Este 2021 se cumplen 80 años desde el fallecimiento de Pedro Aguirre Cerda, el exmandatario chileno cuya muerte lo encontró con la franja presidencial aún puesta. Y a pesar que varios otros han pasado por La Moneda, su gobierno continúa siendo citado y referenciado por la contrastante clase dirigente actual, de izquierda a derecha.

Para conmemorar el hito, los periodistas Enrique Corvetto Castro y Gonzalo Valero acaban de publicar “Gobernar es educar” (Trayecto Comunicaciones), una ambiciosa investigación que se propuso narrar -en tono cercano y didáctico- algunos hitos del presidente del bigote frondoso, el mismo que fue despedido entre multitudes tras su muerte por tuberculosis un 25 de noviembre de 1941.

“Un político se trasforma en estadista cuando piensa en las próximas generaciones y no en las próximas elecciones”, es la cita de Winston Churchill que abre las páginas de este recorrido por la historia de “Don Tinto”, el otrora candidato del Frente Popular a quien le bastaron apenas tres años para inscribir su nombre en la historia (reciente) del país.

Aquí, revisamos un extracto del libro que narra uno de los desconocidos episodios de su mandato: la visita en 1941 del célebre Walt Disney, que derivó -tras un complejo lío de intereses- en un personaje cinematográfico del productor estadounidense inspirado en Aguirre Cerda.

Personaje de una película de Walt Disney

¿Recuerda El mundo al instante? Era un resumen de noticias de corte internacional que se exhibía en los cines durante el siglo pasado, justo antes de iniciar las películas. Era la única manera para que una persona común y corriente pudiera ver a través de imágenes en movimiento lo que sucedía con el desarrollo de las guerras mundiales, avances industriales y grandes eventos deportivos.

Ir al cine era un acontecimiento social, aunque las salas fueran frías, incómodas y con olor a humedad. Los espectadores escogían su mejor ropa para ir a ver un estreno. En Santiago son recordados el Cine Metro de calle Bandera, el Esmeralda, ubicado en San Diego e inaugurado por el mismísimo presidente Alessandri; y el Continental, localizado en Nataniel. Como dato curioso, esta misma construcción que albergó al Cine Continental sirvió de refugio al poeta nicaragüense Rubén Darío entre 1886 y
1889.

Siempre ha sido complejo para chilenos y latinoamericanos participar de la pantalla grande a nivel internacional —más todavía a comienzos del siglo pasado—, pero siempre hay una excepción. En 1938 y con dieciséis años, la actriz chilena Malú Gatica debutó en su faceta de cantante en Nueva York. Posteriormente participó en películas, codeándose con Orson Welles y Gregory Peck.

Terminando los años 30, la gente en nuestro país se volcaba a los cines a ver Frankestein, mientras que Walt Disney ya era mundialmente conocido por la creación del ratón Mickey Mouse y por Blanca Nieves y los siete enanitos.

El 28 de septiembre de 1941 el connotado dibujante Walt Disney llegó a Chile junto a un séquito de unas dieciocho personas. Arribó en el aeropuerto Los Cerrillos, en un avión bimotor proveniente de Mendoza, Argentina. Antes había estado en Brasil y Uruguay (…).

(Disney) se dirigió al Hotel Carrera, en pleno centro de Santiago, donde ofreció una rueda de prensa en el Salón Rojo. El norteamericano declaró a El Siglo, diario del Partido Comunista chileno, lo siguiente: “Mi viaje obedece a meras razones de estudio. No vengo misión oficial. Jamás he pretendido hacer propaganda política, religiosa ni social en mis films”.

Hasta ese momento Estados Unidos hacía gala de su neutralidad respecto a la Segunda Guerra Mundial, conflicto al que más tarde se incorporó. De hecho, en el contexto de extrema división, a partir del inicio de la Segunda Guerra Mundial, habitualmente las naciones involucradas —o también reconocidas como beligerantes— hacían gestos hacia las neutrales para concitar apoyo. Por tal motivo surgió con fuerza la hipótesis de que la presencia del creador de Mickey Mouse por este lado del continente tenía como finalidad alinear a la región, utilizando la industria cultural como herramienta de convencimiento político.

Años más tarde, indagaciones apuntaron a que Disney había tenido relación con la Office of the Coordinator of Inter American Affaires del Departamento de Estado norteamericano, cuyo cabecilla era nada más ni nada menos que el millonario Nelson Rockefeller. Uno de los fines de dicha institución estatal norteamericana, además de cooperación económica, era tener influencia a través de la cultura en los demás países de América.

La crisis económica de los 30 también había golpeado al cine norteamericano, que estaba literalmente de rodillas. Sin ir más lejos, el afamado dibujante viajó a América del Sur mientras sus trabajadores desarrollaban una huelga. En dicho escenario, lo que se desliza es que Disney vino a salvar su naciente imperio, recibiendo como salvavidas la ayuda del estado norteamericano. ¿Cómo?: generando un contenido que lograra permear la identidad local y en el que Estados Unidos se mostrara como un país socio, amigo, cercano y, desde luego, parte del mismo continente. En
síntesis, transculturizar.

Walt Disney concurrió al Cine Continental para ver cuanta película había. Se movió por Santiago e incluso terminó en un fundo de Quilicura con traje típico de huaso, comiendo asado al palo y escuchando cuecas. El norteamericano asumió como misión buscar personajes que influyesen en sus nuevas creaciones, por lo que todo acercamiento a la cultura local contribuyó a este propósito. Disney debía hacer un trabajo quirúrgico para escoger lo que más identificaba al país, para plasmarlo en su obra, por lo que también participó de actividades sociales.

No se registran detalles de una posible reunión entre Walt Disney con Aguirre Cerda. Probablemente este encuentro no se realizó, dado el delicado estado de salud que ya aquejada al presidente por ese entonces. En rigor, Aguirre Cerda falleció a casi un mes de la visita de Disney a Chile. No obstante, lo que sí realizó el talentoso dibujante fue una visita a los estudios de la revista de sátira política Topaze.

Cuenta la historia que cada dibujante de Topaze lo esperó con una caricatura de él, como una forma de elogiarlo. Sin embargo, al parecer las obras no fueron del total gusto de la flamante visita, al que en cada retrato escribió observaciones. A la obra del artista Pekén la catalogó como “diabólica”, mientras que a la de Coke Délano, fundador de la revista, la espetó: “muy viejo”. Finalmente, a la caricatura de René “Pepo” Ríos (creador de Condorito) le escribió el comentario “parecido a Jack Holt”, quien era un actor norteamericano.

Para la mayoría de los dibujantes criollos fue una gran experiencia haber tenido a su lado a Disney. El norteamericano mantuvo una relación de amistad con Jorge Délano, a tal punto que de manera posterior a su visita fue declarado socio honorífico de la agrupación de dibujantes chilenos. Sin embargo, el que no quedó muy contento dentro del grupo de artistas fue René “Pepo” Ríos. El que Disney hubiese plasmado en su dibujo una observación fue interpretado como un desaire, por lo que se esforzó por mejorar e innovar en su labor como caricaturista.

Entre el año 1941 y 1946, el creador de animaciones estadounidense produjo veintiocho películas con carácter educacional, ochenta con fines de preparación militar y otras seis ligadas al entretenimiento general. Del último grupo, dos estuvieron asociadas a América del Sur. Uno de estos films es “Saludos, amigos” —estrenada en 1942, un año después de la muerte de Aguirre Cerda—, la que consta de cuatro historias cuyas locaciones son Bolivia, Argentina, Brasil y Chile.

El argumento de la historia ambientada en Chile trata de un avión, el cual tenía que cruzar la cordillera de Los Andes. Disney nombró a este avión “Pedrito” en honor al expresidente Pedro Aguirre Cerda. Probablemente el creador y productor de animaciones analizó la popularidad del mandatario y se decidió por este nombre para que la cinta tuviera mejor aceptación. Si bien la figura animada de avión no tenía la cara del expresidente, posteriormente surgió la representación visual del mismo avión, pero con el rostro de Aguirre Cerda, incluyendo sus distintivos bigotes.

El que Disney haya considerado a Chile para su obra trajo visiones discordantes. Para los que veían el vaso medio lleno era un verdadero reconocimiento al país, mientras que para otros era una burla que un símbolo nacional se representase a través de un avión. Como dato, en la historia ilustrada en Brasil el personaje era un papagayo típico de la zona llamado Zé Carioca. ¿Y dónde estaba en la historia chilena el huaso, el cóndor o el huemul?, se preguntaban.

Quien tomó nota de esto fue René “Pepo” Ríos, ya que años más tarde escogió al cóndor como emblema nacional para crear en 1948 a Condorito, un personaje que terminó logrando alcance internacional desde México al Cono Sur.

Lamentablemente para Disney, el film tuvo un recibimiento tibio en Chile, que se vio reflejado en la taquilla. El público no hizo la asociación entre el expresidente Aguirre Cerda y el avión de la historia. Descontando el resultado, esta seguidilla de hechos marca como hito el que Disney haya escogido a un presidente de la República como símbolo de identidad nacional. Sin duda, eran otros tiempos.

El libro puede ser adquirido directamente a través de su editorial.