Chile (en su vertiente más originaria), el mundo del flamenco (herencia vía España) y la mirada artística ancestral maorí-samoana-neozelandesa se unen en esta coproducción de Fundación Teatro a Mil, que dirige Lemi Ponifacio.

Por Leopoldo Pulgar Ibarra

A través de un trabajo performático de danza, teatro y canto-música mapuche, rito y memoria se constituyen en los componentes de un universo en el que cada presencia cultural mantiene su vida propia.

Con la intervención de la bailaora de flamenco chilena Natalia García-Huidobro y la cantora mapuche Elisa Avendaño Curaqueo, en un relato lleno de símbolos y poesía que traspasa el tiempo y la geografía, palpita el cruce trascendente de culturas que no dejan de construir su historia.

Así, con el mismo impulso con que el director explora los mundos mapuche y flamenco, las intérpretes aluden a Chile y sus vivencias personales, a través del canto y la danza.

Lemi Ponifacio ha presentado en Chile “Birds with skymirrors” (2013); “I Am: Mapuche” (2015) y “Ceremonia Performance MAU Mapuche (2016).

Mau, parte del nombre de su compañía MAU Mapuche, es un término de su lugar de nacimiento (Samoa) que significa “declaración a la verdad de un asunto”.

El grupo fue fundado en 2015 con el objetivo expreso de investigar la cosmovisión mapuche y la relación con las personas, la naturaleza, la mujer, el poder, la identidad y el destino.

El tiempo recobrado

La imagen del paso del tiempo trascendente y extendido –no ese típico y cotidiano- llena el escenario de principio a fin.

Desde la primera imagen, una araucaria que flota durante varios minutos en un espacio estremecido por una sonoridad que se inicia como cataclismo, el aire de ceremonia se instala desafiando el apresuramiento.

Una dinámica que la hierática Elisa Avendaño subraya cuando realiza su rito fúnebre, arropada en la fuerza de su canto, mezcla de dolor, respeto y esperanza.

Conmemoración ancestral mapuche que tiene a la bandera chilena en el centro, extendida como el cuerpo del país que será cubierto con paladas de tierra.

Ceremonia síntesis de lo vivido que sugiere necesidad de cambio, futuro y retorno a los orígenes, como madre-padre y compañera.

El ambiente se rompe o se complementa cuando irrumpe Natalia, con la corporalidad del flamenco contemporáneo, un segmento que equivale a una obra en sí misma, por su sentido, profundidad, belleza y ejecución.

Ella y su danza se incorporan a esta ceremonia de amor, muerte y renacimiento para recorrer el largo y angosto rastro que con tierra ha dibujado Elisa en escena.

La ruptura es total, como la sonoridad de sus tacos en el piso y la evolución solemne de su cuerpo multi expresivo y enervado que transporta pasión, historia personal y anuncia lo que viene.

Aunque cada intérprete tiene su tiempo y espacio en escena, sus voces y cuerpos van construyendo una suerte de diálogo implícito que sugiere una estructura y causa común, y que son partes de un todo que asoma con la belleza de lo mestizo.

C.C. Gabriela Mistral Gam.
Alameda 227.
Sábado 25 y domingo 26, 12.00 horas.