaje intervine con objetos luminosos algunas de las obras dentro de mi propia obra.”
– ¿Qué significa para ustedes esta celebración de los 27 años de vida con Clara Yáñez como plato fuerte?
– “Celebramos porque de verdad es épico vivir del arte en Chile, más aún sostener espacios como éste, absolutamente autónomos e independientes. Celebramos esa trayectoria junto a la comunidad barrial y al público que nos prefiere. Celebramos a nuestra manera y como a nosotros nos gusta.
“Sobrevivir 27 años haciendo arte y cultura en un país laboratorio totalmente atontado por el modelo de consumo es realmente heroico. Sortear complejidades sin apoyo alguno de parte de las autoridades en un estado de crisis donde nuestro sector ha sido golpeado y empobrecido, es realmente crítico. Pero siempre hemos sobrevivido no solo económicamente, porque hemos sabido pararnos a diario ante la falta de identidad, la arrogancia, la burocracia. Y esta exposición es un plato gourmet con el sello fina selección.”
– Han tenido un 2022 muy activo presentando obras de teatro, exposiciones, conciertos en distintos lugares de Santiago.
– “Sí, hemos escogido artistas, colectivos y obras que tengan contenidos y forma, profesionales probados y seleccionados con pinzas para enfrentar este momento de transformaciones silenciosas. Además de la muestra retrospectiva de Clarita Yáñez, hemos puesto en circulación por Santiago la obra de teatro mínima “Fausto”, que dirige Juan Carlos Montagna, que ha estado en Perrera Arte, la Estación Mapocho y que se presentará en el cerro Santa Lucía, la Cúpula del Parque O’Higggins y el Teatro Novedades.
“Ahora estamos produciendo para diciembre el gran festejo con bandas emergentes y artistas destacados. En enero regresará el dúo de coreógrafos franceses de Claude Brumachon y Benjamin Lamarche con la obra “El testigo”, producción en conjunto con el Centro de Danza Espiral, aliado histórico de Perrera Arte. Ellos marcarán el fin de una nutrida agenda con la que pretendemos cerrar esta temporada en enero de 2023.”
– ¿Compartes la idea de que existe un estancamiento cultural en Chile?
– “Si miramos la televisión, a la que no se le ha tocado ni una pluma en estos 33 años, por cierto que sí. Pero, antes que nada, hay que preguntarse si existe voluntad de reinventar el modelo. Se necesitan mucho más que programas, concursos y frases como “Elige cultura”. Hay que idear una toma por asalto, en tratamiento de shock, del espacio público y apoyar los territorios culturales con sus espacios vigentes. Entre otras cosas, utilizar las herramientas legítimas del poder, poner asesores idóneos, dar el uso correcto a los recursos de mediación y difusión a modo de interferir en el compartimiento de las redes sociales y sus tendencias cretinas.
“La tontera es el gran enemigo de la existencia contemporánea en Chile, ya lo dijo Armando Uribe. Pero para eso hay que invertir y hacer cambios radicales. Por sobre todo, el Ministerio de Cultura tiene que salir de su baja autoestima, de cartera políticamente correcta para darle pega a los amigos, y liderar la transformación. Más allá de su acotado presupuesto, esta secretaría de Estado tiene que marcar una diferencia en su modo de gestión y operación, actualizando de manera eficaz y eficiente los recursos y las herramientas que posee para hacerlo.
“Hay que evidenciar más calle, tener lucidez para conversar con los líderes en los barrios, para volar a los volados y salir de los escritorios. Basta de diagnósticos y estudios rebuscados con torpes con nomenclaturas inclusivas, hay que salir a cantar con el otro sin prolegómenos, como lo hace desde su distancia Clarita Yáñez, y como de seguro lo estarían haciendo hoy Violeta Parra, Víctor Jara, Andrés Pérez o Raúl Ruiz. Aunque tenga un tufillo cristiano, hay que volver al ritual, a la comunión en la cultura.”
– Para cerrar, tú dices que fue una experiencia dentro de tu proceso creativo, como se sabe las obras que se salen del estilo de un artista por lo general suelen ser las más interesantes. ¿Este es el caso con la producción de Clara Yáñez?
– “No sé si esté muy de acuerdo con esa afirmación, es probable que así sea cuando se trata de un pintor o escultor con una formula preconcebida de sus obras, pero en este caso me muevo en universos más difusos, sin límites. Por lo general mis obras son inabordables, difíciles de encasillar, más complejas de digerir, transitan en el borde de la indefinición, desde la performance, el video, el arte sonoro, la instalación, la dirección de arte, la pintura, la escultura, la taxidermia, la música, la escritura, la arquitectura, la ingeniería, entre otras experiencias y manifestaciones del arte actual.
“Es cierto, en esta exposición “Clarita Yáñez en la Perrera” tiene un poco de todos esos oficios, de todas esas diciplinas y de lo mejor de mí, también, en términos ejecutivos de una producción impecable.”