En tiempos de cuarentena, una buena alternativa es aprovechar el tiempo para remirar Chile, a esos lugares y grupos humanos que conocemos sólo a través de imágenes fugaces, superficiales. “La isla y los hombres”, además, puede ser una guía sobre introspección, compañerismo, encierros, soledades y angustias.
Ganador en el Festival de Cine de Puerto Montt, el documental de Iñaki Moulian ingresa de manera respetuosa en la intimidad de ese mundo masculino, cerrado, de buzos y pescadores que van a Isla Guafo a extraer la “Luga Roja”. Hombres toscos, rudos, esforzados, que viven –y sobreviven- trabajando en condiciones precarias, poniendo en riesgo sus vidas.
Vea aquí el documental https://vimeo.com/210037490
El documental de Iñaki Moulian muestra a un grupo de hombres de mar que, en un par de lanchas o pequeños barcos artesanales, se trasladan –en un viaje de 12 horas- desde Quellón a Isla Guafo para extraer “Luga Roja”, un alga que se encuentra entre 15 a 20 metros de profundidad.
La faena se da en condiciones precarias, duras, con una naturaleza exuberante pero ruda, donde los hombres –porque sólo hay hombres- viven en sus embarcaciones –una o, en otras ocasiones, varias juntas- y sólo bajan a tierra para ir a buscar agua dulce o para cortar y llevar leña a sus cocinas.
“El clima es muy hostil”, afirma uno de los hombres.
Con un relato que busca ser lineal, que a ratos parece reiterativo, donde la continuidad a veces se diluye generando una pérdida de sentido del tiempo (al punto de no saber cuántos días o semanas abarca el documental), “La isla y los hombres” logra que el espectador entre en una dimensión sin tiempo, donde se está a merced de la faena y, en especial, de las condiciones del clima.
Porque en las faenas del mar, el “sentido del tiempo” depende de las condiciones del clima, de las mareas y de los resultados de la extracción (de algas o mariscos) o de la pesca. (¿Tendremos que aprender de ellos en estos tiempos’)
“No es como en el pueblo, allá andan más acelerados”, dice uno de los protagonistas.
El “Guanay”, el “Cholga” y el Montaña son algunos de los personajes que van dando cuerpo a un documental que muestra un Chile marginal, precario, masculino, donde las condiciones de vida son muy duras, crudas a ratos, donde la inseguridad –que pone en riesgo sus vidas- es parte de la cotidianidad.
“Sólo Dios sabe si vuelvo” parece ser, más que una frase dicha al azar, una premisa en un ambiente donde el ruido de motores (de lanchas, generadores eléctricos y de los compresores para dar oxígeno a los buzos), el humo (de motores y cocinas a leña, y algunos cigarrillos), el agua (del mar, de la lluvia, de esteros) y el verde profundo de los bosques son el marco para cobijar la soledad, la angustia.
Porque cada vez que “La isla y los hombres” muestra a un buzo saliendo del agua –luego de horas de trabajo-, esos hombres reflejan mezclas diversas de alivio, soledad, angustia y miedo. Porque cada bajada a 15 o 20 metros es una apuesta, un riesgo, y a esa profundidad la compresión requiere de un proceso lento para emerger.
Estamos “con la esperanza de encontrar el cuerpo de nuestro pescador, no más”, dice en Quellón la operadora de la radio encargada de comunicarse con las embarcaciones, para dar informaciones y avisar de emergencias. Porque se asume que se está a merced de la naturaleza. Se puede sortearla, navegar a favor de su corriente, esquivarla cuando está brava, pero cuando golpea sólo queda la resignación.
Con algunas escenas fuertes, como las de la animita de Samuel, cuando cocinan (con dudosos criterios de higiene) o Montaña se saca el traje de buzo, por mencionar sólo algunas, “La isla y los hombres”, de Iñaki Moulian, muestra en forma directa, con una cámara que no busca ni esteticismos –probablemente importante para nosotros pero no para los hombres que están en las faenas- ni ser “participante”, involucrándose en las acciones. En este sentido, renunció a hacer más bello el documental o más íntimo, pero también de esta manera es más respetuoso y muestra de mejor manera la cultura de esos hombres.
“La isla y los hombres” muestra otro país. A pesar de las tecnologías, de tener una antena (Direct TV) que les permite ver televisión, por ejemplo, el documental rescata una cultura, una forma de relacionarse con la naturaleza (con una mirada extractivista), entre estos trabajadores y de éstos con sus familias, que parecen de otro tiempo…
“La isla y los hombres” de Iñaki Moulian es un buen documental, capaz de transmitir al espectador un mundo que parece tan lejos, distante, extinto. Un mundo que, sin embargo, es parte fundamental de la cultura de Puerto Montt, Chiloé y Aysén.
Si se buscaran deficiencias del documental, estas podrían estar en el montaje, donde se podría haber mejorado la continuidad y evitado ciertas escenas un tanto obvias, y en una cámara y fotografía convencionales.
“La isla y los hombres” es un documental necesario en estos días de encierro, de introspección. Un aprendizaje que puede ser útil para muchas personas.