“Los medios, las encuestas y las industrias culturales instalaron un discurso en busca de dividendos electorales. Mensajes como “hay largas filas para votar” te hacían creer que había, al menos, un 70% de votantes cuando los resultados ya los conocemos”, explica el politólogo.
Por Carlos Salazar
El cientista político Rodrigo Gangas estima que el escenario institucional de aquí al balotaje del 19 de diciembre puede ser descrito como un sistema político en descomposición. Uno que a nivel de partidos políticos ya venía fragmentándose desde hace dos décadas y hasta el mismo fin de semana de las elecciones que registraron un virtual empate entre los candidatos Gabriel Boric y José Antonio Kast junto a un insólito tercer lugar para Franco Parisi, el aspirante a La Moneda que hasta la fecha no ha puesto pie en el país.
“A diferencia de otros procesos históricos similares de transformación, el sistema de partidos siempre logró articular una posición y otorgar cierta orientación al conjunto político que resultaba movilizador y manifestaba una esencia de la sociedad”, agrega el director de la Escuela de Ciencia Política, Gobierno y Gestión Pública de la Universidad Academia de Humanismo Cristiano.
En paralelo, a nivel social, esta crisis política convive con un enorme sentimiento de descrédito y frustración, rechazo y negación hacia la actividad política de los partidos. Nada nuevo, señala Gangas, pero que choca con una total ineficacia de parte de los/as candidatos/as para conjugar una respuesta a esos ánimos de cambio. “Esa falta de comunicación con los anhelos de la población han dejado a los partidos absolutamente náufragos y descompuestos”, señala.
Aclara que de ninguna manera esto significa que candidatos outsiders como Franco Parisi representen hoy una respuesta a esa falta de confianza en la clase política.
“Esa alta votación es el reflejo de que la sociedad no quiere saber nada con la política tradicional, pero sí coincide en algunos aspectos de su discurso como el sentimiento de propiedad, la seguridad ciudadana o el fin de las AFP. El sector de Parisi es de un centro despolitizado que no sabemos dónde va, que representa el descredito de la política propio del modelo neoliberal. Un perfil que no está en el clivaje (o tendencia de voto) del sistema que discute sobre género, medio ambiente o lenguaje inclusivo”, describe el académico.
Sobre el recurrente análisis del paupérrimo nivel de asistencia a las urnas, el profesor Gangas recuerda que un padrón de votantes cercano al 47% del total hace mucho tiempo dejó de ser una sorpresa.
“No hay que hacerse muchas expectativas de que se vayan a construir mayores espacios de participación política hasta el balotaje. Creo que eso no va a ocurrir”, advierte en torno al mensaje que mejor permeó desde la derecha. “Lo que sí ha habido es un discurso que se posicionó desde un principio: el de una derecha dura y extrema, que persiste a lo largo de 40 años revestida de ropajes democráticos”, explica el politólogo. Destaca que en esa órbita apareció una figura como José Antonio Kast “con ese mismo discurso de ética con tintes fascistas que moviliza a un electorado amplio que, incluso, pudo ser más de no ser por los factores Sichel y Parisi”.
¿Y la izquierda?. “Creo que no ha sido capaz de aglutinar en sus convicciones ni defenderse de sus propias contradicciones y eso es un problema de lo que reconocemos como democracia y que tiende a pedir perdón por ser izquierda y que, diluida, no es capaz de ganarle espacio a esa derecha tan posicionada al no lograr definir un discurso claro, una realidad concreta y rechazar ciertas prácticas”, plantea Gangas.
Verdades a medias de un balotaje
Que quien gana una primera vuelta, repite en el balotaje, parece una verdad de hierro que muchos analistas de la plaza han divulgado, después de las electrizantes elecciones del fin de semana que concluyeron un virtual empate entre Gabriel Boric y José Antonio Kast.
“Esto, visto desde los hechos y el contexto, es una verdad a medias. Un juicio fácil ”, cree Rodrigo Gangas. Esto es porque en todas las elecciones con balotaje, salvo en el caso de la elección entre Lagos y Lavín en 1999-2000 donde ambos candidatos gozaban de un sistema político compacto, hay diferencias de 10 a 15 puntos, incluso 20 puntos, entre los dos primeros competidores de primera vuelta.
“Lo que tenemos entre Boric y Kast son cerca de 2 puntos de diferencia en espacios donde ninguno fue capaz de sobrepasar la barrera del 30%, como en casos anteriores. Es decir, un resultado final es algo totalmente abierto. Incluso la derecha más dura no sobrepasa en el padrón un 40%. El resto del electorado es un porcentaje tremendamente volátil que puede tender fuertemente a la polarización”, cree Gangas.
Plantear certezas sobre quién ganará respecto de los resultados de la primera vuelta es querer instalar una verdad sin la lectura adecuada. Estamos ante un escenario inédito respecto a otras elecciones, después de las grandes movilizaciones, saliendo de una pandemia así que no hay punto de comparación para replicar respuestas a un comportamiento electoral.
Asimismo, muchos creían que en estas elecciones se iba a repetir el efecto 20/80 del plebiscito y que Boric iba a triunfar ampliamente, pero era un razonamiento falaz parte de una corriente más orgánica donde el rol de los medios y las encuestas han sido, no solo comunicar “la radiografía del momento”, sino proponer una temática pública que incidió fuertemente en estas elecciones, cree.
“Tiendo a pensar que más que acertar, las encuestas buscan, como todas las industrias culturales, instalar un discurso para dividendos electorales. Ahí tienes esos pronósticos, que no estuvieron tan alejados de los resultados, que en los medios se repetían junto a mensajes como “hay largas filas para votar” que te hacían creer que había, al menos, un 70% de votantes cuando los resultados ya los conocemos. Es una performance que se va construyendo en una dinámica de orientación política que hoy está en manos de otros agentes y no del sistema de partidos”, agrega. “Finalmente este contexto de influencias y descomposición del sistema político es muy importante, porque al final del día es un escenario propicio para los proyectos de figuras más personalistas como José Antonio Kast o Franco Parisi”.
Consultado sobre cómo afecta este trance político el trabajo de la CC, el analista plantea que “Nunca hay que perder de vista que el trabajo de la Convención Constitucional es más trascendental que un gobierno de Boric o Kast. Si gana Kast, eso no significará que obtengamos una constitución más de derecha y, si gana Boric, tampoco garantizará una sociedad distinta o una transformación social por sí misma; lo único que debe asegurar una nueva Constitución es que el espacio en que se están desarrollando transformaciones profundas y derechos fundamentales esté libre de influencias externas de las fuerzas políticas mejor definidas hoy. Lo que habrá que observar bien es la relación y diálogo de ese gobierno con el plebiscito de salida. Lo mejor es plantear el próximo gobierno, incluso, como una transición de este proceso constituyente en el que se juega la posibilidad de realizar transformaciones a un plazo de 30 o 50 años”, advierte el académico de la UAHC.