Isabel Parra, hija de la histórica autora, explicó las razones que la motivaron a oponerse a seguir utilizando el inmueble de avenida Vicuña Mackenna. "Lo único que yo tenía claro era que no volvíamos a la Zona Cero", señaló.
Un inesperado anuncio sorprendió hoy al circuito cultural chileno: Isabel Parra confirmó que el Museo Violeta Parra se disolverá y que las obras de su catálogo serán trasladas al Campus Oriente de la Pontificia Universidad Católica.
Tras meses de confusas declaraciones sobre el futuro del inmueble luego de tres incendios en el marco de las manifestaciones del “estallido social”, la hija de la legendaria autora reveló cómo se produjo el acercamiento con la universidad privada.
“(El rector Ignacio Sánchez) me propuso recibir a la Violeta Parra en la universidad con todo lo que eso significa; infraestructura, estudios sobre la Violeta, sobre su vida y obra, y un lugar de exhibición permanente como el Campus Oriente, además de la Casa Central. Le abrió, en definitiva, las puertas de la universidad a la Violeta para ser su nueva casa y tener todo lo que no hemos tenido nunca en el museo, y yo acepté”, contó a The Clinic.
El primer acercamiento, dijo, fue mediante una llamada telefónica: “Con el rector no hemos tenido relación alguna en el pasado, y que una persona como él tenga la finura y la deferencia de buscar mi teléfono y contactarme para ofrecerme esto, es realmente gratificante y esplendoroso”.
“Como familia, estamos muy felices. Y la Violeta también, eso lo doy por hecho. Ella estaría totalmente aprobando este cambio de barrio. Por esa razón, nosotros nos vamos con todas las obras de la Viola a la Universidad Católica. Y para irnos, es necesario disolver el Museo Violeta Parra. Y estamos en eso”, aseguró.
Quiebre en el directorio
Con esto, después de 7 años de funcionamiento y no pocas trabas mediante, el Museo Violeta Parra dejará de existir como tal y abandonará su característico edificio en forma de guitarra en la comuna de Santiago para trasladarse a la sede de la institución en Providencia.
En la misma publicación, Parra reconoció el quiebre interno que sufrió la directorio del museo a raíz de los ataques incendiarios que comenzaron en febrero de 2020: “Yo estoy alejada ya del museo. Distanciada sin vuelta. Mi relación con la dirección del museo estaba totalmente partida, sobre todo a contar del estallido. Y hasta el día de hoy lo está”, dijo.
“Yo no quería hablar más sobre el museo, estaba comiéndome la mierda y el dolor. Desde el tercer incendio, yo decía: no queremos reconstruir el museo en Vicuña Mackenna. No vamos a reconstruir el museo ahí por ninguna razón. Nosotros nos vamos con la Violeta, pero no sabemos dónde. Lo único que yo tenía claro era que no volvíamos a la Zona Cero. En las puertas del museo le dispararon a Gustavo Gatica, que fue uno de los ciegos que dejó todo ese periodo doloroso y violento. Ese era mi discurso y lo fue hasta septiembre pasado, cuando di mi último recital y todas esas entrevistas”, señaló.
Las arpilleras, las obras en papel maché y las pinturas del catálogo serán llevadas a la Facultad de Artes, donde se pretende que sean restauradas y luego exhibidas. Tras los atentados de 2020, el organismo estaba operando desde febrero de este año en el Centro de Extensión del Instituto Nacional (CEINA).
“Mi hija Milena (Rojas, jefa de Colecciones y Patrimonio del museo) y otras personas se organizaron para sacar todas las obras antes de que se desatara toda esa locura que se desató, y las resguardaron y llevaron a los depósitos. Y menos mal que se hizo, porque en el museo todo quedó inutilizable. Lo que no se alcanzó a quemar, quedó impregnado de ese humo negro y de esa huella fétida de muerte, porque no se me ocurre otra palabra que muerte. Ese museo floreciente, que tanto le gustaba a la gente, se acabó”, aseguró Isabel.
“Este proyecto se comenzará a concretar cuando finiquitemos el traspaso. Lo más probable es que las cosas estén resueltas a partir de marzo del próximo año, a comienzos del año académico. Espero que las obras ya estén allá para esa fecha”, añadió.