En el marco de la promoción de “La revolución reflexiva” (Paidós, 2021), su más reciente libro en alianza con Ximena Dávila, cofundadora del centro de estudios Matríztica, el biólogo e intelectual chileno Humberto Maturana habló hace unos días con BioBioChile en su última entrevista, sin que sospecháramos que su vida llegaría a su fin este jueves.
Allí, abordó la coyuntura sanitaria de la pandemia y los complejos problemas que esta develó: las duras desigualdades sociales; las deficiencias de nuestros sistemas políticos; el violento desbalance de la humanidad con su entorno natural; y la necesidad urgente de iniciar un cambio, primero personal y luego colectivo, que Matucana y Dávila ven viable sólo mediante tres conceptos: diálogo, reflexión y entendimiento.
“Yo no tengo problema con la cuarentena, porque si hay que hacerlo, lo hacemos. No estoy en conflicto por eso, pero estoy preocupado por la pandemia, ciertamente. Porque mientras no tengamos un tratamiento adecuado, vamos a tener que cuidar los contagios, y eso es difícil. Porque la gente no está completamente convencida que eso es lo importante en estos momentos”, comentó.
Desde su año en confinamiento, Maturana dio forma al que sería su último ensayo y su más reciente propuesta biocultural: iniciar una transformación que permita a la raza humana, en sus palabras, “no convertirse en una plaga”, y así convivir en equilibro con su hábitat tal como alguna vez lo hicieron, en los inicios de la civilización, las culturas matrísticas.
“Una de las cosas interesantes, que estaban ahí al principio y que surgen con Ximena, es que ella un día me dice ‘doctor, he hecho un descubrimiento: el dolor por el cual se pide ayuda (el dolor relacional) es siempre de origen cultural’. Y con eso, me muestra que lo biológico con lo cultural están entrelazados, no son separables, y de ahí viene todo el desarrollo que hacemos después hablando de biología cultural”, contó el Premio Nacional de Ciencias 1994.
“‘Y también me he dado cuenta que la salida del dolor está en la recuperación del respeto por sí mismo. O sea, el dolor proviene de alguna circunstancia que la persona ha vivido: que ha sigo negada, agredida, y ha conservado ese dolor, pero que sale de él cuando ha recuperado el respeto por sí mismo’. De esa conversación surgen los fundamentos de todo lo que hacemos después en Matríztica”, agregó.
Uno de los principios de “La revolución reflexiva”, es plantear cómo las ideologías y doctrinas políticas están en contra, casi por antonomasia, del pensamiento crítico e individual.
“La reflexión siempre está a la mano si uno quiere, pero el tema es darse cuenta qué uno quiere (hacer): qué me interesa, si hacerme rico con la madera o conservar el bosque que está ahí porque genera tales condiciones ecológicas adecuadas para la comunidad y para los otros habitantes del bosque; ese es el tema. Si reflexiono o no reflexiono”, resumió.
“Cualquier teoría a la que uno se apegue impide la reflexión sobre su fundamento, y se transforma en una doctrina. Las doctrinas son enemigas de la reflexión, no te permiten reflexionar. Puede ser una teoría matemática, física, filosófica o de cualquier naturaleza, pero ahí está la respuesta, no tengo nada más que pensar. Y eso por supuesto que es enemigo de la reflexión y de una conversación que nos permitiría ampliar nuestra mirada de lo que está pasando”, añadió.
Pregunta: ¿Cómo ve posible este cambio individual?
Respuesta: “Reflexionando, conversando, mirando lo que estamos viviendo. No apegándonos a ninguna teoría que nos ciega y no nos deja mirar; dejando aparecer el presente que vivimos, para hacer cosas que no lo validen, porque queremos una convivencia en la colaboración, en el mutuo respeto”.
P: ¿Son entonces incompatibles la teorías de nuestro sistema político imperante?
R: “Lo que hace esa incompatibilidad es el apego no reflexivo a la teoría de donde se fundamenta el pensar”.
P: En este aspecto, ¿está optimista frente al proceso constituyente?
R: “Si los participantes son honestos, si no están cada uno apegados a una teoría, si están conscientes de que su tarea para postular, y hacer lo que quiera que fuese, es ocuparse del bienestar de la comunidad y su entorno, entonces no tengo ningún problema. Porque elijamos lo que elijamos, tendremos en el fondo un proyecto común, el bienestar de la comunidad, la resolución de sus problemas viendo cuáles son estos y actuando de una manera adecuada según el momento presente.
P: Usted habla de un “reseteo psíquico”. ¿Hay que cambiar el modo de pensar?
R: “Para cambiar hay que ver el presente, y para verlo hay que dejarlo aparecer. Y las teorías no te permiten dejar aparecer el presente porque definen de antemano las características de lo que deberías de encontrar, pero que no necesariamente vas a encontrar…
Cambiar el modo de pensar requiere seriedad y una postura abierta a ‘dejar aparecer’ para ver lo que hay. Y si veo A, no verlo en función que es distinto a lo que yo pienso, sino que ver si ese A que veo puede moldearse de una manera adecuada. Tenemos que dejarlo aparecer; ese es el acto fundamental para la ciencia, para cualquier cosa: ‘dejar aparecer’ de modo que tú puedas escoger el camino que sea más adecuado para lo que quieres realizar, pero lo que quieres realizar no puede ser una teoría política o filosófica, tiene que ser ver la naturaleza de los problemas que estamos viendo ahora. Verlos, para poder actuar de manera adecuada para que aparezcan las situaciones en las que podemos conversar y colaborar. Generar un ámbito de convivencia ético, adecuado, en la solución de los problemas de la comunidad, que son nuestros problemas también, si somos parte de la comunidad”.
P: Plantea que sin honestidad, no hay democracia. ¿Cree que Chile vive hoy en democracia?
R: “La democracia es un modo de convivir, en el deseo de convivir, en el mutuo respeto, en el escucharnos, en preservar los problemas de acuerdo a su naturaleza para lo cual tenemos que dejarlos aparecer; no es una teoría. Es un modo de convivir, en la honestidad, en el mutuo respeto, en la disposición de reflexionar y conversar para resolver los problemas de la comunidad de acuerdo a su naturaleza… (La honestidad) es fundamental”.
P: ¿Ve en el control de la natalidad el principal problema que atraviesa hoy la humanidad?
R: “Sí, el problema fundamental de la humanidad es el crecimiento de la población. Estamos, demasiados, creciendo y buscando modos de acelerar, de facilitar el embarazo… Eso es un error. El crecimiento exponencial de la población siempre es desastroso. Porque genera daño ecológico, situaciones relacionales en las cuales no se puede convivir porque no hay alimento. Y el problema es que hay una teoría, una doctrina, de una clase u otra, que favorece el nacimiento y no se da cuenta…
Somos nosotros las personas, escogiendo no tener todos los hijos posibles, la primera cosa. Escogiendo no tener más de un cierto numero de hijos e hijas que nos lleve a la estabilización de la población. No más de dos, ojalá uno. Y cuando ya la población se haya estabilizado, podemos tener dos, pero para eso tenemos que aceptar que hay prácticas que van a permitir eso. Prácticas que impiden el embarazo, que facilitan el término del embarazo, de distinta clase.
P: ¿Está a favor de la eutanasia?
R: “Yo estoy absolutamente de acuerdo con la muerte digna, uno debe ser capaz de tener autonomía para escoger el momento en el que uno quiere terminar con su vida…. Los derechos tienen que ir acompañados con acciones, con propósitos de acción: cómo participo yo en la organización de mi derecho. Un derecho fundamental es escoger el momento en que uno pueda terminar con su vida, y una obligación fundamental que el gobierno satisfaga ese derecho generando las condiciones, cuando sea necesario, para poder terminar con mi vida.