Como protagonista de la valiosa versión teatral argentina “El Joker de la cuarta pared”, quiéralo o no, el actor chileno Felipe Ríos asume una doble carga y responsabilidad: interpretar a un personaje que alude a una icónica figura de la cultura popular; y sufrir la inevitable comparación con “El Joker”, una producción de alta calidad cinematográfica y exitosa en todos los planos.

Por Leopoldo Pulgar Ibarra

La cinta estadounidense, aunque no consiguió el Óscar a la mejor película 2019 en la versión 92 de este evento, pese a estar nominada a 11 estatuillas, es una joya del cine actual. Al tiempo que Joaquin Phoenix ofreció una clase magistral de actuación.

Ríos, a su vez, desarrolla en el escenario un trabajo ejemplar donde pone en juego toda su capacidad corporal y expresiva, recurso fundamental para configurar a un perdedor absoluto de la vida, un hombre transido y conmovido por sus sueños y obsesiones que recorre los rincones más luminosos y oscuros del ser humano, mientras sobrevive en la ciudad y la sociedad que discrimina y aplasta.

El texto trasandino no pretende reproducir el relato fílmico, sino que sitúa a Arthur Fleck, el hombre detrás del payaso, encerrado en un hospital siquiátrico. Un lugar escabroso y temible desde el cual repasa sus amores y odios, acicateado por una conducta en proceso de desquiciamiento que, como todo en la vida, tiene un inicio en experiencias cercanas a la normalidad.

Así, más que describir o ejecutar el andar callejero de Arthur, cuando encara la sordidez de su departamento o los conflictos familiares y laborales que vive, este monólogo teatral se concentra en los esfuerzos por encontrar las causas sicológicas de la condición de vida del protagonista y cómo evoluciona su mente al enfrentar el muro de dificultades que vive.

El Joker de la cuarta pared
Natalia Belmar

Espacios reales y mentales

En El Joker de Felipe Ríos se advierten tres espacios por donde se mueve su historia: el recuerdo y síntesis de las discriminaciones, abusos y dolores sufridos en el mundo exterior; la respuesta automática como primera reacción al entorno que lo amenaza y violenta; y, lo más relevante, el proceso interno de elaboración distorsionada de toda su realidad, acentuado por el encierro.

De este modo, el personaje exhibe sus expectativas más íntimas entremezcladas en un discurso que también habla del ejercicio de un trabajo que se evalúa mal, disfrazado de payaso, clave en un personaje que ama y cuyo maquillaje se le adhiere como si fuera su verdadera piel.

Esta especie de corpóreo de publicidad que representa con ingenuidad y responsabilidad, además de ser un remedo de sus ansias de ser un comediante, no acaba de entender por qué no se le respeta y se le violenta en su trabajo.

El Joker de la cuarta pared
Natalia Belmar

Musicalidad y fuerza

Felipe Ríos asume el personaje aprovechando la flexibilidad de su cuerpo en un monólogo cuyos énfasis, inflexiones y momentos sutiles se manifiestan con fuerza controlada y un grado de musicalidad donde la tristeza, lo ingenuo y lo torvo asoman en rostro y gestos.

A las cualidades expresivas del intérprete se agrega el elaborado maquillaje que utiliza el joker, acentuando o escondiendo las diversas expresiones, lo que genera un estímulo desequilibrante para proyectar su agobiada existencia y el proceso sicológico que se abre.

Tal vez sea una especie de locura ética lo que refleja este personaje, aquello que ordena al cerebro a saltarse los límites de la cordura y que convoca a la venganza desesperada, a la aniquilación del abusador, en especial de quienes se ríen de él, cuando no hay justicia.

Y todo esto en las narices de una sociedad que genera y repudia la pobreza… generando perdedores e ingenuos que responden con dolor y rabia.

El Joker de la cuarta pared
El Joker Natalia Belmar

El Joker de la cuarta pared

Texto original: Guillermo Ale
Dirección: Christian Zúñiga
Intérprete: Felipe Ríos

Participación especial: Diego Echeverría
Escenografia: Juan Carlos Uribe
Fotografia: Natalia Belmar
Videos: Lorena Venegas
Asistente de fotografía: Sebastián Hartwig
Diseños: María de los Ángeles Cunto
Dirección técnica: Daniel Soto, Enrique Neira
Agradecimientos: Casapayaso, Mikal pelucas
Colaboración especial: Blanca Lewin, Marcelo Quezada, Omar Hernández, Nicolás Salinas
Producción: MST Teatro – Swing Management
Producción general: Carlos Seminara

Teatro Bellavista
Dardignac 0110, Providencia
Agosto: sábado 20.00 horas; septiembre: viernes y sábado 20.00 horas.
Entradas: Platea baja $ 14.000; Platea alta $ 9.000.
www.puntoticket.cl