Una propuesta cuyo sentido crítico desde la mirada feminista es especialmente agudo caracteriza a esta adaptación que de la novela homónima de Elfriede Jelinek (Premio Nobel de Literatura 2004) realizó el Colectivo The Braiers.
Por Leopoldo Pulgar Ibarra
De amplio espectro es la reflexión que plantea “Las amantes” al cuestionar desde la base económica capitalista de la sociedad hasta las condiciones particulares al interior de la familia, incluso, aquellas más íntimas y valóricas que forman parte de la relación entre las personas.
Tres son las opciones que más llaman la atención, tomadas por la directora: selecciona un elenco masculino para aludir a las mujeres de la obra; no los perfila como travestis ni los caricaturiza; y logra que los actores busquen en ellos mismos, utilicen y desplieguen su lado femenino.
Así, mientras los hombres sugieren lo que viste una mujer y sus voces se manifiestan de manera coral, los gestos corporales aluden a lo tierno y sensible, todo entrelazado con las emociones y con el aporte del lado masculino del elenco, también presente en las mujeres: firmeza, decisión y energía, recursos que se alternan según las circunstancias.
Esta estructura no convencional de “Las amantes” había sido experimentada antes por la directora Heidrun Breier en “Banal”, de Mauricio Barría (2015) y “Demasiado cortas las piernas”, de Katja Brunner (2018).
Presente y futuro
Brigitte y Paula tienen una misma y clásica idea sobre cómo imaginan su realización personal: enamorarse, casarse, tener hijos y una vida económicamente segura.
Una vive en la ciudad, trabaja en una fábrica y aunque no sabe si ama a su novio, quiere casarse: valora su emprendimiento; la segunda, de 15 años, vive en el pueblo, quiere ser costurera, pero como está muy enamorada su objetivo se truncará.
El tema de fondo, el cuestionamiento a la estructura económica capitalista y patriarcal asume un discurso que se va desplegando, a través de un sistema de diálogos que corre a alta velocidad, mientras la historia de estas mujeres se va construyendo.
Lo tragicómico ocupará su espacio convirtiendo a la obra en un laboratorio donde se funden ardorosas emociones, dolores, risas e ideas, apropiadas y emitidas por voces que alternan distintos roles, en un ambiente escenográfico, lumínico y sonoro más concreto y frío.
En momentos, el coro de voces pasa del grupo a dúos, solos o tríos que van conectando la visión social y política con la superestructura ideológica y de valores que asoman durante la dinámica acción escénica.
La naturalización de la violencia intrafamiliar, el machismo fomentado por ellas mismas, incluso, en perjuicio de las mujeres de su entorno y el abuso en el universo más íntimo se muestran como reflejos de lo que ocurre a nivel social.
Invasor e invadido
Énfasis fuertes e intenciones subrayadas a propósito surgen en momentos para expresar ideas y emociones que de improviso se complementan o giran hacia lo lúdico e irónico que distienden la dureza de una situación y al espectador.
Sucede con la idea clásica del amor que representan las dos mujeres, trama que las inserta en una dependencia afectiva y opresiva, considerada como algo natural y biológico en la sociedad patriarcal, que en escena se muestra con base argumental y sentido de comedia.
También se alude a otro concepto que juega un rol relevante, planteado por la directora previamente para explicar que un elenco masculino podría dar mejor cuenta de una afirmación de la autora de “Las amantes” respecto de la relación hombre-mujer.
“El uno se aferra al cuerpo del otro y se aloja dentro como un invasor, vive y extrae su alimento de él. Esto se llama: simbiosis”, afirma Elfriede Jelinek.
Este encuentro se advierte en escena como si fuera algo necesario para sobrevivir: los cuerpos de los actores parecen estar siempre en equilibrio entre dos fuerzas, sintiendo el peso de la historia universal de las mujeres.
Una condición que también evita que se vea a la mujer como víctima, ya que se apela y subrayan las capacidades que tiene para construir su propio destino.
Las amantes
Adaptación de la novela homónima de Elfriede Jelinek (austríaca, Premio Nobel 2004)
Dirección y adaptación: Heidrun María Breier
Elenco: Colectivo The Braiers (Eduardo Herrera, Gonzalo Muñoz Lerner, Guilherme Sepúlveda, Carlos Ugarte y Felipe Zepeda)
Diseño integral: Rodrigo Bazaes
Asistencia y producción de diseño: Carolina Poblete
Realización escenográfica: Amor Escénico
Escenotecnia: Cristian Reyes y Daniel Figueroa
Realización de vestuario: Andrea Bustos
Tocados: Pedro Gramegna
Realización utilería: Matías Paul
Composición sonora: Colectivo Taller Música Contemporánea
Diseño sonoro: Paulo Rojas
Fotografía: Álvaro Hoppe
Diseño gráfico: Javier Pañella
Apuntador y Tramoya: Alejandro Avendaño
Producción: Inés Bascuñán
Fondart Nacional
Teatro Nacional Chileno
Sala Antonio Varas
Morandé 25
Miércoles a sábado, 20.00 horas
Entrada general $ 7.000; convenios y Sidarte $ 5.000; estudiantes y adultos mayores $ 3.000. Hasta 14 mayo 2022.