Patricio Guzmán (La Batalla de Chile I, II y III, La memoria obstinada, La nostalgia de la luz, El Botón de Nácar) es, sin lugar a dudas, el documentalista chileno más importante y reconocido a nivel internacional. Cada obra suya se espera con expectación.
La Cordillera de los Sueños, junto a La nostalgia de la luz y El Botón de Nácar, cierran una trilogía donde Patricio Guzmán se confronta con su país, sus recuerdos, la memoria y la historia reciente, esa que lo obligó a escapar y exiliarse.
Si La nostalgia de la luz y El Botón de Nácar, extraordinarios y premiados documentales, tenían fuertes dosis de poesía contrastada con la brutalidad de la dictadura, La Cordillera de los Sueños es concreta, es tierra.
En este documental, Patricio Guzmán aborda la Cordillera de los Andes, frente a Santiago, la interpela, la explora para indagar en sus significados, para que abra su “memoria”. Para ello, entrevista a un vulcanólogo, a dos reconocidos escultores (Vicente Gajardo y Francisco Gacitúa), una músico (Javiera Parra), un escritor (Jorge Baradit) y un destacado camarógrafo que, desde 1982 graba manifestaciones y protestas (Pablo Salas), entre otros.
Esa presencia, que cobija y separa, la confronta con la dictadura, con la memoria, con el presente. Así el vulcanólogo habla de pasados remotos, mientras Baradit, Parra, Salas y el propio Guzmán, hablan de la dictadura y del presente. Los escultores hablan de las rocas, de esas presencias, de poesía… y contingencia.
Si La Nostalgia de la Luz abordó el norte y El Botón de Nácar el extremo sur del país, La Cordillera de los Sueños es Santiago, desde la infancia de Guzmán. Una Cordillera que es presente y pasado, que despierta fantasmas y sueños, pero también los tapa.
En este documental, más que en ningún otro, Patricio Guzmán se expone, se exhibe en sus dudas, en su biografía, sus penas, dolores y nostalgia. Nostalgia por un país que le arrebataron, cambiaron, para transformarlo en otro, ajeno, privatizado. Expone, como en otros documentales, sus ideas y algunas vivencias, pero aquí incorpora su infancia.
Con la conmovedora belleza de los otros dos documentales, La Cordillera de los Sueños son las casas donde vivió Patricio Guzmán antes de partir al exilio, es la experiencia de Pablo Salas registrando protestas desde 1982, son las rocas que guardan millones de años. Y una dictadura que sigue presente atenazando los sueños, y esa alegría -casi infantil- de querer un país justo, solidario, construido colectivamente.
Y, como en otros documentales, La Cordillera de los Sueños presenta escenas inolvidables, como aquellas que muestran la casa de su infancia. Imágenes de una fuerza y belleza desgarradora, una metáfora de la vivencia, de la vida y del pensamiento de Patricio Guzmán. Brillante.