Durante años, el puma y el hombre han tenido una coexistencia pacífica y armoniosa en el parque nacional Torre del Paine. Muchas generaciones de pumas, han nacido y crecido protegidas, sin miedo al ser humano y con abundancia de comida.
El puma es un animal eminentemente solitario, pero en los últimos años se han visto comportamientos grupales dentro de las Torres del Paine que están dejando boquiabiertos a los biólogos. Es, talvez, el único paraíso que tienen. Los que no viven en el Parque deben hacerlo en estancias dónde los roces son constantes, aunque cada vez menos mortales para ellos.
Los pumas viven en toda América, desde Canadá a la Patagonia, pero a diferencia de sus primos del extremo norte, que deben competir por la comida con osos y lobos, acá son los reyes absolutos. Están en la cúspide de la cadena alimenticia y no tienen competidores ni depredadores (salvo el hombre, claro).
La otra diferencia con sus primos del norte es el tamaño, en la Patagonia vive la subespecie más grande, que puede llegar a los 120 kilos, incluso a los 140 kilos en el caso de los machos adultos.
Pero está tranquilidad no siempre fue así.
Conflicto con estancieros
El conflicto entre pumas y estancieros es de larga data. Durante décadas los pumas han sido perseguidos y cazados en las estancias ganaderas por el daño que causan, en especial, a las ovejas.
No es noticia que un puma mate a 10 o 20 ovejas en una noche. Rara vez lo hace para comer, sino porque le está enseñando a cazar a sus crías. Está comprobado que el puma come en un 90 por ciento guanaco. Pero estas enseñanzas a sus crías ha hecho que los estancieros le hayan declarado la guerra y que en el pasado hayan sido diezmados.
Hace 50 años atrás el puma estaba en un estado lamentable. En las estancias -todas privadas- eran, en el mejor de los casos, correteados para que se alejaran del ganado. En otras, contrataban a los famosos “leoneros”, gauchos que con sus caballos y sus perros perseguían, arrinconaban y mataban a los pumas. Ésta era una práctica común que, afortunadamente, ha sido abandonada. Pero que, en ningún caso, ha sido erradicada.
Actualmente, la Patagonia es la única zona de Chile donde los pumas no están en peligro de desaparecer.
Pumas: De un peligro a un negocio
Sin embargo, en las estancias aledañas al Parque se da un buen ejemplo de conservación y negocio. Éstas llevan años adaptándose a la presencia de los pumas y han formado negocios diversos, como el arriendo del terreno para documentales de factura mundial. O se han construido elegantes hoteles que tienen guías que les presentan, a los turistas, los pumas por sus nombres. Son guías especializados para que los visitantes los puedan observar cuando despiertan, cuando duermen siesta o cuando van a cazar. Se respetan las distancias y no los molestan. Esto ha sido muy beneficioso para ambos lados.
Este tipo de turismo atrae a un buen puñado de turistas top, millonarios que recorren el mundo viendo distintos tipos de “gatos”. Ciertamente, el puma es un negocio floreciente.
Reclamo turístico local
Durante los últimos años ha habido un crecimiento exponencial de turismo relacionado con el puma. Hoy en día es un verdadero boom y, según los especialistas, las Torres del Paine es el mejor lugar del mundo para observación de pumas.
Hace unos años, este turismo solo lo realizaba un selecto puñado de hoteles de lujo, que llevaban en sus Van a entusiastas extranjeros parapetados con costosas cámaras y lentes de un metro de largo. Esta práctica continúa a diario, pero en el último tiempo se ha transformado también en un reclamo nacional.
Antes de la pandemia el 80 por ciento de los turistas eran extranjeros. Ahora el número es al revés. Esto ha hecho que muchos chilenos también estén apostando por tours con guías locales y a precios más accesibles.
Hay, también, personas que van solas en sus autos, que se mueven por referencias, por videos que han visto, por amistades que han ido antes y que les han dado el dato. La inmensa mayoría son respetuosos de estos animales, pero se han visto casos de gente que se acerca peligrosamente con tal de sacar una foto para el recuerdo. Algunos hasta quieren una selfie.
Observar fantasmas
El avistamiento de fauna, sobretodo de pumas, es una experiencia alucinante, tranquila, silenciosa, solitaria. La observación de pumas requiere de paciencia, de muchísima paciencia.
El animal se camufla de tal forma que es casi imposible verlo si no está en movimiento. Hay que tener paciencia y esperar. Si en algún momento se mueve, es ahí donde hay que estar atento para la foto de rigor. Hay que ir a las horas clave, al amanecer o al atardecer, cuando se despereza, se mueve y sale a cazar.
Los aonikenk, llamados también Tehuelches, creían que el puma era un fantasma. Y la gente que se dedica a observarlos tiene una opinión parecida. A veces, simplemente parecen desaparecer.
Una pieza fundamental en la ecología
El puma es quizás el engranaje más importante de un delicado equilibrio ecológico. Muchos animales, como el zorro o el cóndor, entre muchísimos otros, también se alimentan de las sobras que va dejando este experto y eximio cazador.
Los turistas, en ningún caso, deben acercarse demasiado. Regular las distancias es imprescindible para mantener está coexistencia pacífica. Nunca se debe olvidar que son animales salvajes, que pueden atacar si se sienten amenazados. Es de vital importancia no invadir su espacio y, por ningún motivo, molestarlos cuando están con sus crías o cuando están alimentándose. Solo así se podrán evitar ataques en el futuro. Por eso es responsabilidad de todos que siga viviendo tranquilo en su paraíso terrenal, para que su conservación esté asegurada.
Gabriel Espinoza Bustamante
Escritor, Guía de turismo
Refugio Fossil
Puerto Natales