Por Leopoldo Pulgar Ibarra
Sorprendente, propio de una actividad pionera y para nada convencional es esta iniciativa de gestión artística que no responde sólo a impulsos irrefrenables ni al simple amor por la Naturaleza, sino al trabajo arduo y duro que implica, como ocurrió este año, poner en escena 17 obras teatrales y musicales durante cuatro noches, con un excelente nivel escenográfico, lumínico y sonoro.
Como en años anteriores, la sexta versión de la Trilla de las Artes es también la cara visible del esfuerzo, compromiso artístico y del trabajo personal y colectivo del grupo organizador que ha sido capaz de transformar la hostilidad propia de los barrancos de esta zona de secano y de sus bosques hirsutos con árboles y vegetación nativa, en paisajes amigables que acogen el arte, sin que se pierda su aire salvaje.
Ubicado en plena Cordillera de la Costa, a 50 kilómetros de Talca, 20 de Curepto y a 3 kilómetros de la casa más cercana, entre el 12 y el 15 de enero el Campo Cultural Llongocura acogió nuevamente a un festival, cuyos espectadores -hombres, mujeres y niños- cruzan los cerros a pie, a caballo y en camionetas hasta llegar a la quebrada teatral.
Lo personal y colectivo
Varios son los soportes de este exitoso proyecto que ha funcionado con o sin financiamiento estatal y sin costo de entrada para el espectador que, sin dudas, se aleja de la lógica de los “grandes eventos” esporádicos y concibe a la gente, a los ciudadanos y ciudadanas de las localidades, como protagonistas activos tanto en la creación artística como en su calidad de espectadores:
a) Responde al extraordinario empuje de un artista que posee un enorme compromiso artístico y cultural, Héctor Fuentes Berríos, actor, director y productor teatral de Talca.
b) En su origen se inició al margen o en paralelo a las instituciones oficiales
c) Se declara como un proyecto en constante desarrollo que busca ofrecer las condiciones necesarias para la difusión y promoción de las diferentes disciplinas artísticas en la localidad.
d) El gestor se involucra en lo administrativo del proyecto y en generar una red de voluntarios locales que apoyan su iniciativa, interesados en el desarrollo artístico y cultural del lugar en que viven.
e) En el corazón del proyecto se expresa un compromiso integral ético y artístico, con el gestor involucrado también en los trabajos de construcción de los espacios teatrales utilizando las herramientas para levantar muros y techos y despejar el terreno y las áreas elegidas como espacios escénicos.
f) Aplica un criterio amplio en la selección programática para acoger una variedad de obras en lo temático y grupos distintos en origen social y formación académica, asegurando igualdad de condiciones para su presentación. Entre los 17 montajes de este año hubo títeres para niños y títeres para adultos en horario especial.
g) Valoración de los habitantes de esta región como protagonistas directos del trabajo artístico y cultural, lo que refleja la riqueza que existe en creadores y creatividad en la Región del Maule.
Precisamente, residentes de esta zona rural integraron el elenco de “Voy y vuelvo”, la obra que inauguró la Trilla de las Artes 2022 en el denominado Anfiteatro, diseñado por el arquitecto Juan Gajardo como tesis de titulación de la Escuela de Arquitectura de la Universidad de Talca, uno de los espacios al aire libre que componen el circuito interno del Campo Cultural de Llongocura, junto a La Ruka (bajo techo), El Nido y el Teatro de Barro, lugares donde también hubo funciones este año.
Por su envergadura, exitosa realización, sentido profundo y sustento ético, tanto la Trilla de las Artes como el Campo Cultural Llongocura, fundado en 2010, equivalen a una experiencia artística, cultural y de gestión que debe ser apoyada como parte de una verdadera política cultural y artística del país.
Y, porque, además, es coincidente con los nuevos protagonistas y los nuevos protagonismos que estallaron con la revuelta de octubre de 2019, abriendo nuevos tiempos para nuestro país.